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Entrevista / Javier Porta Fouz / director artístico del Bafici, curador de contenidos de la plataforma Qubit.tv, periodista y crítico de cine

"El cine latinoamericano aún no encuentra a su público"

"El cine latinoamericano aún no encuentra a su público"
Foto: Cortesía
15 de diciembre de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

El argentino Javier Porta Fouz es una de las voces más actualizadas para reflexionar sobre lo que sucede en el cine contemporáneo. Además de ser  el director artístico del Festival de Cine de Buenos Aires (Bafici) y el curador de contenidos de la plataforma de video on demand (VOD) Qubit.tv, fue editor de la revista especializada El Amante y ahora es crítico cinematográfico del diario La Nación, de Argentina.

En una conversación virtual, Porta insiste en la idea de garantizar a los públicos un consumo de películas diversas y que dialoguen con cines de otros países, no solo filmes nacionales ni de Hollywood. También reconoce que el rol y el peso de la crítica son distintos que hace dos décadas, cuando tenía más eco.

¿Siente que la crítica de cine tiene peso en los espectadores?

La crítica tiene cada vez menos predicamento. Solo algunos medios y para ciertos públicos pueden influenciar en el éxito o fracaso de una película. Y eso pasa cada vez menos. La crítica, lamentablemente, no tiene el poder de generar un interés por la diversidad que hay en el cine a un público muy amplio. La crítica no es tan influyente como lo fue hace dos décadas. Hoy en día, en Argentina, a 18 años del estreno de El sabor de las cerezas, la crítica no podría provocar ese fenómeno que  generó, por lo menos en la misma magnitud, en el año 98, cuando la película de Abbas Kiarostami llegó a los 130.000 espectadores, con una o dos copias.

¿Por qué el público no amplía su mirada sobre el cine?

Hay algo muy malo que viene sucediendo hace unos 15 años o más, y es la intensificación de la concentración del público en pocas películas. En casi todos los mercados, hoy en día, las diez películas más vistas del año se llevan el 50% de espectadores, incluso creo que está arriba del 60%. Estamos hablando de una concentración que no es buena para la variedad, para la formación del público. Hay gente que ve estas cintas de lanzamiento global porque son acontecimientos sociales construidos como imperdibles e, incluso, hay gente a la que no le interesa esa película, pero que la ve porque todos la ven. Y claro, hay otros filmes que no tienen la oportunidad de encontrar la asistencia requerida porque no pueden competir con esos lanzamientos.

¿A qué se debe ese fenómeno?

Cuando empecé a escribir sobre la concentración en el cine, hace más de diez años, dije que debería trabajarse para que no se estrenen películas con más de cien copias, pero años después cien copias significaban un lanzamiento chico. También ha surgido la idea de la película como acontecimiento, que son éxitos que desembarcan en el país, se estrenan con una cantidad impresionante de copias y que hay la obligación de verlas; es una especie de ansiedad social. Lo mismo pasa con las series, a las cuales se las quiere ver al instante para comentarlas enseguida.

Algo medio pernicioso que sucede es que la gente habla de una serie en el momento en que la están pasando y unos años después, nadie, poquísimas personas, las ven porque ya perdieron ese factor de conversación. Y hay otra cosa que me preocupa mucho, que no sé si en Ecuador pase y es que acá existe un crecimiento en el cine de funciones dobladas al español de películas que no son para niños y en funciones trasnochadas. Hay una especie de desidia del público adulto, el cual acepta películas dobladas en lugares donde antes se daban subtituladas. Eso como si ya no importara cómo habla el actor.

¿Qué define a una película de independiente o de comercial? ¿Es necesaria esa distinción?

Creo que no hay límites precisos en muchos casos, más bien siento que hay contaminaciones. Ha habido grandes directores que han trabajado en grandes estructuras industriales y ahí no sé si hablar de cine comercial o independiente. El cine independiente es aquel cine que lleva la firma de un creador, pero también hay películas hechas en una estructura industrial que llevan la firma de su creador. Yo no me atrevería a decir que en un filme de Clint Eastwood no se siente su firma, su autoría. Por eso, más bien, me gusta hablar de cine personal o de cine firmado, me parece más rica la discusión por ahí que si una película se hizo pensando en cuánta plata va a ganar. Incluso, a veces, hay películas que se catalogan de independientes y que están hechas con más premeditación que algunas de las que llaman comerciales.

También hay películas que solo están hechas para que los festivales las aprecien, nada más; y hay otras producidas para reventar taquillas. Uno va tratando de surfear las categorías y de buscar lo más interesante en todos los volúmenes de producción. Hay bueno y mal cine en cada nicho, en cada tipo de cine, en cada origen, en cada género.

¿Cómo maneja su rol de curador a la hora de seleccionar filmes?

Creo en la idea del menú variado, que no sea homogéneo. En cuanto a las cuestiones particulares de elegir películas, yo siempre diferencio entre lo que es el gusto de un espectador y la evaluación de un crítico y del curador. A mí, por ejemplo, la Cinta blanca de Michael Haneke, por más Palma de Oro que tenga, no me gusta para nada, pero está muy bien tenerla en un catálogo de VOD, porque me parece importante la película. A mí no me gusta ese filme, pero hay que entender que el rol del curador es distinto al del crítico, incluso del espectador que dice me gusta o no. Hay que ofrecer un menú que sea atractivo y variado para los públicos, porque siempre hay que hablar de públicos. Una misma persona puede tener diferentes necesidades fílmicas, en distintos momentos y etapas. La gente cambia lo que ve y hay que ofrecerle variedad.

En cuanto a lo que ha visto de cine latinoamericano, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención?

Veo que hay un crecimiento en países donde antes había muchas menos películas. Ahora hay países que tienen algunas, pero no es cine, aunque están en camino de tenerlo con una producción sostenida, como es el caso de Chile, Perú y Colombia. En Ecuador también pasa esto, es un país con menos películas que los tres que nombré, pero que el crecimiento en los últimos años ha sido muy importante.

Algo que destaco del cine latinoamericano es que tiene cada vez más variedad, no posee un modelo único. Pero también diría que es un cine que no encuentra su público y que, además, es uno que no circula comercialmente en los países vecinos. Por ejemplo, estrenos comerciales de Brasil en Argentina; y ojo que estamos hablando de dos mercados grandes y de dos cines con tradición, son escasísimos. Entonces es un cine en franco crecimiento de producción, pero no en crecimiento de público. Y eso es bastante preocupante. (I)

DATOS

Javier Porta es licenciado en Ciencias de la Comunicación Social, por la Universidad de Buenos Aires. Trabaja desde la edición 2001 en el Bafici y ha sido programador más de 10 años. Desde 2016 es su director artístico.

Desde 2011 es curador de contenidos de la plataforma de video on demand Qubit.tv y además es periodista y crítico de cine en los diarios La Nación, Hipercrítico y otros más.

Es autor del libro Estudio crítico sobre el aura (Colección nuevo cine argentino) y coautor de El libro de oro del helado argentino.

Colaboró en textos sobre la obra de Tsai Ming-Liang, Julio Cortázar, Nuevo Cine Chileno, Fernando Solanas, Abbas Kiarostami, Leonardo Favio, Lucrecia Martel   y Nuevo Cine Argentino, los cuales fueron editados en Argentina, Chile, Francia, España y Polonia. (I)

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