Los cineastas nacionales empiezan a barajar ideas para solventar sus propuestas. A pesar de que en Ecuador no se reportan casos de éxito con el sistema de recolección colectiva, más conocido como crowdfunding, esta es una de las gestiones que se utilizan para obtener mayor financiamiento.

Claro que hay excepciones. José Miguel Marín, por ejemplo, podría dar fe de lo que es una campaña exitosa de crowdfunding. Lo vivió cuando fue productor ejecutivo del documental dirigido por Javier Andrade sobre Los amigos invisibles, La Casa del Ritmo.

El boom mediático de la banda venezolana radicada en Estados Unidos permitió financiar el documental con $ 31.500 -1.500 más de lo propuesto en la meta- obtenidos a través de la plataforma kickstarter en tan solo 30 días de campaña.

Si el público objetivo de la campaña hubiera estado en Ecuador, tal vez los resultados no hubieran sido los mismos.        

Hace más de un año, dos proyectos cinematográficos dirigidos por ecuatorianos y grabados en el país apostaban por el crowdfunding como método de financiamiento. Para ambos los resultados no fueron positivos. Por un lado, está Instantánea, dirigida por la guayaquileña Alexandra Mora.   

Esta es la historia de dos niñas que hacen uso de una cámara instantánea para la captura de todas las aventuras de su amistad.

El período para su financiamiento estaba contemplado entre el 7 de febrero y el 19 de marzo de 2013. Con la expectativa de recaudar $ 20 mil, solo se llegó a $ 2.125. Bajo las condiciones de la plataforma kickstarter, utilizada para su campaña, el dinero recaudado se anula.

La experiencia de La Descorrupción

Algo similar ocurrió con La Descorrupción, dirigida por  María Emilia García. El objetivo de recaudación eran $ 10 mil y no alcanzaron ni el diez por ciento, pues se donaron $ 700 por esa vía.    

Para García no se alcanza el objetivo porque, en parte, el crowfunding no está adaptado a Ecuador. En el caso de La Descorrupción, la plataforma que utilizaron era una página norteamericana con sistema de PayPal. Varias personas interesadas en aportar con el proyecto no pudieron hacerlo, pues el sistema rechazaba sus tarjetas de crédito (no tendrían los mismos dígitos que los requeridos).

Además se percibía cierta desconfianza de las personas por usar su tarjeta con el proyecto. “Aún hay mucha desconfianza con internet”, asegura García. Entonces, el modelo de financiamiento de La Descorrupción trabajó en una forma de conseguir apoyo externo, pero esta vez validando la opción de depósito de cuentas.

Finalmente, a través de este sistema el equipo de producción, conformado por menos de 15 personas, consiguió $ 2.000. Con la experiencia adquirida en la campaña, García aún se cuestiona si hubiera sido mejor trabajar durante un tiempo en otra actividad y utilizar el dinero proveniente de su salario en el financiamiento de la película.

Tras pasar por un intento fallido para ganar fondos del Consejo Nacional de Cine en algunas categorías, La Descorrupción pasó sus 3 semanas de grabación y está por terminar su última fase. Lo ha hecho autofinanciada, con un equipo que ha trabajado “por la camiseta”, es decir que una buena parte de ellos no ha recibido más que el aprendizaje de rodar.

En este filme, su directora, María Emilia García, propone una comedia negra en la que aborda la corrupción y los límites humanos, desde el absurdo y la crueldad. Mezcla una serie de planos fijos con un entorno más real que estetizado.

Además, siendo su personaje principal una asesina en serie, también rompe con los estereotipos de todos los consejeros que planteaban que una mujer no podría ser “asesina en serie”.

La Descorrupción era un proyecto que García había guardado entre guiones. La condición, impuesta por su maestría en cine, de presentar una película de bajo presupuesto -menos de $ 50 mil- fue el pretexto principal para trabajar en lo que será su ópera prima.

Entre los pendientes de esta película, protagonizada por la actriz Ángela Peñaherrera, está el análisis de la forma de distribución. Desde las consideraciones de su directora, tal vez, se distribuye por medio de internet con descarga gratuita.

Crisálida se suma a los intentos

Julia Silva y Paúl Escobar armaron un guión que en formato audiovisual no sobrepasará los 10 minutos. Las 25 personas que conforman el equipo de Crisálida, también “por la camiseta”, iniciaron la semana pasada la respectiva campaña para recaudar un objetivo de $ 4.750 hasta finales de septiembre. Van $ 115. ¿Llegarán a la meta?

Este cortometraje recibió a mediados de año un financiamiento de $ 7.000 del Consejo Nacional de Cine. Y a pesar de concebirse como “una película corta”, la expectativa de su equipo es lograr un producto audiovisual de gran calidad.

Crisálida empezará a rodarse en octubre para materializar la vida de Ernesto, un biólogo de 50 años que vive con su madre desde niño. Una mañana, como tantas otras, una tenue luz ingresa por la ventana y él levanta las cortinas para observar el crecimiento de sus crisálidas. Desde hace un tiempo extraños sonidos y murmullos llenan su cabeza y lo paralizan.

Al igual que el formato en que se plantea La Descorrupción, Crisálida rompe con los esquemas cinematográficos que se hacen en el país. Esta historia, según su directora Julia Silva, se centra en el realismo mágico, un género cinematográfico que ha sido poco explorado.  

Lo más importante de ambos proyectos es contar una historia y hacer cine de calidad, desde propuestas distintas. Ambas películas, en sus formatos, son intentos por diversificar la producción nacional.

Para Silva este tipo de iniciativas de financiamiento, más allá del éxito que tengan, son una forma de motivar el interés de un posible público para acercarse a las propuestas cinematográficas que se gestan en el país.