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El uso de antidepresivos crece en Ecuador

El uso de antidepresivos crece en Ecuador
27 de septiembre de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

Uno de los medicamentos más demandados en nuestro país son los antidepresivos.

El año pasado, en Ecuador se vendieron $ 14’268.241 antidepresivos, y en el transcurso de este año se han comercializado $ 8’674.559, según datos revelados por International Marketing Services (IMS) una organización mundial que desarrolla estudios de mercado, en particular, en el sector farmacéutico.

La psiquiatra Yolanda Villacreses confirma que los casos de depresión han aumentado, y esto obedece a 3 factores: orgánico, psicológico y social. Sobre este último, la especialista señala al bullying (acoso o maltrato escolar), la falta de trabajo, la inestabilidad laboral y la crisis económica como situaciones que pueden incidir en el desarrollo de la depresión.

Como cada caso es diferente, los médicos realizan una valoración individual, porque también inciden los factores psicológicos (pérdida de un ser querido, divorcio) o aspectos orgánicos (hipotiroidismo, cáncer y otras enfermedades catastróficas). Aunque no hay tantos casos con depresión clínica, muchos médicos también recetan antidepresivos para ayudar a las personas a sobrellevar los acontecimientos adversos de la vida relacionados con el sufrimiento.

Los prescriben para ayudar a sus pacientes a afrontar un duelo, a superar el dolor por una ruptura amorosa y, en muchos casos, para mitigar el estrés y el desánimo por problemas laborales. Villacreses es enfática al señalar que  todos los casos de depresión necesitan tratamiento. “Cuando es una depresión moderada el apoyo familiar es esencial, pero cuando pasa a ser grave es fundamental la ayuda de un especialista”.

Uno de los problemas actuales, advierte un estudio publicado en la revista Scientific American, es que bajo la etiqueta de depresión se incluye cualquier síntoma de tristeza o abatimiento que una persona pueda presentar, aunque esta sea sana, legítima y proporcionada.

DEPRIMIDOS

En el peor de los casos la depresión puede conducir al suicidio. Cuando el padecimiento es más leve también puede afectar la vida diaria.

Los trastornos mentales y neurológicos representan alrededor de una cuarta parte de la carga de las enfermedades en Latinoamérica y El Caribe. Estos van desde depresión y ansiedad hasta el trastorno bipolar.

La depresión en América Latina y el Caribe afecta al 5% de la población adulta. Es un trastorno que puede afectar a cualquier persona, en cualquier momento.

No solo afecta la vida personal, también incide en el desarrollo de un país: es una de las principales causas de pérdida de productividad en el mundo.

Eso significa que para la tristeza común y pasajera también se prescriben antidepresivos. ¿Será esta la razón por la que aumentaron las ventas de antidepresivos no solo en el país, sino a escala mundial?

Fausto Miranda, psiquiatra, destaca un factor que puede haber incidido: la nueva generación de medicamentos antidepresivos son más efectivos y mejor tolerados por las personas.

A esto se suma el hecho de que hay médicos que recurren a estos fármacos para tratar otras dolencias, como los trastornos de ansiedad.

Según Miranda, cuando la depresión dura más de 4 semanas, hay que prescribir un antidepresivo.  “En realidad, hay un aumento en la frecuencia de los trastornos depresivos y eso puede contribuir a la elevación en la venta de estos medicamentos en nuestro país”.

Para el psiquiatra Alejandro Arroyo, muchos antidepresivos son recetados para el dolor de cabeza de tipo tensional y para dolores neuropáticos. Además, “los antidepresivos no solo combaten la depresión, sino otras patologías, como el trastorno obsesivo-compulsivo y los trastornos alimenticios. Se los prescribe no porque las personas estén deprimidas, sino porque se ha constatado que el compuesto de algunos medicamentos antidepresivos también funciona para estos problemas de salud”, puntualiza.

Arroyo afirma que en el mundo, al igual que en Ecuador, los casos de personas con depresión van en aumento. El especialista cita incluso datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS): la depresión es una epidemia silenciosa que en 2020 será considerada la segunda causa de incapacidad en el mundo, solo detrás de enfermedades como los infartos, insuficiencia coronaria o accidentes cerebrovasculares.

De hecho, la depresión no solo se caracteriza por sentir tristeza, sino por perder la capacidad de disfrutar de la vida. En la mayoría de las ocasiones, va acompañada de pérdida de apetito, apatía e insomnio. Es una de las enfermedades que más perjudican la calidad de vida de los seres humanos.

Un estudio publicado en el diario The Guardian, en Inglaterra, sostiene que aunque las personas tengan más acceso a la tecnología y vivan rodeados de más comodidades, son más proclives a sufrir de depresión. De acuerdo con la OMS, cerca del 75% de las personas que padecen la enfermedad vive  en la actualidad en los países en desarrollo.

El factor genético

El psiquiatra Fausto Miranda considera que existen condiciones familiares, sociales y, en especial, genéticas que influyen en la aparición de esta enfermedad. “Hay familias que tienen tendencia a sufrir de depresión”, señala. 

Aunque las causas  no están del todo claras, hay un acuerdo generalizado sobre la influencia que tienen los factores genéticos y ambientales.

Una investigación desarrollada por la Universidad de Granada, en España, hace énfasis en que las personas con una cierta variante genética son más vulnerables al estrés social que las que carecen de este componente, es decir, tienen mayor riesgo de estar deprimidas debido a algún evento traumático acontecido en su vida.

El gen en cuestión es el que codifica el llamado transportador de serotonina, un neurotransmisor responsable de regular los estados de ánimo y sobre el cual actúa la mayor parte de los fármacos antidepresivos.

