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Lucrecia Martel: "El cine es cosa muy de mujeres"

“Cuando haces un guion basado en una novela es más importante lo que el libro te provocó y cómo tú lo recreas”, dijo en una entrevista la directora.
“Cuando haces un guion basado en una novela es más importante lo que el libro te provocó y cómo tú lo recreas”, dijo en una entrevista la directora.
Fotos: EFE / Ballesteros
18 de enero de 2018 - 00:00 - Alicia G. Arribas

La cineasta argentina Lucrecia Martel, quien esta semana estrena en España su cuarto largometraje, Zama, nominado a los Goya como mejor cinta iberoamericana, está convencida de que el cine es “una cosa muy de mujeres” y cree que, aunque aún no esté reconocido así, “se camina claramente” en esa dirección.

“El cine naturalmente es una tarea que terminará siendo de mujeres y después, dentro de 50 años, ya veremos cómo hacemos para que entren los varones”, dijo la directora en una entrevista con EFE realizada en Casa América en Madrid, donde hubo un preestreno de Zama, seguido de un coloquio con el público asistente.

En su opinión, está bien que en el presente se preste atención a la discriminación positiva de la mujer dentro de la industria porque “se naturaliza de ese modo la participación del hombre”.

Y lo explica la profesora de cine que también es Martel: “Como esta es una cultura que ha puesto al hombre en buen lugar mientras situaba a la mujer en otro medio feo, el discurso hegemónico, la     narrativa que ha triunfado en el mundo tiene al hombre también en el mejor lugar”.

“Es comprensible que en los circuitos importantes del cine cueste valorar lo que hacen las mujeres porque está fuera de la normativa narrativa hegemónica; no en todos los casos -concede- porque algunas mujeres son complacientes con este sistema cultural, pero yo tengo fe y los signos son claros de que eso está cambiando”.

Ganadora en el Festival de Berlín en 2001 con su ópera prima La ciénaga, la artista argentina no cree mucho en los beneficios de ser reconocida en festivales aparte del acceso al gran público de películas, como las suyas, de bajo presupuesto.

La puesta en escena de Zama
No es una película fácil de ver. Basada en la novela del mismo título, del escritor argentino Antonio di Benedetto (fallecido en 1980), la cinta es “bastante fiel” a la obra original, aunque Martel ha metido algunos detalles de su cosecha, pero lo importante, dice, está en el libro.

“Cuando haces un guion basado en una novela es más importante lo que el libro te provocó y cómo tú lo recreas. Leer el libro fue una experiencia extraordinaria que me dejó mucha euforia y el deseo de hacer algo que luego contagió la película”.

Para la directora, Zama -que se estrenó con muy buena acogida en la pasada Mostra de Venecia- es un filme de aventuras “donde el propósito es liberarse de uno mismo; él lo consigue -desvela-, y yo también. No puedo negar que me ha dado mucha felicidad ver que ha conectado con el público”.

La obra narra la historia de Don Diego de Zama, un oficial español asentado en Asunción que, mientras espera su transferencia a Buenos Aires, se aburre de la vida y, además, pierde todas sus posesiones materiales.

Ha conservado parte de su lenguaje arcaico y, sobre todo, el ambiente petulante y zafio de puro aburrimiento que intercambiaban los extranjeros allí varados, como el propio Zama.

Son las periferias coloniales españolas y Asunción, un suburbio virreinal. “La historia de esta espera, la de un traslado siempre pospuesto, transcurría a fines del siglo XVIII, pero es, en realidad, un tiempo suspendido”.

La cinta está basada en la novela del mismo título, del escritor argentino Antonio di Benedetto, fallecido en 1980; es “bastante fiel” a la obra literaria. Imagen: fotograma de la película

Con un rodaje complicado, en paisajes tropicales donde la humedad es terrible, la directora ha tardado años en sacar adelante la cinta; finalmente lo consiguió con la coproducción de pequeñas aportaciones de hasta 10 países latinos diferentes, entre ellos, la española El deseo, de Agustín y Pedro Almodóvar.

Se enorgullece Martel del elenco, de entre quien destaca al hispanomexicano Daniel Giménez Cacho (Diego de Zama), “espectacular, tremendo, porque casi no tiene textos”, así como al brasileño Matheus Nachtergaele (Vicuña Porto) y la española Lola Dueñas, como Luciana Piñares de Luenga.

“El cine tiene la posibilidad de ser una experiencia física -señala Martel, docente de nuevo-. Si solo te importa el argumento puedes perderte esa otra cosa, pero los directores tenemos la posibilidad de construirla de esa manera. Lo que más me interesa a mí es el recorrido interno en cada espectador”, confiesa la autora.

La escritora argentina Selva Almada, a propósito de Zama, hizo un diario del rodaje de la cinta al que llamó El mono en el remolino. En este da cuenta de la poética del habla y del paisaje con el que trabaja Martel. (I) 

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