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El transcurrir del tiempo, algunos tienen más de 300 años, ha dado a los instrumentos una tonalidad incomparable

Revelan misterio de los violines Stradivarius

Algunos de estos instrumentos confeccionados en la ciudad italiana de Cremona, hace más de 300 años, valen cientos de miles de dólares.
Algunos de estos instrumentos confeccionados en la ciudad italiana de Cremona, hace más de 300 años, valen cientos de miles de dólares.
Foto: Archivo / El Telégrafo
27 de diciembre de 2016 - 00:00 - Redacción Agencias

Un estudio de la Universidad Nacional de Taiwán (UNT), publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, cree haber resuelto el misterio de por qué los violines Stradivarius tienen un sonido único: la combinación del paso del tiempo, la transformación que la vibración de las cuerdas produce en la madera y —la mayor novedad— el uso de baños químicos en las planchas de arce, pícea y sauce que le aportan esa sonido tan particular.

Estos violines de 300 años no van a durar para siempre: se estima que los pocos cientos que todavía hay tienen aproximadamente un siglo más de vida útil. De ahí la curiosidad por desentrañar su secreto, y también el alto precio —millones de dólares— que puede valer cada uno.

Además de los músicos admiradores y de los ladrones devotos, durante décadas los científicos han estudiado dichos violines mucho más que cualquier otra familia de instrumentos musicales.

“Si se compara el arce de un Stradivarius con la madera de arce moderna de alta calidad, que es casi la misma, se ve que ambas son muy diferentes”, dice Hwan-Ching Tai, de la Universidad UNT y autor principal del estudio ‘Distinciones químicas entre el arce de los Stradivari’ y la madera moderna para instrumentos de cuerdas.

La principal diferencia es que las planchas del violín mítico fueron tratadas con baños de minerales. De los fragmentos que estudiaron los investigadores, de 2 chelos y 2 violines (solo uno Guarneri), estaban infundidos de aluminio, calcio, cobre, sodio, potasio y zinc.

A estos violines se les hizo de todo: se los pasó por tomógrafos para indagar su anatomía interna; se atribuyó al enfriamiento de Europa del siglo XIV la capacidad de haber alterado las maderas; se especuló con que la presencia de ciertos hongos en los árboles vivos explicaría la excepcionalidad del sonido.

El equipo del experto Tai también encontró en los violines, pero no en los chelos de Stradivari, un poco más de oxidación, lo cual implica una separación mayor entre las fibras de la madera. (I)

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