 

¿Efectividad?

Los estudios que se han realizado sobre la efectividad de estos fármacos han generado muchas reacciones, porque en la mayoría de casos, los resultados no son los esperados y eso pone en apuros a las empresas farmacéuticas.

Una investigación desarrollada por científicos británicos, y publicada en la revista PLoS Medical  sobre 3 de los principios activos de algunos antidepresivos, como fluoxetina, venlafaxina y paroxetina, reveló que para aquellos pacientes que no tenían síntomas graves, estos antidepresivos eran igual de útiles que una pastilla de azúcar, lo que significa que solo se trataba de un efecto placebo (sustancia que carece de acción curativa pero produce un efecto terapéutico si el enfermo la toma convencido de que es un medicamento realmente eficaz).

Los datos de esta investigación confirman estudios previos que cuestionaban la baja efectividad de los SSRI (serotonin-specific reuptake inhibitors), fármacos que corresponden a la generación más nueva de antidepresivos.

“La diferencia entre la mejoría de los pacientes que toman placebo y los que toman antidepresivos no es muy grande”, recalcó Irving Kirsch, uno de los investigadores que participó en el estudio. Uno de los fármacos más cuestionados, hoy en día, es el Prozac, el antidepresivo  considerado símbolo del siglo XXI con 40 millones de consumidores en todo el mundo.

Según los resultados de un trabajo científico, ingerir la fluoxetina, el principio activo de la llamada ‘pastilla de la felicidad’, tiene el mismo efecto que tomar píldoras elaboradas con azúcar, es decir, placebo, cuando se trata de personas que sufren depresión leve y moderada.

Lo mismo ocurre con los otros 2 antidepresivos más vendidos, la venlafaxina (Efexor) y la paroxetina (Serotax, conocida también como ‘píldora de la timidez’).

Estos son los resultados de los ensayos clínicos registrados por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés), el organismo estadounidense que debe dar el visto bueno a los ensayos clínicos de las farmacéuticas para conseguir la autorización de un medicamento.

Aunque el Prozac es uno de los fármacos más criticados, muchos especialistas consideran que cambió el rostro de una generación y la razón es simple: este fármaco revolucionó el tratamiento de la depresión, porque, al parecer, no tiene efectos secundarios y, por primera vez, podía ser usado en niños y adolescentes.

Se ha documentado que hasta 1987, los fármacos para combatir la depresión únicamente eran recetados en casos puntuales, debido a sus efectos secundarios, entre los cuales se incluían las arritmias cardíacas e infartos en algunos casos. Pero ese año, la FDA aprobó la comercialización de un tipo de fármacos sin consecuencias nocivas, entre ellos, está el Prozac.

El psiquiatra Fausto Miranda precisa que se abusó del Prozac. “El abuso, no el uso, es el gran problema de estos fármacos, en particular si no existe una terapia apropiada”.

El éxito del Prozac fue tal que, a finales de 1997, Elizabeth Wurtzel, periodista estadounidense, publicó su libro Nación Prozac que se convirtió en un éxito de ventas al reflejar el explosivo consumo de antidepresivos entre los estadounidenses.

Hace unos años, Ronald Dworkin, autor del artículo La medicalización de la infelicidad, indicó que la “ciencia médica debe usar agresivamente fármacos como el Prozac para pacientes que sufren de depresión clínica. Esto es absolutamente apropiado, pero la ciencia se equivoca cuando supone que existe una conexión entre la infelicidad diaria (la que tenemos todos) y la depresión clínica. Aunque las ventas de estos medicamentos se han disparado, hay muchos psiquiatras en el mundo que son partidarios de que la prescripción de antidepresivos se restrinja más.

¿Cómo actúan?

Los antidepresivos incrementan la actividad de ciertas sustancias químicas cerebrales conocidas como neurotransmisores, cuya misión es enviar  señales de una célula cerebral a otra. Las sustancias químicas más relacionadas con la depresión parecen ser la serotonina y la noradrenalina.

Alejandro Arroyo indica que la mayoría de los medicamentos aumentan las concentraciones de estos neurotransmisores. Algunos están diseñados para  incrementar las concentraciones de serotonina, otros las de dopamina y algunas más las de noradrenalina. Por eso, son utilizados para estos tratamientos.

Aunque la causa directa de una depresión no está del todo clara, se sabe que en las personas deprimidas hay una alteración de algunos neurotransmisores cerebrales que regulan el estado de ánimo.

Este es un tema que, según los expertos, aún debe estudiarse con más profundidad.

ESPECIALISTA

“La depresión puede provocar numerosas muertes en el mundo”

Los casos de depresión se han incrementado a escala mundial. Hay muchos factores que inciden, como el estrés, producido por el trabajo excesivo y los conflictos de pareja, entre otros. Los antidepresivos elevan la cantidad de serotonina. Hay que indicar que la depresión puede provocar la muerte de muchas personas, es como una guerra, como un terremoto.

Los antidepresivos pueden resultar adictivos más por el elemento psíquico que se ha ido fortaleciendo. Por ejemplo, hay quienes nos han vendido la idea de que con los antidepresivos podemos encontrar la felicidad, de que sin estos medicamentos no podremos vivir y de que son indispensables para la vida.

Esto ha generado un incremento mundial en su venta; es uno de los negocios más grandes que existen hoy a escala mundial. Eso no significa que no debamos utilizarlos. En realidad, hay casos que requieren el uso de estos fármacos, pero no hay que abusar de ellos. Es necesario analizar caso por caso, porque ningún, como es obvio, es igual al otro. Es un tema que requiere mucho cuidado.

Diego Chiriboga, psiquiatra e investigador

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