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Philip Glass: "En la Sinfonía, la música es música en sí misma"

Glass estuvo en Guayaquil para el estreno sudamericano de su octava sinfonía a cargo de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, dirigida por Dante Anzolini.
Glass estuvo en Guayaquil para el estreno sudamericano de su octava sinfonía a cargo de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, dirigida por Dante Anzolini.
Foto: Karly Torres / El Telégrafo
25 de diciembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Hay dos cosas que los medios de comunicación del mundo repiten sobre la obra de Philip Glass (Baltimore, 1937): que es un compositor minimalista y que trabaja para el cine. Ambas son verdades a medias.

A Glass no le gusta que generalicen su música poniéndola en el minalismo, porque era el tipo de música que hacía en los 70 y que sí, lo hizo famoso. Del cine, en cambio, considera es algo con lo que trabaja, al igual que con la danza, con la cual busca nuevos espíritus para su composición, su oficio.

En su visita a Guayaquil, durante un conversatorio en el Centro Ecuatoriano Norteamericano (CEN), le preguntaron luego de presentarlo como un músico munimalista que “¿Cómo hizo para representar la experiencia de la escritora Virginia Woolf y su lucha con una enfermedad mental?”. El cuestionamiento salió del público y lo primero que respondió fue si hablaban de Las Horas, con lo que ganó el Óscar en 2002 por mejor banda sonora.

A pesar de que mucha gente habla de esa obra cuando invocan el nombre del compositor, el recuerdo de Glass sobre esa producción es menos emotivo. Contó el músico, cuando él empezó el proyecto solo había visto el primero de seis rollos. Cada uno duraba de 15 a 20 minutos. Sabía que el productor había despedido a otros dos compositores y que lo mismo podía ocurrir con él. En esas condiciones, con altas posibilidades de ser despedido también, decidió componer tan rápido como podía. “Entonces, si me despedían, no hubiese perdido tanto tiempo”, confesó.

Cuando presentó el rollo con su trabajo en el estudio de Nueva York, frente a la pantalla se sentaron el director, el productor y dos o tres personas más. Las cuatro personas que trabajaron con él estaban pendientes de lo que ocurría afuera porque con ello asegurarían sus ingresos para cinco o seis meses. “Era un momento muy importante”.

Cuando terminó la reproducción nadie dijo nada hasta que el productor del filme Scott Rudin, a quien el maestro recuerda como un hombre inteligente y cruel, dijo “wow, al fin hay música que puedo escuchar mientras veo la película”. Glass pidió disculpas por un momento, salió y le dijo a las personas que lo esperaban que lo habían logrado. “Es mi mayor recuerdo sobre esa película”.

Para Glass, trabajar en cine es complicado por los grandes egos que rodean al equipo de trabajo. “En el momento que trabajas en una película, trabajas con gente muy talentosa. Cada quien tiene su punto de vista; creo que he hecho 30 o 40 partituras para películas y algunas salieron muy bien, es maravilloso, pero cuando entro a estos grupos de lo único que sé es de la música”, explicó.

Hace tiempo, la música acompañaba al cine silente, un piano junto al proyector y la imagen se entendía de otra manera. Cuando Walt Disney produjo Fantasía, su segundo  largometraje, las imágenes que produjo estaban pensadas para concordar con obras clásicas, que fueron arregladas y dirigidas por el director de orquesta Leopold Stokowski, e interpretados por la Orquesta de Filadelfia. Las escenas y movimientos se produjeron para la música, pero cuando el cine dejó de ser silente el proceso se empezó a dar a la inversa. 

En un breve diálogo que mantuvo con este diario, Philip Glass confesó que busca, a través de las imágenes, el espíritu de su composición, pero para él la música es música y nada más. En el estreno de su Sinfonía ocho dijo que no toma idea alguna de lo que ve para componer. “En la sinfonía, la música es música en sí misma”.

Partitura
Las sinfonías de Philip Glass. A inicios de este año, el maestro estadounidense estrenó su Sinfonía # 11 y, en una entrevista con The Guardian, dijo que  su problema era que la gente no creía que hacía sinfonías, pues se generaliza su trabajo con el cine y como minimalista. 

25 años tenía Glass cuando fue a India a estudiar al Ravi Shankar y su tradición musical. Ahora tiene 80.

Más de 30 soundtracks. Pese a que sus sinfonías se defienden por sí solas, en el mundo del espectáculo Glass es conocido por los más de 30 trabajos que ha hecho para el cine. Entre ellos se destaca Kundun y Powaqqatsi.  (F)

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