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El Telégrafo
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Entrevista / Humberto Robles / dramaturgo, guionista y activista defensor de derechos humanos

"La telenovela es un formato; son los contenidos los que la hacen mala"

"La telenovela es un formato; son los contenidos los que la hacen mala"
Foto: cortesía
06 de diciembre de 2016 - 00:00 - Paula Mónaco Felipe, corresponsal en México

Humberto Robles (Ciudad de México, 1951) parece tener el don de la ubicuidad. Está en las calles: participa en protestas en contra de feminicidios, represión, desapariciones forzadas y una extensa lista de injusticias que laceran a México. Está en las redes sociales: tuitea y postea sin pausa información relevante que se genera en cualquier lugar del planeta. Está en televisión y en teatro: igual escribe guiones de telenovelas que obras de denuncia social.

Defensor del teatro útil y del copy left, se ha transformado en uno de los dramaturgos mexicanos más exitosos en el exterior. Su obra Mujeres de Arena, por ejemplo, ha sido montada por 130 compañías en varios continentes. Humberto Robles no siente tensión alguna entre sus libretos comerciales y los de tinte político: en todos busca promover discusiones con miras a un mundo más justo. Platicó con este Diario en el barrio de Coyoacán, donde vive con su esposo, el abogado cubano Orlando Alemán.

A sus 50 años ya escribió 28 obras de teatro y más de 20 guiones de telenovelas, ¡muy prolífico!

Empecé joven. A los 8 años escribí cuentos que salieron en Radio Universidad y desde que era muy chico empezaron a publicarme. Como dramaturgo inicié en 1991, cuando gané un premio nacional de teatro histórico. Desde entonces no he dejado de escribir. He hecho obras en 2 semanas y otras me tomaron 5 años. A veces me preguntan ¿qué haces en tus ratos de ocio? Respondo ‘escribir’ porque es lo que hago en mis horas de trabajo y también de ocio.

¿Es un escritor compulsivo?

No. Soy como la ballena que confunde el azul del cielo con el azul del mar: no encuentro diferencias, escribir es placer y necesidad. En mis textos saco la rabia por lo que se vive en el país y en el mundo, pero escribir es para mí una sensación absolutamente placentera, un deleite. Entro en una especie de trance; constantemente estoy escribiendo obras y luego puliéndolas.

¿Por qué la mayoría de sus obras son públicas y gratuitas?

Porque es lo que llamamos ‘teatro útil’, social y político. Las obras tienen una licencia sumamente anarquista, copy left en lugar de copy right: las puede usar cualquier persona en cualquier parte del mundo siempre y cuando cumpla con una cláusula que es conservar idéntico el texto. No lo hago por ser un autor vanidoso sino porque están basadas en testimonios de otras personas y si ellos me los confiaron, no puedo permitir que los modifiquen. Las obras están en internet y yo no gano dinero, no me importa, la idea es difundir y cuando existen ganancias van a las organizaciones. Ha sido extraordinario este sistema: a Mujeres de Arena, que trata sobre los feminicidios en Ciudad Juárez, la han montado 130 grupos en 13 países incluyendo tres continentes (Oceanía, Europa y América), debe ser uno de los textos mexicanos contemporáneos más montados en la actualidad.

¿Cómo surgió la idea de hacer esto que llama teatro útil?

Mujeres de Arena fue mi primera obra de ese tipo. En 2002 varias integrantes de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, una organización que combate los feminicidios, se acercaron a un movimiento cultural donde estábamos (la actriz) Vanessa Bauche, (el actor) Juan Ríos y personas que ahora están posicionadas en la escena nacional. Nos entregaron testimonios escritos y queríamos armar una acción en el Zócalo, entonces me pidieron escribir algo rápido. Surgió un texto en ese formato: el teatro de emergencia que como autor debes tener capacidad de lograr cuando hay problemas sociales.

Empecé a montar la obra en México pero enseguida comenzó a multiplicarse en otras partes del mundo; y a partir de eso comenzaron a acercarse otras organizaciones como los hermanos Cerezo, los papás de la Guardería ABC y el subcomandante Marcos (del EZLN), quien nos dio a Carmen Huete y a mí los testimonios de las mujeres de Atenco con los cuales armamos dos obras: Mujeres sin miedo y Flores de Atenco. Después leí que Bertol Brecht ya hablaba de teatro útil; él fue quien acuñó la expresión porque decía que era necesario hacer obras sobre problemáticas actuales aunque fuera efímero.

Como muchos artistas en México, se gana la vida trabajando en telenovelas y proyectos comerciales. ¿Cómo combina eso con obras de compromiso social?

