Mañana la Orquesta Sinfónica de Guayaquil interpretará por primera vez la Sinfonía Manfredo, un poema de Lord Byron que fue musicalizado por otro romántico del siglo XIX, el compositor ruso Piotr Tchaikovsky.

La idea de tomar el poema de Lord Byron para componer una sinfonía fue de Mili Balákirev, quien a pesar de haber escrito el programa que debía seguirse hasta el último detalle -incluso las armaduras y modulaciones dominantes que debían ser utilizadas- creyó que el tema no sintonizaba con su esquema mental, por lo que le propuso en una carta a su colega Tchaikovsky que la tomara a cargo, quien lo hizo luego de varios años sin integrar en su trabajo el realizado por Balákirev.

La Sinfonía Manfredo en si menor, op.58 es la única de las cuatro composiciones de Tchaikovsky de este tipo que no fue numerada, pero al ser trabajada en 1885, se deduce su creación entre su cuarta y quinta sinfonía. A pesar de que en un inicio su autor la consideró una genialidad, luego intentó destruir las partituras pero al no llevar a cabo su cometido hoy es conocida como una de sus mejores obras, sin embargo es interpretada en escasas ocasiones.

La Orquesta Sinfónica de Guayaquil la integra de manera privilegiada en su reportorio. Esta agrupación, además de lograr una buena lectura, facilitando con ello la preparación de obras de todo tipo, ha alcanzado un nivel de ejecución sublime, según su director, el armenio de nacionalidad ecuatoriana, David Harutyunyan. Esa sensibilidad lograda es el reflejo de los doce años del maestro Harutyunyan delante de la Orquesta, junto al trabajo de cada uno de los músicos, aquellos que han estado desde el principio y los que se han ido integrando con los años.

Durante esta semana los ochenta y seis músicos que integran la Orquesta Sinfónica han trabajado en la estética de la obra, ajustando el sonido de cada una de las líneas que componen la Sinfonía.

Según Harutyunyan, al igual que otras obras, del siglo XIX, esta guarda elementos románticos y heroicos, que con la coordinación lograda de cada uno de los instrumentistas, permite al oído sentir esa búsqueda del significado de la vida que baja cabeza al tener como única respuesta la grandeza del destino.

Otra obra preparada para este viernes es la interpretación del Preludio y Allegro en el estilo del músico italiano Gaetano Pugnani, que a pesar de estar escrita para un solo de violín, será ejecutada en un ensamble de doce.

El director ejecutivo de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, Gorky Elizalde, y Harutyunyan coinciden en tener claro el objetivo de llevar al escenario estas composiciones clásicas: el público.

Para el director de la Orquesta es fundamental acercar al público a este tipo de composiciones, que además de ser ejecutadas con mayor rigor que elevan el nivel musical de la Orquesta, amplían el panorama musical de las personas.

“Después de cada concierto nuestro espectador cambia un poco, algo en su corazón comienza a moverse con más cariño”, dice el director. Ese cambio se refleja en cientos de solicitudes para formar parte del trabajo que realizan.

La Sinfonía Manfredo y el Preludio y Allegro de Pugnani que se escuchará mañana en el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro, es además el trigésimo segundo concierto de temporada, un ciclo que está por concluir para lo cual está previsto una tradicional presentación en las iglesias de distintos cantones de Guayas, que aún están por confirmar.

Una vez terminada la temporada la Orquesta tomará vacaciones para iniciar una nueva fecha de presentaciones en la que, según confirmó Harutyunyan, se prepararán para interpretar obras como Canción de la Tierra, un ciclo de canciones en forma de sinfonía, con ciertos rasgos pentatónicos, en gran escala para dos solistas vocales y orquesta, escrito por el compositor austríaco Gustav Mahler entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX.

Las composiciones que trabaja la Orquesta Sinfónica de Guayaquil se mezclan en ocasiones con interpretaciones de corte más popular, como la Radiola Sinfónica, concierto en el que participaron músicos como Pamela Cortés y el Rey de la Rocola, Aladino. Con estas presentaciones la agrupación guayaquileña motiva el incremento del público, de manera que se genere un interés por composiciones más elaboradas, como la que se presentará mañana.