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El viaje de las formas inspira a la exposición de Patricio Dalgo

Patricio Dalgo junto a su serie Organismos, en la que pueden apreciarse formas como las de una medusa o un hongo dibujadas con curvígrafo.
Patricio Dalgo junto a su serie Organismos, en la que pueden apreciarse formas como las de una medusa o un hongo dibujadas con curvígrafo.
Fotos: Mario Egas / El Telégrafo
11 de noviembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Alguna vez, el artista quiteño Patricio Dalgo pasó la Navidad en Sao Paulo. Tal como ocurre en los países tórridos, esa época del año es verano, un verano abrasador. “Pero las decoraciones son muñecos de nieve”. Esa idea de la Navidad nevada se ha vuelto global por procesos de colonización, ya sea a la fuerza o no: el cristianismo fue impuesto a punta de conquistas, pero la idea de la nieve la tenemos porque es esa la representación de diciembre que ha mostrado en todo el mundo el cine estadounidense.

Esa migración cultural es central en la más reciente muestra de Dalgo, Urdir el horizonte, que se exhibe en Más Arte Taller Galería (Av. 12 de Octubre y Abraham Lincoln, edificio Mirage) hasta el 1 de diciembre.

Hay un segundo factor sobre el que ha trabajado Dalgo en esta muestra: las formas, sus cambios y adaptaciones. En un recorrido por la muestra, se puede apreciar un juego entre las formas orgánicas de la naturaleza y las que ha producido la cultura.

La serie Organismos está conformada por cinco pinturas que crean formas naturales, entre las que hay una medusa, un hongo y una planta carnívora. La medusa ha sido creada usando un curvígrafo, un tipo de regla llena de curvas que se usa en la arquitectura, mientras que la planta carnívora surge de juntar por el respaldar dos muebles Luis XV.

No solo que las formas y los colores (distintos tonos de verdes, cafés y amarillos) y las siluetas remiten a las técnicas de la investigación  botánica, sino que estas pinturas ponen en perspectiva cómo las invenciones culturales (como el arte o la arquitectura) toman sus formas de la naturaleza, como ocurre con los diseños arquitectónicos del barroco y los muebles Luis XV.

El artista ha revertido la ecuación: utilizar las herramientas de la cultura para crear formas de la naturaleza.

El árbol dórico

Una pintura de 70 cm x 294 cm muestra las raíces y el inicio del tronco de un árbol que, en una transición violenta, termina convertido en una columna dórica adornada en la parte superior con un diseño inspirado en las hojas de acanto. Estas figuras, muy populares tanto en el barroco español e italiano como en el rococó francés, pueden apreciarse, por ejemplo, en la Iglesia de la Compañía, en Quito.

Titulada ‘Los monolitos anclados’, en esta obra, al igual que en la serie anterior, todo se trata de las formas y cómo “la cultura se apropió de la naturaleza. Y [estas formas] llegan acá por todo el proceso colonial”.

Dalgo se define como un artista conceptual, pues empieza a estructurar su obra en función del concepto, aunque marca una distancia con el arte conceptual histórico de Estados Unidos, que “quería desmaterializar la forma. Si bien yo parto de esas ideas y los análisis de esa investigación, a mí me gusta concretar en formas”.

Dalgo va un poco más allá con ‘El trinar inerte’, un cuadro en el que se representan dos pájaros de porcelana. Estos se vuelven una decoración y “al final no son pájaros, sino piezas cerámicas. Ya Magritte nos lo dejó claro con ‘Esto no es una pipa’. Parto de la misma idea, de apropiarme de estos contenidos culturales... la cultura se apropió de las formas naturales”, dice el artista.

Cobalto azul

Al pensar en los desplazamientos geográficos o la migración de las formas, ‘Narrar un caudal’ es una de las obras más elocuentes en función de la tinta con la que ha sido elaborada. “En el arte contemporáneo, el material pesa”, dice Dalgo, y es por eso que estos cuadros están hechos con tinta china de color azul cobalto. Se trata de representaciones de formas óseas diseñadas con la superposición de adornos encontrados en vajillas chinas. Una idea que el artista califica como escultórica.

“Superpuse varios elementos de las vajillas orientales y europeas, y copié las formas. Las siluetas que quedaron, después las repito con una tinta china, un color que tuvo un desplazamiento desde Asia hasta América”, cuenta el artista, que agrega que «son como estructuras óseas, pero muy decorativas».

Otros trabajos componen Urdir el horizonte, que también ahonda en ideas como la fragilidad de la memoria y que incluye una nueva versión del ready-made, un hand-made. La muestra, que tiene de fondo un trinar de pájaros registrados en una grabación cuadrafónica, (parte de la obra ‘Fantasmagoría de una entonación’), estará abierta hasta el próximo 1 de diciembre. 

‘Narrar un caudal’ es una serie de pinturas en color azul cobalto en la que Dalgo ha convertido los diseños de vajillas chinas en imágenes que parecen huesos.

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