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Magela Baudoin, escritora boliviana invitada a la Feria Internacional del Libro y la Lectura de Quito

“Las mujeres no somos curiosidades literarias”

“Las mujeres no somos curiosidades literarias”
Miguel Jiménez / et
14 de noviembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

La escritora boliviana Magela Baudoin recibió en 2015 el premio de cuento Gabriel García Márquez por su libro de relatos La composición de la sal. Esta autora, invitada a la actual edición de la Feria Internacional del Libro y la Lectura de Quito (FIL), dio un discurso en la inauguración, en la que celebró el hecho de participar en una feria donde el motivo es la literatura escrita por mujeres.

En su intervención, decía también que no hay que separar lo escrito por mujeres como si se tratara de un género literario aparte, sino que su obra debe ser concebida como literatura universal, una idea que se ha reforzado en varias mesas en lo que va de la FIL. La también ganadora del premio Nacional de Novela de Bolivia en 2014, por El sonido de la H, mantiene junto a otra escritora boliviana, Giovanna Rivero, la editorial Mantis, que solo publica a mujeres.

El pasado sábado, mientras realizaba la presentación de La composición de la sal, Baudoin explicó que una de las razones de crear una editorial de esta naturaleza es la falta de oportunidades que tienen las escritoras por ser mujeres. Así, dijo: “Decidimos dejar de quejarnos y actuar”. Aunque el nombre de la editorial sugiera enseguida esa idea caníbal de la hembra que se devora al macho, lo cierto es que se trata de un concepto mucho más sublime: “Descubrimos que la mantis es el único insecto que tiene el oído en el corazón”, dice Baudoin.

En el discurso inaugural celebraba su participación en una feria donde el motivo es la literatura escrita por mujeres. Sin embargo, todos los días en esta feria hay mesas de ‘Literatura y mujer’. ¿No es eso separar las letras por género?

Hay que distinguir el espacio del arte y el espacio político. En el espacio político es absolutamente necesaria la reivindicación de género, porque el machismo existe, los sistemas patriarcales existen y el sistema de acceso a los espacios culturales son todavía inequitativos. Por supuesto que es necesario decir que las cosas no están bien. Aquí cierro el paréntesis político y abro el literario, en el que no podemos seguir hablando de literatura femenina porque es una etiqueta que nos coloca como una curiosidad dentro de la literatura. Los hombres no escriben literatura masculina, sino universal, ¿por qué las mujeres no podemos escribir de una literatura universal?

Me frustra mucho que nos sigan preguntando sobre la literatura femenina como un hecho particular.

Antes de publicar literatura, trabajó como periodista. ¿Qué le dio este oficio a su carrera como escritora?

Creo que el periodismo lleva a la escritura narrativa una serie de herramientas muy útiles. Una de ellas es, por ejemplo, enfrentar la página en blanco. Un periodista no tiene ese problema, tiene que despachar sus notas. La gimnasia, el músculo de la escritura es algo que se agradece del periodismo. Otra cosa que agradezco es esa mirada dislocada. Un periodista siempre está buscando aquello que no es lo usual, la singularidad, algo que también ocurre en la literatura. Y es allí, en lo extraordinario, donde ocurre  el hecho literario. Y luego está este afán cognoscitivo del periodismo: la capacidad de preguntarte por el mundo. Un buen periodista hace muchas preguntas, y buenas preguntas, sobre lo que acontece. Eso es un procedimiento que también ocurre en la narrativa. Desde ese nivel me he apropiado de algunos procedimientos de un lenguaje a otro.

Ha publicado novela, cuentos y no ficción. Son tres libros y los tres son de géneros distintos. ¿A qué responde esa exploración?

No me puse a escribir pensando que tenía que variar el género, sino que lo que estaba escribiendo mandaba. Por ejemplo, Mujeres de costado es un libro de perfiles, un híbrido entre el periodismo y la literatura. Yo había trabajado muchos años en periodismo, había cultivado una fascinación por la entrevista, y había conseguido entrevistar a lo que creo que son las voces femeninas más interesantes de la vida pública boliviana. Y me di cuenta de que tenía un material hermoso. La propia naturaleza del material mandó que fuera un libro de no ficción.

En La composición de la sal, el protagonista no puede dejar de llorar; en algún momento descubre que la cura es bañarse en agua salada, y se lamenta porque en Bolivia no hay mar.

Este hombre recibe una receta de una bruja aymara: “para curarte tenés que hacer un baño de inmersión de mar”. Y él se rebela: “Qué no sabés que perdimos el mar en la guerra”. Es como una ironía, porque, claro, todas las frustraciones nacionales bolivianas tienen que ver con que perdimos el mar. La cura es imposible para él y, sin embargo, inventa su propio mar.

A propósito de eso, en un conversatorio decía que los escritores bolivianos han superado la mediterraneidad. En efecto, en los últimos años se han internacionalizado mucho. ¿Qué está pasando con la literatura en su país?

La literatura boliviana está viviendo un momento de gran vitalidad, que no es una casualidad, como me gusta decir, sino una causalidad. Ha estado allí, en un largo proceso de maduración, y lo que ha ocurrido es que, sencillamente, se ha visibilizado. Tenemos voces singulares, de muchísima potencia, desde distintas estéticas que valen muchísimo la pena ser visitadas, como Giovanna Rivero, Maximiliano Barrientos, Rodrigo Hazbún, Sebastián Antezana, Fabiola Morales, Juan Pablo Piñeiro, Aldo Medinaceli... me quedo corta. Y esto es de la generación en boga, más contemporánea, pero también están nombres muy importantes, como Claudio Ferrufino, Gonzalo Lema y Eduardo Mitre. Tenemos una poesía maravillosa, con nombres gigantes como Jaime Sáenz, Nuno Camargo, un cuentista extraordinario de principios del siglo XX, Augusto Céspedes. Tenemos a Ricardo Jaimes Freyre, que junto a Lugones y Rubén Darío fundaron el modernismo, nada menos, solo que por esta condición de enclaustramiento no es conocido. La literatura boliviana tiene una trascendencia grande, pero recién se la visibiliza. (O) et

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