La XIII Bienal de Cuenca: transitar por los caminos del arte contemporáneo

La XIII edición de la Bienal de Cuenca es, ante todo, un ejercicio del movimiento. Las 20 sedes donde están las muestras oficiales y paralelas, y los más de 45 artistas que transitan entre la pintura, la escultura, la instalación o el video arte, hacen que el mayor encuentro de arte contemporáneo de Ecuador sea un espacio para la reflexión afectiva, intelectual y corporal.

Los artistas ecuatorianos que presentan sus obras en la bienal están desperdigados por la ciudad. Uno de los posibles trayectos para conocerlos podría arrancar desde el Museo de Arte Moderno, en donde están las obras de Kelver Ax, Damián Sinchi, Fidel Eljuri, Óscar Santillán y Oswaldo Terreros.

Sinchi usa la madera como soporte para explorar las posibilidades de las formas: la convierte en un objeto único que emula una estructura perfecta como la del diamante (como sucede con su pieza ‘Instructivo’), o la transforma en un objeto móvil al cual la gente lo puede manipular, como en ‘5832’, obra que se expone en la Galería Proceso.

Eljuri propone la instalación denominada ‘Quimsacocha’, donde presenta una suerte de monolito digital en el que se mezcla tecnología, naturaleza y referencias iconográficas de las culturas andinas.

Terreros, siguiendo la línea de la recuperación de iconografías (en este caso obreras), presenta una  instalación site specific que incorpora murales, pinturas y afiches, en las que interpela nociones estéticas vinculadas al diseño gráfico, el panfleto social y las bellas artes. Parte de su investigación -que busca mostrar la verdadera dimensión estética de la iconografía- está en la Asociación de Obreros del Azuay.

Del poeta y pintor lojano Kelver Ax (Klever Ajila), fallecido en 2016 a los 30 años, se exponen 14 cuadros de acrílico sobre tabla o tela, en los cuales destaca su visión avasallante de la realidad: un mundo retratado en los más mínimos detalles, pero abrigado por las más desdeñables tragedias, como la guerra.

Santillán plantea una video instalación y escultura en ‘Aftertwood’, en la que usa un pasaje de la vida de Friedrich Nietzsche para poner en tensión la idea del pasado como algo inamovible y la del presente como un estado de incertidumbre. Su trabajo lo ubica como un poeta visual, tal y como se aprecia en su otra propuesta situada en el Museo Pumapungo, ‘The Messenger’. En esta obra proyecta un video monocanal donde recupera -a través de la música y la memoria de los objetos- la historia de un filme que no se pudo realizar por una avalancha.

En la Casa Bienal de Cuenca, Alexandra Cuesta proyecta ‘Territorio’, su primer documental grabado en Ecuador en el que registra, mediante una cámara de video digital, lo efímero de la cotidianidad. En el Museo de la Ciudad, en cambio, está la obra de María José Argenzio, ‘Banderines’, en la cual cuestiona la representación del poder institucional de las heráldicas.

Janneth Méndez expone en la Sala Proceso las piezas ‘Red’ y ‘Tubo’, con las que pretende darle una nueva dimensión a la forma como está concebida la escultura.  La noción de la fragilidad es la que atraviesa su trabajo escultórico, que está hecho de cabello humano. Otra de sus obras, ‘Birth’, que sigue esta línea, está en el Museo de las Conceptas, donde recrea con materiales orgánicos un universo.

En la Casa de los Arcos, Luis Chenche exhibe su obra ‘Crónicas del paisaje 1’, de la serie Territorios Agotados,  que  consiste en dos lienzos en los que el artista profundiza la representación del abandono y  la destrucción. En el Colegio Benigno Malo, Juan Carlos León expone la instalación multimedia  ‘Estrategias para encontrar el color de la democracia’, la cual explora la historia política del país a través de la robótica para interpelar a uno de los símbolos patrios de mayor arraigo nacional: el cóndor.

En el Museo Pumapungo está  Karina Aguilera con la instalación de video y collages fotográficos ‘Los obreros del ferrocarril’, en la que pretende con imágenes yuxtapuestas “completar” los vacíos de la historia nacional. Pablo Cardoso, en el mismo sitio, exhibe 4 cuadros de óleo sobre lienzo que completan su ciclo ‘Caudal’. En sus pinturas la naturaleza se mueve como si pretendiera devorar al espectador.

Una de las muestras paralelas de la bienal es la de Ilich Castillo, ‘Algo Después’, en el Museomático, donde reflexiona sobre lo accidental. (I)