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Los Andes y las minas en 'Viejo Calavera'

Los Andes y las minas en 'Viejo Calavera'
Fotograma de la película
09 de junio de 2017 - 10:38 - Felipe Troya

Casi al comienzo de Viejo Calavera, bajo una noche estrellada en el páramo, una anciana indígena lamenta haber perdido a su hijo. Lo llama “guagüito”, una de las pocas palabras, en español o quichua, que logro entender. Su voz ahogada es a la vez fuerte y rápida; repite frases una y otra vez, y todo lo que dice tiene un tono plañidero. Apenas puedo seguir su manera de hablar, pero entiendo su lamento y su sensación de soledad. Está postrada en una ladera cubierta de pajonales y rocas; mientras habla su familia la busca con linternas. Cuando la encuentran, vuelven con ella al velorio. En un cuarto pequeño, iluminado a luz de vela, alguien lava el cuerpo desnudo de Juan, un minero que ha muerto. Llega gente de la zona a dar el pésame. Todo esto ocurre en el páramo boliviano, todos los personajes hablan español andino y todo lo que veo me parece ajeno y, sin conocerlo, totalmente real. El BAFICI, donde vi por primera vez esta película de Kiro Russo, decidió poner subtítulos en español para esta película y tuve que leerlos a toda prisa para entender lo que decían la tía Rosa y el resto de personajes. Incluso leyendo, entendí tan solo una parte. Esta es una de las cosas que primero me asombran de la película.

 La sala de cine donde la vi por primera vez durante el BAFICI era grande y estaba casi llena. Ahora que la veo de nuevo en una pantalla más pequeña me doy cuenta de cuánto asocio esta película a la impresión que me causó poder verla en una sala: las maquinarias mineras y los vagones que sacan el mineral se sacuden en la oscuridad circundante, con un sonido ensordecedor. A los mineros que trabajan y caminan con luces de cabeza, al fondo del plano, se los ve como manchas de luz, luminosas y claras, rodeadas por el negro de la mina y de la sala. Cada tanto revienta a lo lejos el estruendo sordo de las detonaciones de dinamita que los mineros utilizan para quebrar las paredes de la montaña. Las imágenes son impresionantes, los sonidos fuertes. Es una película oscura y claustrofóbica que se potencia en la sala de cine.

 Al terminarse la película, una mujer argentina que pidió la palabra para felicitar a Russo sonaba impresionada y confundida. Agradeció al director por haber intentado capturar ese lugar que para ella era tan ajeno. Un amigo con el que fui a la sala, también argentino, me expresó algo parecido. Lo curioso es que yo me sentía igual, a pesar de haber creído tener -por haber vivido gran parte de mi vida en los Andes- algo más de familiaridad con ese espacio y esa gente.

 El episodio de la tía Rosa para mí el más impactante de la película. Da paso a una historia que comienza a alejarse de ese tono más oscuro y desconcertante hacia uno un poco más familiar que me recuerda al realismo social. El protagonista, Elder, es un joven de Huanuni que vive en la gran ciudad, imagino se trata de La Paz. Vuelve a las minas en contra de su voluntad, para trabajar en el mismo oficio que su padre, el hijo de Rosa que acaba de fallecer y, de cierta manera, rehabilitarse de una vida hasta entonces callejera. En las minas tiene problemas con el alcohol. La precariedad y la muerte dominan ese espacio. Los mineros organizan reuniones sindicales y discuten cómo proteger su forma de vida y su fuente de ingreso de manos del gobierno que los desprecia. La vida de los personajes está sumida en la presencia opresiva de la mina y en la vida difícil del paisaje andino. El propio director, Kiro Russo, en una charla al final de la función en Buenos Aires, mencionó su intención de retratar el choque generacional entre jóvenes que abandonan sus poblaciones locales para irse a la gran ciudad y los mayores que se quedan e intentan continuar con oficios y formas de vida tradicionales.

Los mineros hablan el mismo español de la tía Rosa, pero tienen sus propia jerga. Russo los filma en el espacio oscuro y apretado de la mina. El director también dijo en la charla que pudo escuchar que algunos de los mineros de Huanuni, cuando vieron la película por primera vez, dijeron que habrían preferido decir menos malas palabras durante la filmación. A mí me asombra que Russo haya logrado capturar a los mineros con una espontaneidad que los sorprendió a ellos mismos cuando la vieron. He estado en rodajes con actores naturales y conozco lo que la mirada de la cámara puede provocar sobre algunos. De repente, personas que normalmente hablarían con color y espontaneidad se paralizan, la voz les sale teatral y desprovista de vida. Pero los mineros de la película de Russo son seres vivos que hablan y se mueven con toda naturalidad. Uno siente que los personajes y las acciones avanzan a un ritmo orgánico. Cuando los mineros se pelean, parecen estar realmente enfurecidos; cuando se van de fiesta, realmente están celebrando y borrachos.

Como se trata de actores naturales y además de personas que actúan de sí mismas para la cámara, me resulta difícil determinar hasta qué punto las peleas y las fiestas han sido actuadas y hasta qué punto Russo registró acciones reales de la vida de los mineros de Huanuni. Cuando hablo de actores naturales y de espontaneidad podría estar sugiriendo que la película tiene un tono documental. Pero yo creo que es clara la intención de alejarse de esa forma de cine. Tanto la trama como el guion y el montaje de Viejo Calavera se relacionan a una estructura narrativa bastante clara. Los momentos más realistas de la película, en que los actores naturales parecen estar simplemente viviendo su vida real, también están escritos y montados con un lenguaje narrativo y la “cuestión documental” se vuelve para mí irrelevante.

Esta discusión me parece que todavía está fresca en este país y, por eso -aparte del hecho de que la película está ambientada en un espacio tan parecido a nuestra serranía-, Viejo Calavera es una película que se puede ver con mucho interés en Ecuador. Es una obra que se fortalece en el lenguaje y en la cotidianidad de esta gente andina, sin caer en los regionalismos o localismos que condenan a simplificarse en estereotipos y a olvidar el oficio de la ficción en el cine a cambio de discusiones que deberían ser ajenas a su creación. (F)

Datos:
*La película tendrá una única función hoy, a las 15:00, en la Cinemateca Nacional (Avenida 6 de Diciembre y Patria).
** Este texto fue publicado en la plataforma Recodo.

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