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El Carpazo, el crecimiento de un 'riesgo' necesario

Tras la presentación de La Máquina Camaleón, el público se trasladaba al escenario Las Flores.
Tras la presentación de La Máquina Camaleón, el público se trasladaba al escenario Las Flores.
Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
14 de junio de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

El concepto del festival El Carpazo, según sus propias palabras, es simple, pero efectivo: “mezclar propuestas locales nuevas con legendarias, agitar con buen sonido y culminar la presentación de este cóctel con bandas extranjeras de alto calibre”.

Y parece que han encontrado la receta indicada: pasada la medianoche del  anterior sábado, tras las presentaciones de Guardarraya y El Cuarteto de Nos, que cerraban el evento, los asistentes de la cuarta edición del festival de música independiente El Carpazo (organizado por Fundación Música Joven —que también gestiona el QuitoFest— y Píopío) salieron satisfechos. El evento tuvo lugar en la quinta San Luis, en Lumbisí (al oriente de Quito), desde las 14:00.

El festival, que debe su nombre a las carpas de circo dentro de las que se desarrolla, tuvo una múltiple función: por un lado fue un espacio para disfrutar de una experiencia musical variada e intensa, pero también sirvió como palestra para la concienciación sobre la importancia de las abejas para la vida debido a su rol de polinizadoras. Y, adicionalmente, fue un pretexto para la solidaridad, pues la organización anunció que donaría $ 1 de cada boleto vendido a las fundaciones sociales que ayudan en la reconstrucción de la Costa ecuatoriana tras el terremoto del pasado 16 de abril.

Este festival, a diferencia del QuitoFest, que es un evento masivo y gratuito, maneja una lógica distinta que implica el pago de una entrada y ofrece servicios como ventas de comida, una feria de diseño independiente, y este año incluyó una rueda moscovita para que el público que esperaba tuviera otra perspectiva del concierto.

Según Ga Robles, comunicadora del evento, las cifras de los asistentes han ido en aumento. La primera edición contó con unas 1.500 personas, mientras que se calcula que en esta hubo 4.000 (entre asistentes en general, el equipo organizador, técnicos y bandas).

Álvaro Ruiz, promotor, en entrevista con Fernando Escobar Páez, comentaba que los parámetros para entrar al festival implican “buscar un cartel que sea atractivo para el público, pero que al mismo tiempo ofrezca propuestas de vanguardia no tan masivas. Nos interesa que la gente salga de su zona de confort musical y se empape de las nuevas tendencias”.

EL TELÉGRAFO conversó con 4 de las agrupaciones locales invitadas sobre sus apreciaciones de la escena independiente en el Ecuador: Jodamassa, power trío cuencano formado por Juan Carrión, José Orellana y Santiago Landívar; Jazz the Roots, banda guayaquileño-chilena radicada en Quito integrada por Raúl Molina, Luis Sigüenza, Miguel Gallardo, Ismael Villarroel y Gabriel Jofré; 3Vol, power trío de rock metal fusión formado por Zak Icaza, Steven López y Jordan Naranjo; y, Les Petit Bâtards, la banda más joven, cuya alineación cuenta con Daniel Sorzano, Tomás Villafuerte, David Tapia y Martín Flies.

Aunque todos coinciden en ciertas opiniones respecto de cómo funciona el circuito musical local, los puntos focales son la falta de espacios para la difusión, y la dificultad de vivir de la música aunque sea un trabajo con dedicación a tiempo completo. Raúl Molina, baterista de Jazz de Roots, comenta: “Yo toco con 8 bandas y con eso salvo el mes”. Por ello la importancia de eventos como el Carpazo, que exigen un alto nivel de ejecución y, a la vez, coadyuva a la profesionalización de los músicos. “Hay que ampliar la escena, si cada vez hay más y mejores músicos, el público también va a exigir más”, dice Martín Flies (Les Petit Bâtards); a lo que se suma la necesidad de acostumbrar al público a exigir calidad y a pagar por los conciertos.

Una escena local compleja y en continua transformación

Aparte de que existe la percepción —quizá nada errónea— de que faltan espacios de difusión “aunque las redes sociales ayudan y el boca a boca todavía funciona” (3Vol dixit), tenemos un público que aún no está habituado a pagar por consumir arte. Santiago Landívar, bajista de Jodamassa, comenta: “Quizá sea un poco subjetivo, pero si uno de los grupos ‘de moda’ va a Cuenca, la gente sí paga un monto equis, mientras que a nosotros nos va mejor en ese sentido en Quito”.

En un país donde no hay industria discográfica y donde funcionan mejor las redes sociales que las radios para difundir la música, hacer arte y festivales es aún una apuesta arriesgada, pero necesaria. (F)

Datos

La cuarta edición de El Carpazo Estuvo dedicada al rol de las abejas como polinizadoras y la importancia de su actividad para la vida.

Las presentaciones se alternaron entre los escenarios Las abejas y Las flores, ubicados en sendas carpas de circo. Las presentaciones duraron aproximadamente 45 minutos por banda.

El line up estuvo compuesto por 11 bandas nacionales: Radio Invasor, Les Petit Bâstards, Paola Navarrete, Jodamassa, Sexores, 3Vol, Jazz The Roots, Mamá Soy Demente, Rocola Bacalao, La Máquina Camaleón y Guardarraya.

Cuatro bandas internacionales también estuvieron invitadas: Vectores (de Chile, que abrió el festival), Astro (Chi.), Onda Vaga (Arg.) y Cuarteto de Nos (Uru.) que cerró.

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