‘Ir para volver’ fue el motivo de la decimosegunda edición de la Bienal de Cuenca. El concepto se revela ahora como un presagio. La bienal no ha esperado a que inicie 2016 para retomar las actividades. La organización ha decidido generar una labor sostenida, con la que sea posible cambiar el perfil de uno de los encuentros de arte contemporáneo más importantes de Ecuador.

A inicios de abril los espacios curatoriales de la bienal se han convertido en lugares para el diálogo. A través de un acuerdo con entidades como Casa de la Cultura, Instituto de Artes del Ecuador y Universidad de Cuenca, se estableció una serie de actividades que continuarán a lo largo del año.

Estas actividades iniciaron con la proyección del documental ‘No escribiré arte con mayúscula’, del español Isidoro Valcárcel. Este largometraje reconstruye, mediante testimonios de figuras cercanas al artista, y usando básicamente la palabra, una parte de la obra —que aquí se funde con la vida— de su obra.

El martes 14 de abril, Egon Schwarz, un alemán que vivió en Cuenca durante la segunda guerra mundial, participó en la exposición del proyecto ‘Cultura y exilio. La migración judía en Cuenca’, dedicado a revistar y repensar el legado de la migración judía durante su presencia en la ciudad entre los años treinta y cuarenta del siglo pasado.

A partir de esta exposición se presentó también ‘El exilio y el reino:Diálogo con Egon Schwarz’, el miércoles 15 de abril. Ayer continuó el debate en torno a esta actividad con ‘El exilio y el reino: Encuentro con Egon Schwarz’.

Además, se está preparando la realización del festival Arte de Acción-Cuenca, que tiene como fecha prevista, octubre.

A partir de los distintos temas que se están trabajando en exposiciones se definirán las temáticas de la Bienal, en 2016. (F)