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El Telégrafo
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Crónica a pie

Las expresiones religiosas son parte del paisaje urbano

Las expresiones religiosas son parte del paisaje urbano
Foto: Marco Salgado / El Telégrafo
27 de septiembre de 2016 - 00:00 - Byron Cervantes Lima. Periodista

“Eran las cinco ‘e la mañana”, parte de la canción ‘Visa para un sueño’, del artista dominicano Juan Luis Guerra, se escucha en radio Zaracay, con la cual se inicia a esa hora el programa ‘Puntual’, conducido por quien se identifica como William Ramírez. En el programa, que se extiende hasta las 10:00, se leen versículos de la Biblia y se difunde música evangélica. Los oyentes, mediante llamadas telefónicas y conexiones por WhatsApp, envían mensajes y “bendiciones” a sus amigos.

Hacia las 06:00, en varios puntos estratégicos del norte, centro y sur de la capital, se ubican los Testigos de Jehová, en parejas, junto a unos cochecitos en los que exhiben Biblias y otras publicaciones cristianas.

En un bus de transporte urbano, un hombre afroecuatoriano de contextura gruesa sube al vehículo, y con una voz potente, dice: “Con el permiso del señor conductor escuchen al predicador. No bote el folletito que le voy a entregar, léalo, y aprendan lo que el Señor Jesús dice...”.

Enseguida, una pareja de jóvenes se embarca en el mismo bus. Se identifican como integrantes de la fundación Remar. Entregan unas tarjetas que contienen pensamientos bíblicos y piden una colaboración económica para sufragar los gastos que demanda atender a niños y jóvenes rescatados de las calles.

Mientras el bus urbano recorre la ciudad, es perceptible que la gente se ocupa de sus tareas, mientras el reloj sigue su marcha. Y durante el día, en distintos lugares, salen a flote nuevas expresiones religiosas.

Por ejemplo, en la Plaza de la Independencia o ‘Plaza Grande’, un hombre, con Biblia en mano, expresa en voz alta: “Escuchen la palabra del Señor Jesucristo y serán salvos”. Continúa su intervención con las palabras “alabado sea el señor”, Hacia el norte de la capital, en la parada de la Metrovía, en Carcelén, un grupo de jóvenes se instala detrás de un cochecito, en donde exhiben una serie de libros, revistas y folletos con contenido religioso. Al acercarse una persona, le dicen amablemente que puede llevarse sin pagar la publicación de su elección.

Ante la respuesta positiva del ciudadano, una de las chicas le entrega una invitación para que asista a una asamblea de los Testigos de Jehová en un local ubicado en San José de Morán, en la zona norte de la ciudad.

Al otro extremo de la urbe, un grupo de practicantes del hinduismo luce una vestimenta y atuendos especiales. Todos sus integrantes avanzan alegremente; uno de ellos toca el tambor y todos cantan una melodía de alabanza a su deidad: “Are Krisna, are, are”, cantan en coro, con lo cual expresan una oración a Krisna -el octavo avatar del dios Visnú, pero que los krisnaístas o ‘visnuistas bengalíes’ consideran su aspecto más elevado (Suprema Personalidad de Dios).

Los rayos del sol castigan perpendicularmente. En una de las calles se observa a una pareja de jóvenes uniformados con camisa blanca, portando placas que les identifica como integrante de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocidos popularmente con una palabra: “mormones”.

Uno de sus representantes -que prefiere no revelar su nombre- afirma que ellos visitan los hogares donde “el espíritu los guía”; cuenta que se dedican a predicar durante un año y luego retoman sus actividades cotidianas. Si son extranjeros, luego de ese año de trabajo religioso, retornan a sus países de origen.

En el caso de los musulmanes, ellos tienen sus mezquitas o lugares de reunión, tanto en Quito como en otras ciudades del país. Ahí, de acuerdo con el horario previamente definido, realizan el ‘Salat’, que consiste en la oración que realizan los musulmanes del mundo cinco veces al día.

Adicionalmente, ellos entregan el Corán -y otras publicaciones religiosas- a quien lo desee. Pueden escribir al correo [email protected].

Al caer la noche, una de las tantas unidades de transporte público amplifica la señal de la tradicional Radio HCJB, emisora que transmite melodías religiosas. Mientras uno de sus locutores lee algunos pasajes de la Biblia, el conductor sigue con atención los relatos. De esa manera enfrenta el hastío que provoca la deplorable circulación vehicular en las siempre congestionadas calle de Quito.

Son las 19:00 y en uno de los puntos de mucha concurrencia de personas se divisa a dos hombres. Están detrás de un exhibidor, vestidos con trajes formales, desde donde ofrecen a los transeúntes las revistas Atalaya y Despertad. Unos recogen las revistas y se van ojeando sus contenidos. Otros pasan de largo.

De esta manera, decenas de miles de personas “queman los últimos cartuchos del día”. Realiza alguna actividad previa antes de ir a descansar en sus hogares. Al día siguiente despertarán para retomar la rutina cotidiana. (I)

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