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Entrevista / eduardo sacheri / escritor argentino y ganador del premio alfaguara de novela

"Mi escritura tiene mucho de amateur"

"Mi escritura tiene mucho de amateur"
Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
30 de julio de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

El argentino Eduardo Sacheri (1967) inició su carrera literaria escribiendo cuentos sobre fútbol antes de publicar, en 2005, la novela La pregunta de sus ojos, obra que lo situaría como uno de los autores más relevantes de América Latina. En su paso por Quito —donde presentó La noche de la Usina, libro ganador del Premio Alfaguara de Novela 2016— conversó con este diario sobre narrativa contemporánea, su rol como guionista de cine y la coyuntura política de su país. La entrevista completa se publicará mañana, en el cartóNPiedra.

¿Cómo valoraría la literatura argentina contemporánea?

Creo que está bastante múltiple, diversificada. Se escribe bastante, se publica mucho, y eso parece bueno. Así como hay enormes editoriales, también hay todo un renglón de pequeñas editoriales, casi artesanales, que es un panorama que, si yo lo hubiera pensado hace 16 años, no me lo hubiera imaginado. Son pequeñas editoriales con un catálogo reducido, de tiradas moderadas, y de puntos de venta bastante elegidos, que le dan oportunidad a un montón de autores más jóvenes que yo. Digamos que cuando yo empecé a publicar, hace 20 años, poco menos, no existía esa red, había grandes y medianas editoriales.

¿Con qué autores de su país se siente más identificado?

Te confieso que mis afinidades van más por algunos autores de mi generación, como Claudia Piñeiro, Guillermo Martínez, Paulo De Santis o Guillermo Saccomanno, quien es anterior. Estos argentinos no solo comparten conmigo una generación, sino un deseo de contar historias o, mejor dicho, un foco en el hecho de narrar una historia con cierta dinámica, con cierta voluntad narrativa. Es como que dijeran «voy a desarrollar personajes, voy a interesarme en la forma, pero voy a contar una historia. Eso es todo lo que voy a hacer». Mientras que hay otras líneas en la literatura argentina más hacia lo experimental, al juego formal del lenguaje, o a esto de narrar, de escribir un mundo cerrado, en las que la acción está bastante supeditada a la descripción. Te confieso que no leo todo porque tiendo a revisar las cosas que más me gustan. Entonces no suelo someterme a leer por obligación, no me gusta que me prescriban lecturas. No sé si sucede en todos los países, pero esto de establecer un canon, legitimante y excluyente, a mí no me gusta.

Pero debe tener algunos autores de cabecera...

En Argentina, Cortázar, pero sus cuentos, no sus novelas. Los cuentos de Borges, las novelas de Oswaldo Soriano. Te diría que esos tres son centrales para mí. Tuve una época muy García Márquez como lector y Vargas Llosa es otro tipo que me marcó mucho. De estos dos que te menciono creo que ha tenido más vigencia, continuidad, Vargas Llosa que García Márquez. Si hoy tengo que decidir un libro de los dos creo que me quedo con uno de Vargas Llosa, elijo ‘Conversación en la Catedral’ o ‘La guerra de fin del mundo’. Pero, por suerte, no tengo que elegir. Ese quinteto que te he nombrado ha sido clave en mí como lector.

No necesariamente como escritor...

No, porque digamos que mis acciones como escritor han estado dictadas por una necesidad emocional de libertad. Entonces creo que he hecho un esfuerzo bastante coherente y exitoso de no tener a esos monstruos en mente a la hora de escribir, si no me hubiera paralizado. Del mismo modo que prescindí del canon de lo ‘legítimo’, de la academia argentina de mi tiempo. Necesito hablar de mi mundo, de mis preguntas, de mis obsesiones y del modo en que me salga; tratar de construir algo que me dé placer como lector. Para mí, escribir es poder leer un libro que me guste leer. Es como una suerte de acto lector perfeccionado, más autónomo. Entonces, inevitablemente mi escritura tiene mucho, por llamarlo así, de amateur. Si alguien dice que soy un escritor amateur, no me ofendería, porque no me formé como un profesional, si tal cosa existiera.

¿Cuál es el Borges que más le gusta y a qué le atribuye su vigencia?

Lo que más me asombra de Borges es el manejo del lenguaje, la adjetivación perfecta. Para mí, eso es Borges. No sobra ni falta. Pero cuando digo «adjetivación», digo sintaxis, ritmo. Me refiero a que hay un equilibrio extraordinario e irrepetible entre concisión y riqueza. Los cuentos de Borges que más me gustan son, a lo mejor, los menos filosóficos y por supuesto los más argumentales. (I)

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