Trabajar en la televisión es un ejercicio excelente porque nunca vas a escribir tanto como ahí: a diario debes entregar dos capítulos. Muchos autores dicen ‘escriba usted una página al día y será un gran escritor’… yo escribo 40 páginas al día. Creo que eso ejercita el músculo del cerebro pero además, ahora, tengo la suerte de trabajar con una productora que está interesada en hablar de mujeres, diversidad y otros temas, y a mí me toca colar este tipo de mensajes en las telenovelas, entonces no siento una división de mis mundos laborales.

¿Puede hablar de los mismos temas en ambos mundos?

En muchos casos sí, depende de la producción o del canal en donde trabajes. Si me obligaran a hablar de otro tipo de cosas no lo haría, no voy a sacrificar mis principios. Pero quienes trabajan ahora conmigo, que ya hemos hecho 4 telenovelas, me piden muchos temas sociales. Por ejemplo, en la última hablamos de homofobia, homosexualidad y adopción por parejas del mismo sexo, temas que los medios hegemónicos no tocan o lo hacen con una visión contraria. ¡Nosotros estamos filtrando estas ideas a un medio que tiene una audiencia de 40 millones de personas!  

¿Cree entonces que se puede sortear la eterna discusión sobre satanizar o no a medios masivos?

Los medios masivos se han encargado de ganarse la mala imagen porque se han burlado de la mujer y la han cosificado, igual que a los gais. La broma más fácil es la loquita de la peluquería, la mujer golpeada, el macho, pero eso está cambiando: ahora hay productores que te piden hablar de otros temas y ya no quieren como protagonista a una mujer abnegada sino trabajadora y ‘luchona’. La televisión se está viendo obligada a filtrar otros temas y a entrar a la modernidad porque se habían quedado en 1950. Hay productores preocupados por buscar nuevos contenidos; me parece que se debe aprovechar esta crisis.

¿Hay una evolución? ¿Están mejorando los contenidos de telenovelas?

Estamos viviendo el parteaguas. Se dieron cuenta de esta crisis y están empezando a producir, a cambiar las temáticas; en adelante se verá si la televisión hablará de temas importantes conservando el melodrama y otros elementos indispensables. No estoy reñido con el género, no creo que la telenovela sea de por sí mala como se prejuzga también que el cabaret es de borrachos. La telenovela es un formato, son los contenidos y los temas los que la hacen mala.

Es usted un crítico del sistema oficial de teatro en México, de las becas, ¿por qué?

Con su sistema de becas, el Estado ha cooptado a los creadores. El arte y la creación nacen de la necesidad de la rebeldía, entonces cuando el Estado te da una beca y no tienes necesidades, dejas de criticar. Por eso en estos tiempos se hacen obras individualistas como el posdrama, que es hablar de nada. En México los teatreros que entran en ese sistema se hacen parte del régimen: les dan una beca por nómina, montan sus obras y ya; dan 30 funciones con autores renombrados o en teatros oficiales; van a festivales y luego a pedir otra beca. Están anquilosados en un sistema donde los que son becarios después son jurados y favorecen a sus amistades, se hace un círculo perverso. Que se repartan el dinero entre ellos es parte de la corrupción en este país, pero lo fuerte es cómo han bajado los contenidos: ya no hay crítica al Estado ni al sistema, además de que han dejado de pensar en colectivo.

¿Sobre cuáles temas cree que debe hablar el teatro en México?

En un momento se escribía muchísimo sobre la represión de 1968, feminicidios y otros temas sociales, pero de pronto muchos autores han quedado rezagados; no están hablando de los problemas actuales como Ayotzinapa, que yo creo debieran ocuparnos. Cuando alguien dice ‘la gente no quiere teatro de eso porque ya lo ven en las noticias’ les cuestiono ¿entonces por qué van a ver Mujeres de Arena hasta hoy? Escribimos esa obra sobre feminicidios en Ciudad Juárez para dar tres funciones y no ha dejado de presentarse desde hace 14 años. La realidad nos dio en la cara: nos dimos cuenta de que la gente lee el periódico, ve las noticias, pero no quiere evadir la realidad en el teatro sino verla de otra manera.  

Masacre, represión o injusticia que ocurre es causa en la que usted está presente, sea como asistente o escritor. ¿Por qué lo hace?  

Porque creo que la creación artística debe tener utilidad. Pese al dolor que implica, me causa placer que mis obras no nazcan en un escritorio imaginándome qué habrá sentido la mamá de una víctima: voy a manifestaciones, hablo con ellas, las entrevisto, me acerco a las organizaciones. Mi trabajo tiene visión periodística, soy un periodista frustrado. No puedo distinguir el activismo de la escritura porque van de la mano, una nutre a la otra, y he entendido que el teatro puede ser una herramienta a favor de luchas y organizaciones. (I)

Cartel de una de las obras escritas por Humberto Robles, que  fue llevada al teatro por Carles Solsona. Imagen: cortesía

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