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Bastenier 'llevaba' una redacción consigo

El maestro Miguel Ángel Bastenier visitó el país por última vez a mediados de septiembre de 2016.
El maestro Miguel Ángel Bastenier visitó el país por última vez a mediados de septiembre de 2016.
Fotos: Álvaro Pérez / El Telégrafo
29 de abril de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Quienes recibieron clases con Miguel Ángel Bastenier (Barcelona, 1940-Madrid, 2017) coinciden en que era un maestro implacable. En septiembre del año pasado visitó el país sin saber que sería la última vez que lo haría. Entonces, le dio una entrevista a este Diario, un poco acosado por las prisas y la altura de Quito. “La capacidad de sanción la tiene el lector”, sostuvo con su voz ronca y gesticulando: “si el lector cree que un periódico está vendido a no sé quién, ¡pues que se compre otro, ninguno, o váyase a esa tontería del periodismo ciudadano!. Dedíquese a leer lo que escriben en las redes quienes no sabemos quiénes son, sin ninguna garantía”.

Bastenier despreciaba esa manía mediática de ahorrarse los sueldos de los reporteros con la publicación de contenidos que registra cualquier persona. También despreciaba las corbatas y, frente a las normativas que rigen el oficio, soltaba una frase contundente: “La mejor ley es la que no existe”.

A inicios de siglo, diario El Universo contrató una clínica de periodismo con Bastenier, quien entonces era subdirector de Diario El País, de España. Cada día del taller, criticaba las publicaciones del periódico que lo contrató: “Si cojo este periódico con los dedos me da cáncer de lo malo que es”, recuerda haberle escuchado Francisco Santana, un escritor que entonces trabajaba en el departamento gráfico del matutino.

A Santana le incomodaron esas afirmaciones, lo confrontó y en las clases incluyeron diálogos sobre la obra de autores como Truman Capote. Al final de la clínica, Bastenier le dijo al dueño del diario que tenía un cupo para una pasantía en El País para Santana. “Pero si él no hace periodismo, trabaja en el departamento de arte”, respondió el empresario. Bastenier replicó, como de costumbre: “el único periodista que tienes en este diario no está escribiendo, es terrible tu periódico”.

“Para Bastenier, el periodista debía construir una gran red de informantes que, además de políticos, debían tener cerca a personas que están todo el tiempo en contacto con la realidad. Es como ser un investigador privado”, explica Santana vía telefónica. En Madrid, a él solo le dieron un mapa, una pluma y una libreta para reportear la ciudad.

Cuando regresó a Ecuador se topó con que aquí hay horarios por cumplir y presiones para publicar. “Entendí que si quería contar historias debía cambiar mi vida”, dice ahora, en Guayaquil. Para Santana este proceso de contacto directo con la gente, el permanecer en los sitios donde se desarrolla la vida social es una forma de llegar siempre a un puerto seguro.

“Él fue la persona que me obligó a hacer periodismo, me dijo que era periodista en esencia, ‘tu cabeza, tu mentalidad está hecha para esto. Eres muy agudo, observador, no eres un papanatas’. Bastenier sabía que no se puede hacer periodismo sin leer, sin consultar y cuestionar la información que se recibe.

“Bastenier tiene un libro que se llama El Blanco móvil (Aguilar, 2001), en el que compara al periodista con un francotirador. El periodista siempre está apuntando y puede ser que un día le pegue cerca al blanco, pero no le pegarás nunca realmente. El periodista es un tipo que tiene que ser muy curioso y sagaz, ir adonde la gente no va. No es un superhéroe, solo que tiene ciertas cualidades y las usa para escudriñar los secretos que están escondidos”, dice el escritor.

Hace unos meses, Bastenier ponía al conflicto colombiano en la mira de los periodistas de la región: “es una situación muy dura, en la que no se ha derrotado a las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), pues tiene que pactar algo, que es discutible (...) Hay cosas que a la opinión pública le cuesta digerir, evidentemente. Personalmente, era partidario del sí (al plebiscito para aprobar los tratados, uno en que la desaprobación tuvo mayoría), de la paz pero, como periodista, hay que decir las cosas que pasan. No si esto es bueno o malo”.

En el libro Cómo se escribe un periódico (Fondo de Cultura Económica de España, 2009) afirmaba que para ser un buen periodista hay que tener “un estómago de hierro” para distanciarse de los asuntos sobre los que se informa.

Bastenier estudió Historia en la Universidad de Barcelona y Periodismo en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, pero sostenía que el oficio era algo que se aprendía en las redacciones, adonde nunca dejó de pertenecer. (I)

Datos

Miguel Ángel Bastenier fue maestro de varias generaciones de periodistas. Falleció ayer en Madrid, España, donde residía, a los 76 años a causa de un cáncer de riñón.

Fue Subdirector de Información y Subdirector de Relaciones Internacionales de diario El País hasta 2006, después fue columnista.  Se desempeñó como profesor de periodismo internacional en la Escuela de Periodismo de El País  y también fue profesor en la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).

En su última columna, publicada el lunes pasado, alertaba sobre el riesgo de los extremismos en Europa a pesar de la victoria de un candidato moderado en la primera ronda de las elecciones francesas del 23 de abril. Visitó varias veces Ecuador, donde dio algunos talleres, el último, hace ocho meses. En 2009, presentó el libro Cómo se escribe un periódico en la Librería Rayuela, de Quito.

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