En el tropicalismo liberal que pregonan las élites latinoamericanas es vital tener la idea del líder político, siempre y cuando este sea hecho de un material descartable. O en términos francos: un líder transitorio o temporal. O, de modo sofisticado: un líder dispuesto a la alternancia. Los liberales cuando quieren ser tropicales serios se inventan cualquier cosa que suene sensata y la defienden a capa y espada.
En el Ecuador del siglo XX, verbi gratia, entre el caciquismo local y el caudillismo nacional nunca hubo un gran trecho. Y el populismo, en sus disparejas versiones, tampoco se distinguía por un particularismo que los liberales tropicales despreciaran. Cuando se lo requería, se lo tomaba. (¡Pobre Velasco Ibarra!).
Hoy el líder ha descendido a los infiernos. Mejor dicho, la idea de líder ha menguado porque los liberales tropicales aquí han concluido que el único líder nacional moderno, léase Rafael Correa, atenta contra el principio básico de lo descartable o temporal, pues –dicen- un dirigente político no puede durar mucho; debe ser como un plato de fiesta: desechable.
Así, además, en el zafarrancho de Alianza PAIS se discuten perogrulladas: ¿Quién debe ser el líder de AP? ¿O quién tendría que conducir AP? La cuestión era más fácil: ¿Quién merecía dirigir AP o lo que resta de AP? Alguien temporal. Alguien que cumpla las ínfulas del ideario tropical liberal: un líder transitorio; alguien precisamente como Lenín Moreno, o sea, un hombre a quien le ¿disgusta? el poder. Por eso yo estoy de acuerdo con que él se quede con AP y la bandera verde y el número tres/cinco. Y colorín colorado.
Ergo, un líder, lejos del tropicalismo, es alguien que no es descartable y solo asoma luego de uno o dos siglos. Es alguien que encarna los valores del acumulado social más profundo de un pueblo y asume (como propio) el destino colectivo.
Un líder rompe la relación tiempo/espacio de su vida personal por la razón de los comunes, es decir, la vida social y política que su liderazgo –también- ha estimulado. Rafael Correa lo sabe o debería saberlo. (O)
