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El Espacio incluye un Museo de Arte e historia

En la Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, la memoria tiene mil formas

Dos escáneres continúan con el proceso de digitalización del repositorio, que inició en 2014. En la biblioteca virtual estarán fondos que abarcan 5 siglos de historia.
Dos escáneres continúan con el proceso de digitalización del repositorio, que inició en 2014. En la biblioteca virtual estarán fondos que abarcan 5 siglos de historia.
Foto: Mario Egas / EL TELÉGRAFO
05 de junio de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Hay libros publicados desde el siglo XVI y unos están en un armario que perteneció a Gabriel García Moreno, un mueble del que se han conservado hasta los cristales, que reflejan la luz opacándola apenas por el desgaste que causa el tiempo. Se trata de una parte del acervo de la Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit (Beaep), donde se atesoran 300 mil libros, 20 de los cuales son incunables ecuatorianos y 40 mil que están digitalizados.

El repositorio, ubicado al norte de la ciudad, donde funcionaba el Colegio Noviciado de Cotocollao, parece haber roto las fronteras del tiempo, pero no solo guarda títulos históricos, sino una hemeroteca (llevan 9.400 revistas ecuatorianas escaneadas), un Museo de Arte e Historia, un herbario y otras colecciones diversas.

Dos máquinas llegaron hace dos años al Departamento de Digitalización. Libros, archivos, legajos, periódicos, revistas o fojas sueltas se escanean para conservar una copia de lo que contienen y a la que se podrá acceder desde cualquier parte del mundo. Cerca de ese lugar, en uno de los pasillos largos que conduce al Museo, el padre español Francisco Piñas organizó la información que iba digitalizando en más de un millar de DVD, donde están, por ejemplo, las cartas dirigidas al expresidente Eloy Alfaro y que ya se pueden ver en internet.

El museo cuenta con bienes diversos, expuestos en los pasillos. En la capilla de la Beaep está una muestra de pintura y escultura que va del siglo XVI al XVIII. Foto: Mario Egas / EL TELÉGRAFO

Los documentos más valiosos de la biblioteca fueron los primeros en trasladarse al formato digital, entre estos están los libros publicados antes de la llegada de la primera imprenta al país, en el siglo XVIII; los manuscritos históricos del padre Juan de Velasco; la letra del Himno del Ecuador, de Juan León Mera, y la primera edición de su novela Cumandá, por nombrar algunos. Cada original se conserva en bóvedas.

Piñas, quien lleva 3 décadas en el país, tiene una Colección de Mariposas del Ecuador que tiene 25 años renovándose y se ha convertido en la más grande de la nación.

Al inicio, él colectaba, clasificaba y disecaba a los insectos. Ahora, está dedicado a ponerles nombres, pues es el primero que los describe. En una de las oficinas aledañas están archivadas las 25.000 fotos que ha hecho Piñas y los 25 libros que ha publicado sobre sus investigaciones. En el pasillo donde muestra su colección hay más de 200.000 mariposas.

“En Ecuador está el 10% de las especies de mariposas del mundo”, explica el padre, un dato que sorprende al tener este país apenas el 2% de tierra firme del planeta. La biodiversidad nacional es algo que conoció a mediados de los setenta y lleva la mitad de su vida en estas tierras. Más de 3.000 cajas guardan mariposas que todavía no han sido descritas.

Un recorrido reprográfico

Las máquinas de reproducción de documentos que llegaban al repositorio (creado como homenaje al centenario de la República del Ecuador, en mayo 1930) se muestran en otro de sus pasillos.

Aparecen los primeros aparatos eléctricos inventados para fotocopiar, máquinas registradoras, unos que producen microfilmes y otros donde estos pueden visualizarse. Los procesadores de textos, anteriores a los computadores, también están expuestos. Reconstruyen un testimonio tras los documentos.

La restauradora Gabriela Salazar, en una de las 10 salas del Museo de Arte e Historia de la Beaep, donde se exhiben piezas de la Escuela de Arte Quiteño. Foto: Mario Egas / El Telégrafo.

Un lugar para el arte colonial, republicano y moderno

El Museo de Arte e Historia de la Beaep tiene una decena de salas, una de las cuales está dedicada a la Escuela Quiteña y donde se recogen, a través de muestras, las técnicas de ejecución de sus obras destacadas.

El encarne brillante de las vírgenes esculpidas (obtenido solamente con bruñidos y pulidos naturales) por esta escuela destaca frente a las técnicas europeas. Los ojos de las figuras fueron hechos con vidrio para reforzar cada expresión, explica la restauradora Gabriela Salazar.

“La creación de muchas vírgenes se le atribuye a Bernardo de Legarda, a veces de forma equivocada”, recuerda la artista mientras se acerca a las piezas colocadas en una hornacina que lleva detrás la marca jesuita de un sol con letras.

La virgen que contiene es de un rostro que se distingue de otras y cuya pieza original se encuentra en el nicho central del retablo mayor de la Iglesia de San Francisco. Al restaurar esta, cuenta Salazar, se descubrió un gozne, que sostenía su mano al resto de la escultura, con la firma oculta de Legarda.

El único herbario histórico del país

El herbario Padre Luis Sodiro es parte de la Beaep desde 1968 y contiene unos 13.500 especímenes. Las colecciones botánicas documentan el paso del tiempo por la naturaleza. Una parte de los archivos, que incluye registros de plantas extintas, también se está digitalizando y es preservada por Sara Ruano. (I)

El padre Francisco Piñas muestra su colección de mariposas, que es la más grande del país. El archivo cercano contiene medio millón de documentos históricos. Foto: Mario Egas / EL TELÉGRAFO

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