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El Telégrafo
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A través de fotografías, afiches y videos expresan su inconformidad con la escena artística

Los Chivox generan un diálogo crítico con sus maestros

De izquierda a derecha: Giovanni Roggiero, Leonardo Moyano, Juan Carlos Vargas, Tayron Luna y David Orbea.
De izquierda a derecha: Giovanni Roggiero, Leonardo Moyano, Juan Carlos Vargas, Tayron Luna y David Orbea.
Miguel Castro / El Telégrafo
21 de julio de 2016 - 00:00 - Jéssica Zambrano Alvarado

Elegancia Francia es la primera muestra del trabajo colectivo de Los Chivox, una agrupación de 6 artistas emergentes que nace del limbo y de las ideas de deriva que plantearon los situacionistas desde el arte, en la década de los sesenta. Todos los miembros del grupo estaban por finalizar sus estudios en artes visuales en el Instituto Técnico Superior de Artes (ITAE) y, con la absorción de esta institución a la Universidad de las Artes, su camino se alargó, pues ahora tienen más materias del tronco común y —gran parte del tiempo— se sienten como en el principio. Fuera del proceso académico coinciden en el ‘vagabundeo’, en el concepto de deriva que planteó el situacionista y filósofo francés Guy Debord: hacen un recorrido de la ciudad, la redescubren a través de sus signos desgastados y sus contrastes para utilizarlos como materia de acción.

Para Debord, cada ciudad está marcada por una naturaleza psicogeográfica, conformada por los elementos que los habitantes dejan o restituyen de su entorno. En el proceso de deriva se agrupan estos signos como fuente.

En el proceso de trabajo de Juan Carlos Vargas, David Orbea, Tayron Luna, Andrés Velásquez, Leonardo Moyano y Giovanni Roggiero, integrantes de Los Chivox, se mezclan los referentes de la Internacional Situacionista, la estética de protesta que tuvo Mayo del 68 o la nouvelle vague.

Como plantearon los situacionistas, los procesos que revisten su trabajo se activan desde una crítica política, que a su vez agrega elementos satíricos y paródicos, que también trabajaron en su momento grupos locales, como Artefactoría (en los 70 y 80) o La Limpia (en la década pasada). La muestra que presentan hasta mañana en la sede centro de la Alianza Francesa de Guayaquil (espacio al que accedieron sin muchos trámites) plantea una suerte de archivo recopilatorio de su trabajo, pero es, ante todo, un llamado crítico a aquellas agrupaciones que generaron con sus propuestas momentos de efervescencia para el arte en el país, pero que ahora —según Los Chivox— han dejado de renovarse, se han estancado, principalmente en Guayaquil.

Artefactoría, agrupación conformada por Flavio Álava, Pedro Dávila, Jorge Velarde, Marcos Restrepo, Paco Cuesta y Marco Alvarado, bajo la tutela y dirección del historiador de arte Juan Castro y Velásquez, rompió esquemas respecto a las nociones de arte en el país. Sus planteamientos, a pesar de la carencia de bases teóricas desde la academia, se enmarcaron en lo multidisciplinario, alejándose de las formalidades de la pintura y la estética del arte ‘decorativo’, aunque mantuvieron sus procesos individuales.

Posteriormente, varios de sus integrantes estuvieron en el proceso de conformación del ITAE, que con sus momentos críticos, desde su inscripción formal en el entonces Consejo Nacional de Educación Superior, en 2004, pudo sostenerse por varios años a través de propuestas académicas diversificadas y del activismo. Un ejemplo de ello fueron las clases que, a modo de protesta, se desarrollaron en espacios públicos, en 2009.

Cuando Jorge Aycart, Óscar Santillán, Fernando Falconí, Ricardo Coello, Ilich Castillo y Pilar Estrada conformaron La Limpia trabajaron postulados similares. Santillán, por ejemplo, dijo en una entrevista de 2004 que entre sus expectativas estaba “llegar a ser un vínculo entre el arte y la sociedad, que las galerías no sean jaulas para almidonar ideas sino espacios en los que la reflexión nos una con la sociedad”.

