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La retrospectiva explora su carrera desde la década del 20 hasta la del 70

La vanguardia de Lam se exhibe en el Tate Modern

El artista produjo una serie de grabados para ilustrar la obra de poetas y escritores que admiraba.
El artista produjo una serie de grabados para ilustrar la obra de poetas y escritores que admiraba.
Foto: Ö Albissola Archives / Centro Pompidou
19 de septiembre de 2016 - 00:00 - Leonardo Boix, Corresponsal para EL TELÉGRAFO en Londres

El Tate Modern de Londres inauguró la primera retrospectiva del artista cubano Wilfredo Lam en Gran Bretaña. Es un recorrido único por la obra del vanguardista nacido en Sagua La Grande, en Cuba.

La exposición, abierta hasta el 8 de enero de 2017 y que incluye más de 200 cuadros, dibujos, fotografías y grabados, explora 6 décadas de carrera artística del pintor, desde la década del 20 hasta la del 70.

“Su obra definió nuevas formas de pintura en un mundo poscolonial y fue recibida durante su vida con consternación, como también con aclamación”, explicó el comisario del Tate Modern.

“Como artista latinoamericano de descendencia china, española y africana, Lam se ubicó siempre entre el Occidente y el Oriente, combinando prácticas tradicionales, ideas surrealistas con una originalidad absoluta”, agregó.

Wilfredo Lam, nacido en 1902 e hijo de padres mestizos, realizó muchos viajes durante su vida, además de vivir tanto en Centroamérica como en Europa en períodos de grandes cambios políticos, sociales y culturales.

La variada herencia multicultural de Lam así como su relación con la santería, que mezcla mitos yoruba y rituales africanos con aspectos del catolicismo, se manifestaron extensamente en la obra del artista.

La exposición en el Tate Modern, organizada con el Centro Pompidou y el Museo Nacional de Arte Moderno, en París, y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid, se inicia con cuadros producidos por Lam en sus primeros años en España, tras su aprendizaje artístico en La Habana y en la capital española.

De ese período se destaca el ‘Autorretrato’ de 1926, donde Lam retoma ideas clásicas de la pintura y aparece el primer destello de su genio. Sin embargo, el artista latinoamericano comenzó a explorar a partir de entonces los movimientos vanguardistas europeos, especialmente el surrealismo, como se evidencia en ‘Composición I’ (1930).

Tras la trágica muerte de su esposa y de su hijo por tuberculosis, Lam se sumó a la causa republicana durante la Guerra Civil Española, pero se vio obligado a abandonar España en 1938. Su siguiente destino sería París, donde conoció a muchos artistas del movimiento surrealista, entre ellos Pablo Picasso, uno de los mayores residentes en su obra.

Fue justamente su amistad con Picasso que parece influyó en la obra de Lam, ya que desde entonces experimentó con técnicas de vanguardia para la época inspiradas principalmente en el arte de la Antigua Grecia y África, como ejemplifican los cuadros ‘Figura’ (1939) y ‘Joven mujer sobre fondo verde claro’ (1938).

De regreso a París y forzado a abandonar la capital francesa en 1940 tras la ocupación Nazi, Lam se trasladó al puerto de Marsella, donde se sumó a André Breton y otras luminarias de la época como Claude Lévi-Strauss y André Masson. También participó de proyectos artísticos grupales como ‘Dibujo colectivo’ (1940), el diseño surrealista de un mazo de cartas de Tarot, y su serie de bosquejos ‘Carnets de Marsella’(1941).

La muestra en la Tate Modern de Londres reevalúa las principales obras de Lam dentro del contexto político y cultural luego de su regreso a Cuba en 1941.

Después de 18 años de vivir en Europa, y de dos exilios forzados, Lam admitió sentirse muy decepcionado al encontrar en su patria  una corrupción galopante, racismo subyacente en la sociedad y una pobreza que crecía. Fue así como respondió a esas coyunturas, con una serie de trabajos sobre lo que significaba ser cubano.

Durante ese período, el artista creó obras que combinaron el mundo animal, el de las plantas y de las formas humanas, utilizando símbolos del movimiento del Ocultismo cubano y creencias afrocaribeñas, ejemplificadas en cuadros como ‘El presente eterno’ (Homenaje a Alejandro García Caturla, 1944), ‘La boda’ (1947) y ‘El umbral’ (1950).

En esos años logró desarrollar un estilo propio en el que combinaba el surrealismo y el cubismo con el espíritu y formas del Caribe.

En 1953, Lam abandonó una vez más Cuba con destino a Europa, donde expuso frecuentemente junto al movimiento CoBrA (el cual surgió en el París de postguerra, entre 1948 y 1950, y fue fundado por artistas provenientes de los Países Bajos y Escandinavia.) que reaccionaba contra la rigidez de la abstracción geométrica en boga en la década de los 40, y que tenía una preferencia por la espontaneidad y el rechazo de teorías preestablecidas, un primitivismo y una violencia deliberados.

Dentro de ese grupo que Lam conoció al artista danés Asger Jorn, con quien entabló una amistad de muchos años. Junto a Jorn viajó a Albisola Mare, el pequeño pueblo en la costa italiana, donde el cubano crearía un gran número de obras hasta el final de su vida. Durante los años 60, Lam trabajó junto a Lucio Fontana y artistas del movimiento Situacionista, experimentando con nuevos materiales como la terracotta.

Así crearía más de 300 cerámicas en 1975, utilizado símbolos provenientes de suspinturas y dibujos. Hacia el final de su vida, el artista produjo una serie de grabados para ilustrar la obra de poetas y escritores a quienes admiraba, entre ellos el poeta francés René Char, el  poeta rumano Gherasim Luca y el escritor  Jean-Dominique Rey.

Lam no dejó de pintar ese mundo de lo fantástico y surreal hasta su muerte, ocurrida en París el 11 de septiembre. Su arte es hoy un ejemplo formidable de lo mejor que dio al mundo el surrealismo, y un claro exponente del vanguardismo latinoamericano en la pintura moderna. (I)

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