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Cabezas dejó de jugar en Durán para ir al Vélez

Cabezas dejó de jugar en Durán para ir al Vélez
20 de septiembre de 2013 - 00:00

Si por estos días alguien le pregunta qué siente, el jugador no  dudará un instante en responder: “Frío”. Eso es lo que siente cualquier ecuatoriano en Buenos Aires en este invierno, con varias olas polares que llevaron la temperatura bajo cero.

Es que Danny Cabezas Bazán, el muchacho en cuestión, no está acostumbrado a este invierno crudo. Afortunadamente para él, aún en pleno reconocimiento del terreno, en Vélez Sarsfield encontró un lugar cálido para vivir.

El Fortín es hoy, probablemente, uno de los pocos clubes saneados económicamente y una de esas instituciones integrales que no solo se preocupan por el fútbol. Y cuando fútbol es la cuestión, como en el caso de Danny, Vélez se encarga de darles cobijo permanente.    

El resultado es ese equipo que después se ve en la cancha, lleno de chicos trabajados en las fuerzas básicas y  que solo sienten agradecimiento por el club y tratan de demostrarlo.  

La adaptación de Danny fue bastante rápida. Aunque hoy se encuentre ocasionalmente practicando diferenciado con la reserva, por una dolencia muscular surgida de un golpe -pasó los últimos días haciendo ejercicios kinésicos-, él se entrena habitualmente con la Primera, gracias a una decisión del propio técnico Ricardo Gareca, que confía mucho en sus condiciones: en menos de un año se ganó el ascenso a practicar con los grandes.

“Cuando me subieron a Primera ya tenía partidos de reserva encima y pude acoplarme. Además, hay compañeros que te ayudan con todo lo que necesitas y te hacen la estadía mucho más fácil, pero igual me costó. En lo futbolístico, confío en mis condiciones pero los trabajos son muy diferentes a los de Ecuador: son más intensos. Lo físico en la Argentina es el triple de lo que estaba habituado a hacer. Con el tiempo pude ponerme bien, pude adaptarme”, comentó Danny, que luce un nuevo corte de pelo, con la cabeza rapada.

Y es que los bautismos son así cuando un futbolista sube al plantel de Primera: tiene que entregarse a las manos de un coiffeur experto como ¡Fabián Cubero! Sí, el capitán de Vélez, como cada capitán, es el encargado de estropear cabelleras como para que los recién llegados no lo olviden más.   

Con apenas ocho años, el niño Danny jugaba en las calles de su barrio, El Recreo, de Durán, cerca a Guayaquil. Allí se lucía entre los chicos de su edad. Por eso sus padres, Consuelo Bazán y Juan Cabezas, decidieron llevarlo a Los Rosales, club donde debutó en Infantiles. En ese entonces, Danny jugaba como delantero. Pero a los 13, como no era demasiado alto, decidieron pasarlo a la posición de enganche.

Y así, jugando en el medio campo, llegó su debut en River Plate de Ecuador, en la Serie B,  con tan  solo 14 años. “Debuté como enganche y más tarde, cuando empecé a jugar de juvenil, me hicieron volante derecho. Ya me acostumbré y ahora puedo jugar por las dos bandas”, afirmó con una sonrisa de satisfacción.  

Pero el sueño no estaba del todo cumplido porque Danny quería lucirse en el exterior: “Poder salir del fútbol de Ecuador y vivir la experiencia”.

Así que el año pasado viajó al Cono Sur para probar suerte. En una especie de acuerdo que tenía su club con equipos de Argentina, Danny viajó y jugó frente a Lanús, Temperley, Independiente y Arsenal. Pero no quedó en ningún lado y volvió a Guayaquil.

Unos meses después, en octubre, hizo un segundo intento en Buenos Aires, esta vez para hacer una prueba en Vélez Sarsfield, en ese momento el puntero del Torneo Inicial (después sería el campeón).

Estuvo entrenándose en la Villa Olímpica una larguísima semana con temperaturas aún invernales. Danny sufrió porque no contaba con suficiente abrigo. “Yo crecí en la costa de mi país y allá las temperaturas son mucho más altas. Tenía alguna ropa de abrigo, pero no como para el clima que encontré en Argentina. Ahí se complicaron un poco las cosas, pero me prestaron una campera y pude estar bien”.

Después de esos días de prueba, el volante volvió a Ecuador, donde realizó la pretemporada de verano con River. “Estuve jugando allá en mi club hasta que me llegó la noticia de que iba a venir a jugar a Vélez. Me sorprendió porque estaba jugando como titular en River y no pensé que me iba a ir. Pero fue una alegría enorme por el sacrificio que había hecho y porque mi sueño era ese”.

-¿Cómo fue la llegada a Buenos Aires?
Llegué con mi compañero Jairo David Vélez, que también es de Ecuador, así que eso me facilitó un poco las cosas. Nos fuimos a vivir a la pensión del club, donde nos tratan muy bien.

-Tuviste que pasar el fuerte invierno otra vez.
Fue difícil. Estuve con mucho frío, pero eso no era motivo como para dejar de entrenar. Había que aguantar.

-¿Qué cosas te costaron en la adaptación del día a día?
La comida. Me costó mucho adaptarme a eso. Al principio no comía casi nada porque no me gustaba para nada la comida de acá. Me metía tres bocados solo como para tener algo en la panza. Fue difícil. Extrañaba mi comida, los condimentos de allá, la manera de cocinar de mi mamá. Había cosas que no había probado nunca. Ahora por suerte logré acostumbrarme. Es más: hay cosas que me encantan.

-¿Qué plato es el que menos te gusta?
La polenta (especie de postre hecho con harina). No puedo pasarla. Aunque las milanesas con puré y el pastel de papas me encantan. Pero extraño el pescado frito, el pollo a la coca cola, el ceviche de camarón, el pollo asado... Acá no se come nada de eso. Afortunadamente con Jairo (Vélez) encontramos un buen lugar ecuatoriano donde  cocinan rico. Pero nos salía un poco caro. Por suerte nos daban comida de más por ser de Ecuador. Igual, ahora me acostumbré a la comida argentina.

-¿Qué es lo mejor que tienes como jugador?
Hago muy buenas diagonales, tengo buena pegada de pelota parada y cambio de ritmo. Es lo que más me gusta de mi juego.

-Cumpliste uno de tus sueños, que era probar en otro país. ¿Qué esperas ahora?
Ahora quiero poder afianzarme como jugador en  Argentina, que se dé la opción de que nos compren y poder seguir haciendo las cosas bien. Y más adelante, tener la chance de irme al fútbol europeo. Ese es mi gran sueño.

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