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Eduardo Mendoza: "El humor me sale incluso ante lo dramático"

Eduardo Mendoza, de 76 años, vive entre Londres y Barcelona, su ciudad natal, desde los sesenta. Escribió una de las novelas pioneras sobre la Transición.
Eduardo Mendoza, de 76 años, vive entre Londres y Barcelona, su ciudad natal, desde los sesenta. Escribió una de las novelas pioneras sobre la Transición.
Foto: Pau Barrena / AFP
03 de diciembre de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura y AFP

A Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) siempre le ha gustado el Swinging London, The Beatles, The Rolling Stones, la minifalda de Mary Quant y la Biblioteca Británica. Desde los años sesenta, el nuevo Premio Cervantes vive entre Londres y su ciudad natal. “Me quedé atrapado de por vida en la anglofilia, una enfermedad de la que no he querido curarme”, dijo el escritor en el Instituto Cervantes de Fleet Street, en una rueda de prensa que concedió luego de enterarse que recibió el equivalente en castellano del Premio Nobel de Literatura.

La primera novela de Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta, se publicó en 1975 e inmediatamente se convirtió en un referente de la literatura española de la segunda mitad del siglo XX, pese a que atravesó por los censores franquistas, quienes le cambiaron el título original (Los soldados de Cataluña). Esta se convirtió en la obra pionera de la Transición y en una de las que mejor retrató las luchas sindicales de principios del siglo XX.

“Se presentó (la novela) al censor y le cambió el título, seguramente mejorándolo, la censura solía hacerlo (ríe). Dijo que se podía publicar porque era un novelón estúpido y confuso, que no leerá nadie. Era 1973. Por entonces se editaban muy pocos libros en España y la novela tuvo que ponerse a cola. Cuando ya iba a salir, en 1975, se pidió por prudencia un nuevo informe de censura. Esta vez el censor, que era otro, decía que era un libro estupendo, muy ameno, moderno. En solo dos años, y aunque todavía no había muerto Franco, el censor ya tenía otra manera de ver las cosas, y no solo por motivos ideológicos. ¿Qué pasó para que se produjese ese cambio? Fue algo muy interesante”, recordó el autor español.

Con La verdad sobre el caso Savolta, Mendoza recibió el Premio de la Crítica. Luego, en este siglo, ha sido merecedor del Premio Planeta,  en 2010, por Riña de gatos, y el José Manuel Lara por Mauricio o las elecciones primarias, en 2007. Sin embargo, el autor trascendió las fronteras de su país y se consagró cuando en 1986 publicó La ciudad de los prodigios.

Esta novela picaresca fue adaptada al cine  por Mario Camus y narra los cambios sociales y urbanos de Barcelona entre las Exposiciones Universales de 1888 y 1929, a través de la mirada de Onofre Bouvila, vendedor ambulante y repartidor de propaganda anarquista. Mendoza no pretendía escribir una novela histórica y lo deja claro en el prólogo del libro: “Esta es una transcripción de la memoria colectiva de una generación de barceloneses”.

Otra de las obras fundamentales del autor barcelonés es El misterio de la cripta embrujada (1979), primera novela de una saga en la que aparece un detective anónimo y en la que se parodian los géneros, sobre todo la novela negra y gótica.

Este año, los nombres más sonados para recibir el Premio Cervantes fueron Álvaro Pombo y Luis Goytisolo, quienes se refirieron a la obra del ganador. Goytisolo dijo sobre Mendoza que es “un novelista muy correcto” y al que aprecia personalmente. Mientras que Álvaro Pombo le comentó a EFE que el Cervantes 2016 le ha parecido “muy bien”. El autor cántabro dijo de Mendoza que es un “muy digno representante de la literatura española (...), es un autor que ha trabajado mucho y tiene una narrativa muy brillante”. Pombo destacó la brillantez de la novela La ciudad de los prodigios.

Durante la rueda de prensa, Eduardo Mendoza señaló que algún día le darán el Cervantes a Enrique Vila-Matas y, a continuación, reflexionó sobre el sentido de su obra: “Yo no creo eso de que el humor es terapéutico. En mí es algo natural, es mi ADN. No lo hago en función de las circunstancias, me sale hasta ante lo dramático. Es mi manera de estar en el mundo, no puedo ser de otra manera. En literatura no creo que el humor suponga dejar de buscar la excelencia. El humor ha estado mal valorado, tal vez por el peso de la gran novela del XIX. Se olvidó que el Quijote, el Lazarillo, Quevedo, Moratín o Dickens, ya que estamos en Londres, han sido básicamente autores de humor. Afortunadamente creo que hoy ya se han revisado esos prejuicios”.

El presidente del jurado del Premio Cervantes, Pedro Álvarez de Miranda, representante de la Real Academia Española, señaló que Mendoza se impuso “por mayoría, tras cuatro votaciones”.

“Ha sido una deliberación y una votación muy cordial, pero nada fácil, dado el inmenso número de candidatos. Esta vez se ha decidido dar el premio a un novelista puro”, dijo  Álvarez de Miranda, quien recordó que Mendoza “venía del mundo de la traducción y que su primera novela fue un auténtico hito”. Del autor barcelonés, además, destacó “la incorporación constante del humor” y que “siendo un novelista catalán es un premio de literatura en castellano a toda una obra escrita en castellano”.

El resto de miembros del jurado  lo constituyeron: Ana María Nafría, Antonio Sánchez Trigueros, Liliana Weinberg, Luisa Castro, Fernando Rodríguez Lafuente, María Luisa Ciriza, Teodoro Rentería y Urszula Aszyk-Bangs. José Pascual Marco fue secretario (con voz, pero sin voto); y como secretaria de actas (también con voz, pero sin voto) estuvo Mónica Fernández. (I)

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