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enNingúnlugar: bailarines que estudian el cuerpo

De izquierda a derecha: Humberto Vega, Sofía Quiroz y Luis Rubio presentarán Las últimas cosas.
De izquierda a derecha: Humberto Vega, Sofía Quiroz y Luis Rubio presentarán Las últimas cosas.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
24 de septiembre de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

El cuerpo en la guerra

El cuerpo es el ‘artefacto’ con el cual se dispara, se violenta y ataca. El grupo mexicano enNingúnlugar, integrado por Luis Rubio, Sofía Quiroz, Humberto Vega y Eli Jiménez, está consciente de la violencia que los rodea. Su punto de acción es Querétaro, ciudad en donde se ha popularizado el canto de narcocorridos y la que uno de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos pretende resguardar sus fronteras con un muro.

En esta ciudad fundaron La Trinchera, un estudio de trabajo continuo y colectivo sobre el cuerpo. En su manifiesto profesan “en el movimiento una resistencia inmediata, poética y contundente para la deshumanización de la sociedad”.

Los cuatro estudiaron en la misma escuela de danza, en Mazatlán. Ahí su curiosidad por el cuerpo evolucionó en una serie de investigaciones que derivan en la búsqueda de la naturalidad del cuerpo, saliéndose de lo académico y tradicional.  

Su trabajo parte de técnicas como la del psicofísico, que prioriza un entrenamiento funcional y estudia las relaciones entre mente, cuerpo y resistencia. Trabajan con piso móvil y otras tendencias físicas que rompen con lo clásico para adaptarlos a su búsqueda experimental.

“Queremos un cuerpo al que no se le imposte nada, que orgánicamente pueda apropiarse de un espacio, conjugar con otro cuerpo, con una superficie. Nos gusta la idea de no ser bailarines y ser estudiosos del cuerpo”, manifiesta Rubio.

En un contexto de violencia, enNingúnlugar traslada el cuerpo que se usa para disparar, violentar y atacar a un uso sensible. “Es una manera de abordar lo que vivimos y llevarlo hacia otros rumbos”, dice Luis Rubio.

El cuerpo ritual

Su investigación sobre el cuerpo está distante al folclor, a las tradiciones que existían en el territorio antes de la colonización. Aun así, su trabajo con el cuerpo es ritual.
“Tenemos la idea de un trabajo ritual como forma de entendimiento, de comunicación y conexión del uno con el otro”, expresa Quiroz.

Rubio agrega que ese principio ritual tiene que ver, como en los chamanes, con “entrar en estados alterados, en los que el individuo es más consciente del lenguaje corporal de su cuerpo; estimularse para alcanzar a vivir y comunicar la emoción por la que atraviesa”.

Los integrantes de la agrupación desarrollan distintas investigaciones sobre el cuerpo. Rubio lo hace desde ‘El cuerpo conjugado’. “Se trata de un estudio de la naturalidad del cuerpo a través de herramientas de apropiación espacial en las que el ser se reconoce a sí mismo para habitar de manera eficiente y sensible el espacio”, explica Rubio.

El proceso empieza en lo individual para desembocar en dinámicas de relación con el espacio y otros cuerpos. “Es un estudio sobre la importancia del encuentro del cuerpo con otros cuerpos y lo que eso implica no solo a nivel dancístico, sino humano y social”, explica Rubio.

Sofía Quiroz llama a su estudio ‘Instrucciones para desaparecer’. Se trata de una investigación social que inició en Colombia, en casas de cultura para niños y jóvenes en situaciones de conflicto. Cuando se hace en al menos dos semanas se convierte en un laboratorio de investigación del lenguaje. Quiroz se vuelve una guía en la que los estudiantes determinan el accionar de su cuerpo a partir de lo que han dicho sobre su entorno.

La investigación de Humberto Vega se llama ‘Accionar el cuerpo’ y tiene que ver con el entendimiento del peso corporal. “No importa el tamaño ni el volumen físico, solo entender tu peso para caminar; no importa cómo es tu cuerpo sino aprender a utilizar tu peso para transitar y avanzar en el espacio con acciones simples”, señala Vega.

El cuerpo natural

Los integrantes de esta agrupación parten de la idea de que actualmente “el movimiento del ser humano se limita”. “Uno se acuesta, se sienta, come y mueve la mano. Hay un montón de limitaciones cuando el cuerpo es sumamente poderoso e inteligente. Los animales están en un hábitat peligroso, con un montón de arquitecturas a las que todo el tiempo se están adaptando, se cuelgan de una a otra. Explotan toda su capacidad, no desde la idea de lucirse sino desde lo funcional, desde su necesidad y dentro de esa arquitectura juega”.

El juego con el espacio y el cuerpo del otro es una de las prioridades de su búsqueda. “Creemos que existe un montón de información necesaria sobre el movimiento que hay que recuperar y estudiar”, comenta Rubio. 

A la distancia están las estéticas. “Todos los cuerpos son distintos. Los cuerpos son cambios de paradigmas. No se trata de ser un bailarín con un estereotipo, sino de ser escénico, una persona que comunica. Esa persona puede estar inmersa en un cuerpo muy grande, muy delgado, pero su trascendencia está en lo que comunica y lo que no. Eso lo vuelve más amplio y maravilloso”, concluye Luis Rubio. (I)

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