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Fragmentos de Junio inaugura su edición 15

Observadores nocturnos es una obra de Zona Escena. Este año participan Michelle Mena, Maribel Domínguez, Jorge Parra, Mario Suárez y Vanessa Guamán.
Observadores nocturnos es una obra de Zona Escena. Este año participan Michelle Mena, Maribel Domínguez, Jorge Parra, Mario Suárez y Vanessa Guamán.
Foto: cortesía
22 de junio de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Este año el Festival de danza contemporánea Fragmentos de Junio celebra su 15 edición. Cada capítulo ha sido distinto, ha tenido sus crisis, sus postergaciones, pero nunca ha carecido de persistencia. Hoy la Corporación Zona Escena, anfitriona del encuentro, dirigida por el bailarín Jorge Parra, monta una vieja propuesta (Observadores Nocturnos), rediseñada con mapping y menos cuerpos sobre el escenario. Con esta obra se inaugura el encuentro, a las 20:30, en el Teatro Sánchez Aguilar.

En 2001, la agrupación montó por primera vez esta pieza con 14 intérpretes y una escenografía con telas colgantes y un vestuario recargado. Ese año, en el festival Alas de la danza, la propuesta que hace alusión a cuatro etapas de la cultura Manteña-Huancavilca, ganó el Premio a Mejor Vestuario. Jorge Parra recibió un galardón como mejor intérprete del festival. 

Dieciséis años después, la propuesta tiene intérpretes  ausentes     —ahora son solo 7— y una adaptación más minimalista, donde la escenografía está trabajada a partir de ilustraciones de Hugo Romero y un trabajo en mapping, del artista visual Jackson Tenezaca. La música es una propuesta de Toño Cepeda.

En esta edición la obra “ha dejado lo esencial en el cuerpo, hay menos bailarines, pero se ha enriquecido mucho”, dice Parra.

Fragmentos de Junio nació en 1993 desde la disidencia. Un día, cuando los empleados de la Casa de la Cultura núcleo Guayas iniciaron una huelga, los miembros de la escuela de danza decidieron bailar y no parar. Jorge Parra había asumido la dirección y decidió que, en lugar de cerrar la escuela, el mejor camino de protesta era mostrar al público los proyectos que tenían en gestación. De pronto llegaron bailarines de todo el país y la danza duró dos meses: de inicios de junio a finales de julio. Mientras todo parecía detenerse, la danza no daba tregua.

Desde entonces, una de las propuestas del encuentro ha sido trabajar con residencias creativas, en las que distintos lenguajes corporales entran en diálogo. Este año hay cuatro talleres.

Gilsamara Moura, de Brasil, abrió el programa de residencias con su propuesta ‘Diálogo Mestizo’. Esta semana los argentinos Martin Piliponsky, Matías Mahmud Ortolá y la bailarina inglesa Kirstie Simson proponen el taller Escucha profunda. 

Pilonsky y Simson, como bailarines, y Mahmud, en la música, trabajan desde las posibilidades de expansión que les da la improvisación para habilitar un diálogo entre cuerpos distintos. “Todo el tiempo estamos cocreando, desde el ahora, desde la respiración, desde la observación, desde la escucha”, dice Mahmud. Pilonsky agrega que “ni él toca para mí, ni yo bailo para él. Potenciamos la escucha para vivir una experiencia de lo que es el otro”.

Mañana Julio Huayamave, de Thame, Teatro de Artesanos, presenta una “performance para espacios no convencionales cuya temática aborda las dimensiones de ser cuerpo desde lo primigenio a su extensión por el uso de instrumentos que devienen en tecnofantasías”. La programación tiene como sedes el Sánchez Aguilar, el MAAC, El Altillo, la Universidad de las Artes y Estudio Paulsen. Concluirá el 30 de junio. (I)  

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