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Gabriela Chérrez abre los cajones de su intimidad en el Museo Municipal

→’El secretero de Ámbar’ es un mueble cilíndrico de madera, con 100 cajones, en los cuales Chérrez guarda algunos secretos sobre sus parejas sexuales.
→’El secretero de Ámbar’ es un mueble cilíndrico de madera, con 100 cajones, en los cuales Chérrez guarda algunos secretos sobre sus parejas sexuales.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
21 de noviembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Gabriela Chérrez estuvo cerca de llamarse Ámbar. A su madre y a su hermana les gustaba el nombre, pero el día en que la familia iba al Registro Civil, el padre dijo: “No le vamos a poner un nombre de puta a la niña”. Esa pequeña frase, pronunciada cuando la pequeña ni siquiera tenía conciencia, disparó con el tiempo algunas cosas vitales para la vida y obra de Chérrez, quien hace diez años ganó el Salón de Julio con una historieta erótica pintada con esmalte de uñas sobre una pared de azulejos.

“Las niñas no pueden cruzar solas la calle, así que yo no quería ser una niña”, explicaba la artista el pasado viernes 17 de noviembre, en una visita guiada por su última exposición, Cherry me dice cosas que no quiero saber, inaugurada el jueves anterior en el Museo Municipal de Guayaquil. La muestra sirve como celebración del premio y estará abierta hasta el 8 de diciembre.

‘Ardo por un semental…’ cuenta la historia de una mujer comprometida que un día va a una corrida de toros y se enamora -tal vez aquí sería más preciso decir “arde en deseo”- del Búfalo, un torero que lleva un bulto enorme en su pantalón. La protagonista va narrando los acontecimientos viñeta a viñeta.

 

Por lo general, este tipo de historietas acababan con los personajes volviendo a su vida normal y con una moraleja. Aunque se trata de material casi pornográfico, por las imágenes y el lenguaje explícito, siempre había una moraleja. Pero la historia de Chérrez tiene un final abierto, con consecuencias, algo parecido a la vida, que es un asunto difícil, en especial para las niñas, que se supone que no deberían hacer ciertas cosas. Por eso el material y el soporte en el que está pintada la historia son tan poderosos: el esmalte de uñas y los azulejos, que son adornos típicos de la cocina, un espacio tradicionalmente reservado para las mujeres.

La artista se identifica con la protagonista de su obra, una mujer que no entiende el deseo como una pulsión a la que hay que vencer. Si le preguntan por el feminismo en su obra, lo evade, y dice: “hago estas obras para explicarme que hay un lugar para mí dentro de esta sociedad”.

Tal vez porque ese lugar no ha cambiado demasiado, Gabriela Chérrez es algo más radical: aquí lo cuenta todo, ya no a través de un personaje de historieta, sino desde sus propias intimidades.

‘El secretero de Ámbar’ es un mueble cilíndrico de madera con 100 cajones en el que Chérrez guarda algunos secretos sobre sus parejas sexuales. Son 77 las personas, hombres y mujeres, que tienen un cajón con algún objeto que simboliza la relación que alguna vez tuvieron con la artista. Cada historia ha sido calificada por ella, en una evaluación que puede ir de una a cinco estrellas.

Se trata de un archivo sentimental. En la inauguración, no faltó el que se acercara a decir que debía haber tenido mejor nota. “Luego les explicaba que no solo era la parte sexual, y enseguida decían, ‘ah, entonces debí tener menos”, cuenta Chérrez sobre las reacciones provocadas por el gesto subversivo de calificar a un hombre, en una sociedad que parece interesarse más por juzgar a las mujeres.

Chérrez tiene cierta fijación con las palabras categóricas. Así como la frase de su padre acerca de los nombres que deben tener las niñas resulta un detonante no solo para ‘El secretero de Ámbar’, sino para buena parte de su propuesta.

En Cherry me dice cosas..., la artista juega con una propuesta de Benjamín Carrión. Alguna vez, el fundador de la Casa de la Cultura dijo “Si no podemos ser una potencia política, económica y menos ¡mucho menos! militar, seamos una potencia cultural, que para eso nos autoriza y nos alienta la historia”. Esta cita, fundida en bronce y colocada en el Museo de Arte Moderno de Quito, es releída por la artista, quien formula una contrapropuesta, al ver que el sueño de Carrión no se ha cumplido, aunque esté inmortalizado en un material tan duradero como el bronce: “Si no podemos ser una potencia política, económica y menos ¡mucho menos! militar, seamos una potencia sexual, que para eso nos autoriza y nos alienta el cuerpo”.

La frase está formada con globos dorados, un material de menor duración que el bronce, “por si tampoco llegamos a ser eso”, puntualiza.

Un día, mientras caminaba por la calle, la artista vio cómo la autora de la frase discutía con un cliente que regateaba el precio de sus servicios. La discusión terminó así: “¡Chucha! ¡Tú lo que quieres es culear gratis!”.

La sentencia es conmovedora porque es pronunciada por una mujer que, a pesar de estar en una situación de vulnerabilidad, saca fuerzas para enfrentarse a alguien que se quiere aprovechar. Y Chérrez se apropia de esta idea mientras le explica a la pequeña audiencia de su visita guiada que: “Esto es lo último que te digo. No creas que porque tuve 77 parejas voy por ahí buscando un semental. No es tan fácil”.

La artista es docente en la Universidad de las Artes, donde sus alumnos le han pedido ver su obra anterior. (I)

Datos

Biografía

→Gabriela Chérrez estudió en el Instituto Superior Técnico de Artes del Ecuador (ITAE), hizo una maestría en España. Ganó el primer lugar del Salón de Julio, en 2007; En 2016 ganó el Premio de Arte Emergente Brasil, en adquisición.

7 años de la cláusula que prohíbe las obras con contenido sexual explícito en el Salón de Julio.

Docente

→La artista es docente de la escuela de Artes Visuales de la Universidad de las Artes. Fue parte del colectivo Las Brujas.

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