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Casa Égüez celebra un hito editorial: cuatro millones de libros publicados

Edificación construida en los años 30 del siglo pasado. La restauración conserva su estructura patrimonial y se convirtió en un Centro Cultural de dos plantas en el barrio América.
Edificación construida en los años 30 del siglo pasado. La restauración conserva su estructura patrimonial y se convirtió en un Centro Cultural de dos plantas en el barrio América.
Fotos: Fernando Sandoval/El Telégrafo
22 de abril de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Se ha dicho ya que el libro es un objeto difícil de reemplazar. Puede provocar viajes imaginados, como una rueda que sobrepasa los límites del tiempo, y es como un hogar portátil, habitado por voces que construyen memorias y reflexiones.

El 23 de abril de 1616 fallecieron William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Un día antes, Miguel de Cervantes moría, pero su cuerpo fue enterrado a la mañana siguiente. Estos autores marcaron los idiomas mayores de Occidente con libros que contenían novelas, obras de teatro y crónicas. Como un presagio de su importancia, la fecha también coincide con el nacimiento o la muerte de otros autores prominentes, como Maurice Druon, Haldor K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo.

En el barrio América (otrora llamado ciudadela Jardín), del centro-norte de Quito, se recuerdan varios de estos nombres. Es un lugar rodeado de imprentas independientes, casi un centenar de negocios editoriales y donde se inaugurará hoy el Centro Cultural Casa Égüez –en el edificio de Juan Larrea y Río de Janeiro, construido en los años 30 del siglo pasado–, a las 10:00.

Los autores de clásicos de la literatura universal son rostros frecuentes en las librerías independientes. En la Casa Égüez se mezclan con autores ecuatorianos y del boom.

En la primera planta, el piso es de porcelanato y, en el segundo, de madera. La restauración patrimonial estuvo a cargo de la Corporación Eugenio Espejo, especializada en edición y distribución masiva de libros, la capacitación a mediadores de lectura, la difusión de la literatura nacional en el extranjero y la reflexión sobre la lectura.

El escritor Iván Égüez es el fundador de la Campaña de Lectura Eugenio Espejo, que bordea los 4 millones de ejemplares publicados de unos 60 títulos. Su hermano, el pintor Pavel Égüez, es el actual vicepresidente de la Corporación y ha montado la serie Náufragos.

Casa Égüez tiene una Libroteca en la que se prestan títulos hasta por 15 días; la Librería Rocinante, un establecimiento con textos de sellos editoriales nacionales e internacionales; una sala de arte, donde habrá exposiciones de pintura, gráfica, fotografía, escultura y dibujo.

Los suscriptores a la campaña son 40 mil. En Casa Égüez se gestiona la compra y venta de libros usados, y canje de libros: el libro leído es canjeado por títulos a elección. Las donaciones se hacen llamando al 02-2901137.

Iván Égüez, autor de la célebre novela La Linares, dirige la campaña de lectura Eugenia Espejo junto con el pintor Pavel Égüez. Ambos gestionaron el Centro Cultural Casa Égüez.

Una librería que agoniza

En Guayaquil agoniza una librería ‘de viejo’ que lleva un nombre paradójico: ‘Nuevos Horizontes’. En Luque y Pedro Moncayo, hay un garaje donde los libros están en remate.

“Aquí hay tantos libros que la gente no quiere ni buscar”, dice Roberto Cali. Él trabajó con su hermano Néstor durante medio siglo en el mismo negocio: comprando libros viejos a familias adineradas o estudiantes que no los quieren más. Tenían el local en un paseo, frente al Mercado Central, hasta que, hace un mes, Néstor Cali, el mentor de todo, falleció. Los hijos vendieron el local y Roberto tomó los libros, los tuvo en su casa hasta encontrarles lugar y seguir con el negocio porque “no  hay más. Y a los hijos de mi hermano nunca les gustó”, dice con esperanzas escasas.

Se hacen libros bajo pedido

Crimental Libros es un colectivo de gestores anónimos que “cumplen deseos”. Todo empezó luego de que uno de sus miembros principales fuera a una librería con sus ahorros del mes: $ 20. Quería terminar de leer una obra de teatro de Jean Paul Sartre. Su decepción fue enorme cuando le dijeron que su cuenta era de $ 23. El libro que quería era pequeño y delgado, y no se explicaba cómo podía costar tanto. Se resiste a leer en formatos digitales y pensó en cómo hacer para que gente como él, que ahorra todo el mes por un libro, pueda tenerlo.

Como hay tantos libros en internet y programas para modificarlos e imprimirlos, decidió usar estas ventajas para comercializarlos por aquellos que mantienen su “romanticismo por el papel”. Desde entonces, Crimental funciona como un circuito: reciben pedidos solo de autores internacionales, los imprimen y los personalizan.

La oferta incluye distintas opciones de libros: pegados, grapados, cosidos, de pasta dura, suave, papel blanco o ecológico. También, como parte de esa tradición del abuelo que arregla sus libros cuando se dañan, estos se cosen y empastan allí.

Crimental es, como en 1984, la novela de George Orwell, una de las formas del crimen de pensamiento, pero aquí, hasta ahora, no se han revelado las identidades de sus autores ni se ha castigado a nadie. (I)

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