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El Telégrafo
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La Playita, el paraíso popular de los guayaquileños (Video y Galería)

Foto y Video: Lylibeth Coloma / El Telégrafo
Foto y Video: Lylibeth Coloma / El Telégrafo
08 de febrero de 2015 - 00:00 - Diana Holguín Rodríguez

El imaginario de las personas al escuchar la palabra playa, generalmente dibuja un sitio tropical, con vista al océano, rodeado de arena y adornado con palmeras. Dentro del perímetro urbano de Guayaquil, existe una playa improvisada al sur de la ciudad, donde sus visitantes pasan momentos en familia.

Se trata de la Playita del Guasmo, un sitio adecuado para la recreación de las personas en un área de 4.000 m². No hay mar, pero el agua del estero Salado es el principal atractivo a donde acuden cientos de personas no solo de este sector de la ciudad, sino de todo aquel que busque diversión y descanso sin viajar más de una hora y sin gastar mucho dinero. Ese es el caso de Jéssica Toral Salazar, de 25 años, quien cada domingo se traslada de la Cooperativa Martha de Roldós al balneario, ubicado a 11 minutos de su hogar. Lo hace en compañía de sus 3 hijos de 9, 6 y 5 años.

Toral asegura que desde su infancia el sitio se convirtió en su lugar preferido para relajarse, al punto de acudir cada semana y conocer perfectamente los días en que la marea sube y se convierte el sitio perfecto para nadar. Comenta, además, que la temporada playera es uno de los mejores momentos para recrearse en el lugar debido a que los concursos propios de la zona costera se trasladan a la mini playa con shows artísticos y juegos para la familia. Aunque la Playita del Guasmo fue remodelada en 2004 por la Alcaldía de Guayaquil, el balneario cuenta con una historia mucho más antigua. Luz María Napa lo recuerda. “Antes era manglar, era bien sucio lleno de basura y de palos, era el botadero de la zona y para lo que era antes definitivamente ha dado un giro”.

Napa, de 28 años, acude al balneario cuando llegan visitas familiares desde otros lugares del país y de manera especial, cuando llegan de paseo personas que viven en el exterior. También aprovecha los feriados de Carnaval y Semana Santa para darse un chapuzón en el afluente natural.

Un lugar para aprender a nadar

La mayoría de los 500 mil habitantes del Guasmo, una zona popular que ocupa gran parte del sur de Guayaquil —con una extensión de 19’761.287 m²—aprendió a nadar en las aguas del Estero Salado. El balneario está abierto al público de forma gratuita, desde las 08:00 hasta las 18:00.

Luis Salinas, de 19 años, recuerda que su mamá, Ana Ochoa, fue su maestra de natación cuando tenía 8 años y con el tiempo, él se encargó de enseñar la destreza a sus hermanos menores en el mismo escenario, en la Playita del Guasmo.

Luis siempre acude al sitio con sus amigos, tanto entre semana como los sábados y domingos. Se baña ligero con una pantaloneta y sin camiseta, tal como lo hacen las demás personas que acuden al balneario, que en su mayoría son niños y jóvenes. Las carpas y los parasoles son escasos en el área de la playa, que tiene una capa de arena gris fina de 50 centímetros. No es una arena como el de la costa natural, pero cuando se es niño esto no importa. Por eso no es extraño ver a los pequeños de la Playita tratar de hacer castillos, lo intenta una y otra vez en medio de risas y juegos. También hay quienes usan sus boyas para intentar flotar sobre el estero.

En el balneario solo 2 personas se dedican al alquiler de estos inflables. Una de ellas es Mónica Alvarado quien inició en el negocio desde que el sitio fue remodelado, hace 10 años. Relata que comenzó con 15 boyas, pero a medida que iba mejorando el negocio con la llegada de turistas, invirtió más dinero, a tal punto de tener actualmente a disposición 50 boyas entre grandes y pequeñas. Cada una es alquilada por una hora, a $ 0,50 para los niños y a $ 1,00 para los adultos. “Yo salgo todos los días, esa es mi única fuente de ingreso, aunque generalmente los domingos son más rentables”, dice Alvarado de 36 años. La mujer asegura que es más de una ocasión debe lanzarse al agua en busca de las boyas que suelen irse lejos de la orilla.

VIDEO

No recuerda hace cuánto tiempo aprendió a nadar, pero lo hace. Cuenta que esto es herencia de su madre y sus hermanos, que la llevaron al balneario para dar sus primeras brazadas, tal ocurrió con sus vecinos. A Alexis Barzola, uno de los jóvenes que acude constantemente a la Playita del Guasmo, no le parece descabellada la alternativa que muchos prefieren para distraerse y que sirve también perder los miedos. En el mirador de 12 metros de altura —que ahora luce sin cubierta y con óxido por la falta de mantenimiento— un sinnúmero de jóvenes improvisa una escalera para llegar a una esquina y lanzarse con estilo o simplemente en cuclillas.

Barzola y su amigo Juan Carpio siempre analizan el momento ideal para bañarse en la Playita. Caminan primero por la playa o simplemente se sientan a divisar el panorama. Este fin de semana, pareció no ser de su agrado, por lo que prefirió mirar y disfrutar del viento que corre en el lugar. No así José Gracia de 18 años quien hace 2 meses decidió arriesgarse por primera vez y lanzarse desde lo más alto del observador. “Se siente muy bien hacer cosas nuevas, siento la adrenalina correr por mis venas”, dice el joven quien admite que a veces lo marinos de guardia en la zona le llaman la atención, al igual que los agentes que custodian la Playita. Los clavados y mortales no están permitidos y una señalética lo dice con claridad.

Los amigos de Gracia lo secundan, lo motivan y piden llegar más alto. Cada uno mira con sigilo el agua y se toman unos segundos para lanzarse a las profundidades.

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