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Paulinho da Viola: "Los ritmos de hoy empobrecen la samba"

El autor brasileño de sambas convertidas en himnos celebró el buen estado del género musical, del cual ayer se recordó su día mundial.
El autor brasileño de sambas convertidas en himnos celebró el buen estado del género musical, del cual ayer se recordó su día mundial.
Foto: AFP
03 de diciembre de 2016 - 00:00 - Agencias AFP

La voz suave de Paulinho da Viola ha acompañado a los brasileños durante medio siglo. Es memoria viva de la samba, que celebra su centenario lleno de vitalidad pero, según el artista, empobrecido por los ritmos acelerados de la vida y de la música de hoy en día.

A sus 74 años, este compositor y cantante de sonrisa perenne no tiene la fama internacional de coetáneos como Caetano Veloso o Gilberto Gil, pero en Brasil es una institución, uno de sus sambistas más entrañables y una referencia ineludible a la hora de hablar de la música de raíces africanas que ha hecho latir al país por décadas.

Solo con su guitarra, Paulinho fue el encargado de abrir los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro con su interpretación delicada del himno brasileño y, con esa misma calidez y tranquilidad con la que cantó para millones, hace balance del ritmo más internacional de Brasil en la intimidad de su hogar.

“La samba se mantiene viva porque el pueblo no la deja morir”, asegura Da Viola en el salón de su casa.

Ese ritmo que emergió en Bahia y se consolidó en la segunda mitad del siglo XIX en Río (antigua capital) con la llegada de esclavos negros del norte, se cultivó como expresión clandestina hasta que en 1916 salió oficialmente a la luz, con el registro en la Biblioteca Nacional de Pelo Telefone, considerada la primera samba de la historia.

Desde esos tiempos de Pixinguinha, Donga o Sinhô, considerados los padres del género, la samba sobrevivió a dictaduras, “a los Beatles y a los Rolling Stones” y a todo tipo de estigmas, como cuando los jóvenes sambistas como Paulinho eran considerados unos “malandros” y los productores les compraban por unos centavos los derechos de canciones que los harían millonarios.

“Yo vi muchas veces ensayos en que uno notaba que toda aquella manifestación de cantos, de sambas bonitas, que a veces hablaban de cosas tristes, era una catarsis, una forma de decir: oye, aquí yo domino, aquí yo mando en mí”, expresa emocionado este mulato alto, de pelo crespo blanco. (I)

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