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"El cuerpo latinoamericano es más generoso"

Actualmente, Hurtado (derecha) es parte del elenco de la compañía de danza Ngc25, en Francia.
Actualmente, Hurtado (derecha) es parte del elenco de la compañía de danza Ngc25, en Francia.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
06 de agosto de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Pedro Hurtado (Guayaquil, 1978) se desplaza sobre un escenario tapizado con hojas en blanco. Avanza  al ritmo que le permite la textura de los papeles. Su personaje intentó escribir en ellos, tras declaraciones sobre la constancia y la memoria. Son las hojas de un escritor que evoca a otro en el principio de sus ideales. Los suyos son esas banderas, aún en blanco.

Rosa Amelia Poveda toma los textos en los que el escritor ecuatoriano Jorge Enrique Adoum reconoce de la letra de Joaquín Gallegos Lara al montuvio de la costa y sus primeras impresiones con una naturaleza que desconocía, con la mezcla entre cultura, política y amor de la que bebieron el Grupo Guayaquil. Hurtado danza de esa historia en Ars Papyrus Poeticus.  

En la muestra final de la residencia del español Chevi Muraday, en el marco del encuentro Geografías Íntimas que realiza desde mayo La Fábrica en Guayaquil, Hurtado deja de bailar descalzo para asumir una identidad en la que se contradice y cae, usando unos zapatos de tacón en los que no cabe.

Al mismo tiempo las mujeres del elenco lloran y cantan a su alrededor sobre la melancolía del olvido.

Hoy, en la muestra final de la residencia que tomó con la colombiana, residente en Berlín, Jennifer Ocampo, demuestra el trabajo con la paciencia en su cuerpo. “A veces los bailarines son muy parlanchines con el cuerpo. Lo más fácil es producir movimiento. Producir, producir, producir, pero ¿es realmetne necesario moverme tanto para decir lo que quiero? Es una incógnita, por eso existe la no danza que ya es un extremo”, dice Hurtado. En esta obra la producción del movimiento con la técnica de improvisación no responde al primer impulso. Espera.

Hurtado inició su carrera en las artes como pianista, graduado de conservatorio, y migró hacia las creaciones de formas y diálogos a través del movimiento (sin un proceso académico tradicional). Estuvo en distintos procesos creativos en Guayaquil, como Danza Sur o en Eptea, bailando flamenco. En Quito estuvo por diez años en el elenco variable de la Compañía Nacional de Danza.

Su carrera como bailarín está programada hasta 2017, en funciones con la compañía Ngc25 del artista plástico Hervé Maigret, quien en 2014 lo integró a su cuerpo de baile. Allí se adaptó a las estructuras, a las programaciones a largo plazo, a pensar constantemente en el futuro y movilizarse en otras gestualidades simbólicas.

Quisiera prolongar el tiempo para danzar que tiene en el país, luego de casi un año de vivir en Nantes, Francia. “La danza francesa es como Versalles —dice Hurtado—. Tienen el esqueleto, la pureza, la energía, la manifestación del estado del cuerpo”.

En Francia su labor en el escenario se reforzó desde los detalles, aspecto que ya intentaba perfeccionar en sus trabajos anteriores, por su experiencia como pianista. “La danza francesa es como las pinceladas de la escritura china”.

En Ecuador, tras once meses de ausencia, retomó el contacto con la corporeidad latinoamericana. Con ella inició su mutación del espacio estático frente al piano hacia nuevas posibilidades sobre su cuerpo.

“En estas residencias me encuentro con los motores y los resortes del cuerpo latinoamericano que es   más rico, es más generoso. El cuerpo guayaquileño lo es. Piensa menos, ejecuta más. La depuración y el detalle vienen solos. Para llegar a ese momento necesitas que haya información, que el cuerpo hable en lenguas que sea capaz de mutar de piedra a cosmos; tiene que haber la decisión, la voluntad y la sonrisa. Tal vez en Europa no he estado en las clases precisas, pero ellos son fríos, aunque se ve de todo”.

Para la bailarina Nathalie Elghoul, en Hurtado confluye una técnica trabajada, aprehendida con una expresión humana que lo vuelve noble, por la pulcritud que emana, la transparencia. “Siento que su herencia de la música clásica le transfiere una sensibilidad especial, un universo que vuelve hermosa su presencia en el escenario”.

El guayaquileño piensa en los detalles con los que trabajará su propia residencia en Geografías Íntimas. Piensa en ejercicios sobre lo cotidiano, mientras no deja de bailar y curosiar nuevas posibilidades “la curiosidad de un niño para mí es fundamental en un bailarín. No se tiene que casar ni quedar con nada. Todo es instantáneo, lo que ahora parece estar de moda mañana no será”, dice Hurtado. (I)

Jennifer Ocampo estrena solo en Ecuador

La bailarina colombiana Jennifer Ocampo presentará hoy, a las 20:00, ‘Anhelo para un solo’, un trabajo personal en el que por primera vez no utilizará ningún movimiento coreografiado. A partir de  una estructura previa del relato utiliza la improvisación y, a través de esta técnica, consigue evocar momentos de su vida, la emotividad con la que se mira siempre la infancia. La improvisación también es la técnica que trabajó durante la residencia que inició hace dos semanas en el encuentro Geografías Íntimas, con un grupo humano de distintas experiencias con el movimiento. Este trabajo se mostrará hoy. (I)

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