La efervescencia se detuvo. Los procesos de trabajo conjunto tomaron distancia. Algunos de los integrantes de Artefactoría ahora son maestros en la Universidad de las Artes. En La Limpia, en cambio, sus exintegrantes trabajan de forma individual procesos de revisionismo histórico, en el caso de Rubira o Santillán, o dirigen museos, como Estrada.

Elegancia Francia establece un diálogo con ellos. De entrada a la muestra hay una serie de fotografías bajo el título ‘Los secuestrados’. Los artistas trabajaron reutilizando las fotografías que se originaron de la propuesta que llevaron a la VI Bienal de Arte no Visual, en 2014. Los asistentes experimentaban lo que se vivía en la antigua cárcel municipal, en los ochenta. En el registro fotográfico actores de la escena cultural, como Saidel Brito o Rodolfo Kronfle, aparecen vendados e inmovilizados.

Inmediatamente hay una obra fotográfica de contraste, ‘La belle époque’. En ella aparece el antiguo edificio del ITAE junto a la Escuela Bauhaus, de artesanía, diseño, arte y arquitectura fundada en 1919 por Walter Gropius, en Weimar (Alemania), y cerrada por las autoridades prusianas en manos del partido nazi; lo asocian con una fotografía de la Universidad de las Artes y la posterior transición del nunca inaugurado Museo del Führer, que Adolf Hitler planeó construir en la ciudad austriaca Linz y que aglutinaría la gran colección de arte de la que se apropiaron los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

En una serie de afiches que toman los modelos de los carteles del Mayo del 68 utilizan, en una suerte de línea gráfica, publicidades de inicios de los noventa, década en la que la mayoría de Los Chivox nació y el punto de inflexión del trabajo de Artefactoría. Estos fueron tomados del archivo de EL TELÉGRAFO —porque dicen que las cosas son de quien las necesita—. Una publicidad de mueblerías se convierte en el lugar de los exmiembros de la agrupación ochentera. Está acompasada de afiches con consignas como ‘Es tiempo de’ (graficada con un rebaño), ‘Las nuevas peñas’, ‘Yo tengo el cubo blanco’ o ‘Huesos exhibiendo huesos’. El mensaje es claro según los integrantes de Los Chivox: “dejen de burocratizarse [...] actívense, no olviden que alguna vez lo hicieron”.

En un último cuadro aparece inscrito ‘A quien le interese’, el anuncio clasificado de una propuesta fallida: en la última edición del Premio Batán, organizado por la galería de arte NoMínimo, en la vía a Samborondón, los artistas enviaron un tacho de basura municipal del barrio tradicional El Astillero. Pudo haber funcionado, según Tayron Luna, como un caballo de Troya. Buscaban que las autoridades municipales reaccionaran por el bien perdido y hacer una notificación del robo a los medios. No pasó nada.

‘Elegancia Francia’ está acompañada de dos propuestas de video. En ‘Balada de 9:00 a 17:00’ aparece un paisaje inhabitable con un escritorio pequeño, carpetas y una taza con el logo de Marca País, que poco a poco caen en dominó por balazos directos.

“Los Chivox insisten en bombardear desde la belleza de la calle, tiempos nuevos y salvajes. Piensan que es justo ahí donde nace la búsqueda artística. Advierten a los ciudadanos escupiendo: toma el arma que te salvará. Si la artillería antiaérea combate fuertemente en la frontera, levántate y graba como los pájaros le disparan a las escopetas. Lo que hacen los Chivox es disparar a las escopetas. Esta pelea es tu pelea nos dicen. Debemos hacer el cambio dicen, manifestar nuestra inconformidad, dicen. Y que sea desde el ‘ateleier populaire”, dice Marco Alvarado en un texto que acompaña la muestra.

Los integrantes de esta agrupación no creen en los complots hacia las instituciones que consideran deben reactivar y consolidar sus propuestas. No piensan, por ejemplo, que deban dejar de participar en el Salón de Julio, de lo contrario no se renovará. “Igual habrá gente que siga participando”, dicen Los Chivox. Creen en la reactivación de las instituciones y sus gestores desde adentro, con crítica que pueda proponer nuevas vías, no desvincularse de los procesos. “Ojalá haya un público que al menos escuche”, dijo el curador Rodolfo Kronfle sobre esta muestra que prefiere asumirla como una crítica sintomática de lo que ocurre en el ambiente cultural actual. (I)

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