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A room with a view, la empatía en tránsito

La muestra exhibe distintas piezas sobre lugares que fueron habitados y evidencian los modos de ocuparlos.
La muestra exhibe distintas piezas sobre lugares que fueron habitados y evidencian los modos de ocuparlos.
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
01 de julio de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Cuando Rosa Jijón (Quito, 1968) llegó a Roma, la ciudad donde reside hace 17 años, leía letreros colgados en las paredes que decían “¡Fuera migrantes! ¡Basta migrantes! ¡Échenlos a casa!”. Ella se sintió apabullada, no porque sintiera que la echaran, sino porque no se le hacía fácil creer que el discurso de odio fuera descaradamente público, casi una convención social.

Desde entonces, su obra ha decantado en un performance con el que intenta unir caminos, o al menos señalarlos. Roma es ahora uno de los puertos donde llegan más migrantes, personas que huyen del conflicto de Oriente Medio. Hace un año ella y su esposo, Francesco Martone, activista comprometido con la lucha de los derechos humanos sobre la movilidad, empezaron un proyecto juntos desde el arte.

Su trabajo está enfocado en la mirada a los ‘comunes’. Buscan fijar relaciones entre arte y política, lo estético y las transformaciones sociales que se producen desde la esfera pública. En este ejercicio se han dedicado a dibujar mapas, en los que piensan en las rutas y espacios de circulación de los migrantes.

En la galería Khôra presentan una serie de objetos que evidencian los recorridos de dos poblaciones migrantes. Por un lado están quienes salen de África y cruzan el desierto del Sahara, y por otro,  los espacios que habitaron los gitanos romaníes, población de italianos que por ser gitanos no son reconocidos por el Estado. Para esta muestra Jijón y Martone recogen los archivos de los lugares por los que han trabajado. El recorrido que hacen es sobre espacios vacíos donde la gente fue desalojada.

Uno de los lugares que recoge la muestra es ‘Ex-Cartiera’. En este se puede ver un conjunto de tapices de pared que quedaron en una casa ocupada por romaníes en 2015. Fue una oficina de Estado que se convirtió en hogar para un grupo de gitanos que entre la precariedad impone su modo de habitar.

“Es conmovedor el hallazgo, te das cuenta de que están allí, que están listos para ser expulsados, pero que al mismo tiempo buscan que el espacio se convierta en algo familiar para ellos por el tiempo que dure su permanencia en ese sitio”, dice Anamaría Garzón, curadora de la muestra, en la galería Khôra.

También hay un mapa de las rutas que conducen a Roma, es el recorrido del imperio romano, los caminos de la conquista y que, al mismo tiempo, son las rutas por las que ahora se divide la actual Unión Europea (UE).

“A través de esta muestra los autores piensan cómo Roma sigue siendo la ‘ciudad eterna’ con cierta belleza ceremoniosa, pero que al mismo tiempo es una ciudad que crece tapando sus precariedades, con territorios que bota a la gente excluida”, dice Garzón.

Esta muestra sobre el movimiento de la gente y sus modos de migrar no exhibe rostros, sino territorios habitados desde sus perspectivas visuales.

“Los registros están en un espacio de tránsito, una cafetería con una galería que te invita a quedarte”, concluye Garzón. (I)  

 

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