Gabriel Zamora explora en los colores festivos
La obra de Gabriel Zamora (Cuenca, 1982) juega con lo cotidiano y anónimo para completarlo con color y surrealismo. Una parte de sus registros diarios, en la libreta en la que lo dibuja todo, se han convertido, durante los últimos cuatro meses, en cuadros. Con ellos presenta Romper para ver por dentro, su cuarta muestra individual y la primera en Quito, que se inaugura hoy en la sede de la Alianza Francesa.
Los 45 cuadros que componen la exposición son parte de su selección personal. Zamora confiesa que su poder de comunicar lo traslada siempre al dibujo, por medio de él se expande, rompe las barreras del lenguaje y tiende a distorsionarse con la mirada de otro. A través de la pintura, el autor practica una metodología a la que considera una forma de “deconstrucción de todo material como indicio de progreso”.
El historiador de arte español Julio César Abad Vidal caracteriza el trabajo del cuencano por el “empleo de colores vivos dispuestos sin gradaciones cromáticas, y en cuyas composiciones se ocupa, las más de las veces, de escenas festivas”. Abad Vidal relata que el autor identifica a “su brillante trabajo pictórico” como “un horror vacui que, en su caso, se ofrece mediante la profusión de patrones geométricos no enteramente ortogonales. Sus pinturas parecieran el resultado de agitar en una coctelera el fauvismo, la psicodelia y la cultura popular”.
Estos aspectos se destacan en las muestras que Zamora presentó con anterioridad. En Fin de Fiesta, la primera de ellas, recurría a recursos como el reflejo de objetos inertes y la vida de silvestre dentro de lo cotidiano. Para el crítico Carlos Vásconez, los cuadros de Gabriel Zamora “se incendian como las fiestas populares, con guirnaldas y luces aéreas”.
La muestra que el autor presenta desde hoy, a las 19:00, en la Alianza Francesa de Quito se extenderá hasta el 31 de enero. (I)
