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El arte sexuado de Lasicalíptica pone en equivalencia al cuerpo

Parte de las imágenes de Binarismos, en el cual se plantea al género como una construcción social.
Parte de las imágenes de Binarismos, en el cual se plantea al género como una construcción social.
Foto: Lasicalíptica
21 de enero de 2016 - 00:00 - Jéssica Zambrano Alvarado

El proyecto editorial Lasicalíptica enuncia al cuerpo desde su multiplicidad. Es una propuesta de capas, en la que cada espectador toma la que le pertenece y se apropia de ella. Se sirve de enunciar el arte sexuado a través de cuerpos distintos, que gimen, se ven, se enfrentan, se nombran con su presencia endeble, estrepitosa y animal.  

“Nace -en 2013- por la necesidad de representar sexualidades que estaban en el margen de los imaginarios de la sociedad ecuatoriana y latinoamericana”, dice Ricardo Luna, el fundador, editor y curador de esta revista que se publica de forma digital, casi siempre trimestralmente en el portal lasicaliptica.net.  

Sicalíptico se refiere, según lo normado por la Real Academia de la Lengua Española (RAE), a todo lo relacionado con la malicia sexual y la picardía erótica. Luna se toma el término “transformándolo en un significado positivo de visibilidad, orgullo, lucha”. Es un arte -casi siempre- activista.  Con Lasicalíptica se han publicado 32 propuestas de performance, fotografía en arte erótico, posporno, queer o en formato de cuento y poesía. 12 de estos trabajos han sido propuestos desde artistas ecuatorianos, en un contexto en el que este tipo de obras parecerían no tener presencia, estar ausentes.  

De acuerdo al activista y artista escénico León Sierra, uno de los colaboradores de esta revista de arte sexuado, Lasicalíptica ha incorporado la corriente del posporno -que se inicia en España como respuesta a la pornografía y su opresión hacia la figura femenina-. Trabaja con el dispositivo pornográfico desde otro sitio. “El mercado vacía el significado de los cuerpos y los convierte en porno. El posporno vuelve a rellenar de significados un dispositivo vaciado. Artistas gays, lesbianas, travestis trabajan en un abanico de posibilidades que incluye una reflexión sobre el cuerpo como un contenedor de símbolos que puede resignificarse”, dice Sierra. Luna, por su parte, pedía a gritos recuperar el sexo usurpado por la industria pornográfica para incorporarlo en obras de arte.         

De acuerdo a Luna, la propuesta editorial de la revista “reconoce la posibilidad estética y metafórica del cuerpo como espacio reflexivo y anecdótico. Dueño de sus propias ecologías. No reconoce la igualdad de los cuerpos como ingeniería, se adhiere a la propuesta contrasexual del filósofo feminista Paúl Preciado que propone sujetos equivalentes, es decir, reconoce las diferencias de los seres humanos”, dice Luna.

Propuesta de Habitación desnuda del trabajo Malvarrosa, trabajada por el Colectivo Bestiario. Esta se incluye en el último dossier que aborda la temática del VIH. Foto: Lasicalíptica

Uno de los enfoques que plantea esta publicación es crear la idea de la equivalencia, no de la igualdad, como una manera de ser condescendiente con el reconocimiento de las diferencias. Las publicaciones se generan a partir de una propuesta sobre las vivencias de cada persona. “Creemos que las comunidades tienen sus propias sabidurías. A la gente que tiene VIH hay que darles la voz para que creen sus propias obras y discursos; o la idea de las chicas intersexuales que ponen en paradigma la cuestión binaria del género. Cada quien habla de sus propias vivencias y apuntamos a la  idea de la equivalencia, que no es lo mismo que la igualdad porque todos equivalemos a un ser humano en nuestras diferencias”, dice Luna.

Para el curador de esta gran muestra de diversidades, no se trata de sustituir unos términos  por otros. Tampoco de deshacerse de las marcas de género o de las referencias de la heterosexualidad, sino de modificar las posiciones de la enunciación.

En su último número, Lasicalíptica deja claro su rol activista, el lugar que toma en temas concretos del cuerpo, como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Su dossier dedicado al cuerpo de quien es portador de VIH.

Para Sierra, quien contribuyó especialmente a este capítulo, “el VIH es un elemento del cuerpo que va más allá de este, es un dispositivo de su propiedad, asumido por el cuerpo, señalado y que además, generalmente, es un cuerpo de las diversidades sexuales, lo que mal se llama como minorías sexuales y configura una serie de símbolos”. Explica que Lasicalíptica del cuerpo positivo, portador del virus, nace a partir de la Residencia Artística del Cuerpo VIH que se realizó principalmente en los espacios públicos de Quito, durante el mes de mayo de 2015. Esta planteó incorporar a artistas de diversas procedencias para reflexionar y crear una obra a partir del cuerpo positivo. Se trata de visibilizarlo.

Para Ricardo Luna mucho de la prevención clásica viene desde la perspectiva de que “el negativo no me contagie con su mal”. De forma contraria al sistema contra el VIH, Lasicalíptica propone que el virus sea una característica de la sexualidad de todos en el cuerpo.  

“Está construido como una enfermedad, pero el cuerpo VIH no está enfermo. Simplemente porta un virus, entonces trabajamos mucho la idea de la construcción de la enfermedad porque este es un virus con una carga social que otros no tienen. Esto, a pesar de que muchos virus, igual de crónicos, son controlados con pastillas, igual su transmisión, en el VIH pasa lo mismo”.

El VIH en Lasicalíptica se plantea desde el derecho al placer. Para Luna, las campañas de educación deberían tener como perspectiva del positivo a una persona que no es tóxica y que debería tener la información suficiente como para saber que tiene este derecho a relacionarse con otras personas, porque el contacto entre positivos y negativos, y negativos y negativos es una realidad. “Son cosas que pasan”, reafirma Luna.

Sierra enfatiza en que el ejercicio de control de parte del discurso de poder sobre los cuerpos diversos no nace en ningún gobierno, “nace en las farmacéuticas y agencias internacionales. Allí se dictan las directrices de cómo hablar con los pacientes, cuál es el grado de infectabilidad y peligrosidad. El gran problema es que se habla del contagio, de la transmisión. Una vez que todo el sistema de salud, los gobiernos y las agencias trabajan en la infección se olvidan de la gente que se infecta y se olvidan de los infectados, sus derechos, se esconden, se vulneran, hay una vida positiva que no solo requiere un tratamiento sino una restitución de su imagen, de su cuerpo que  ha sido resignificado por el estigma, el deseo, y un montón de circunstancias que hacen que ese cuerpo sea hermoso”.
Este proyecto replantea, interpela al cuerpo, lo expone en su diversidad. (I)

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