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El Telégrafo
Germán Gorraiz López

¿Será Rusia de nuevo el salvavidas de Cuba?

02 de octubre de 2017 - 00:00

El cese del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, exigido por vigésimo quinto año consecutivo en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y aprobado de forma abrumadora por 191 votos a favor y 2 abstenciones ( EE.UU. e Israel), reafirma la libertad de comercio y navegación ante un bloqueo anacrónico instaurado por Kennedy en 1.962 y que habría supuesto para la Isla unas pérdidas directas e indirectas estimadas en 110.000 millones $ según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y más de un Billón $ según el Gobierno cubano. Así, según Prensa Latina, entre mayo de 2012 y abril de 2013, las perdidas causadas por el bloqueo a la salud pública cubana serían de 39 millones $ debido a la imperiosa necesidad de adquirir medicamentos e instrumental en mercados lejanos.

Las medidas cosméticas tomadas por la Administración Obama en su Primer Mandato Presidencial siguiendo la estela de la Administración Clinton (relajación de las comunicaciones y el aumento del envío de remesas a la isla así como el inicio de una ronda de conversaciones sobre temas de inmigración), dejaban intacto al bloqueo y no cambian sustancialmente la política de Washington, aunque reflejaban el consenso de amplios sectores del pueblo norteamericano a favor de un cambio de política hacia la Isla auspiciado por la decisión del régimen cubano de terminar con el paternalismo estatal y permitir la libre iniciativa y el trabajo por cuenta propia.  Sin embargo, la renovación automática por parte de EE.UU. por un año más del embargo comercial a la isla atentarían contra el vigente sistema financiero y político internacional y podrían suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 50.000 millones de $, abocando al régimen de Raúl Castro a la asfixia económica.

Así, Bergoglio habría participado discretamente en la secreta negociación llevada a cabo entre Cuba y EE.UU. para romper el deshielo entre ambos países mediante el intercambio de Alan Gross y un oficial estadounidense por tres miembros de “Los 5”, seguido de la desaparición de Cuba de la lista estadounidense de Países Terroristas y de la apertura de Embajadas con el objetivo último de instaurar las bases de una nueva doctrina “interpares” en las relaciones bilaterales EE.UU.-Cuba, siendo “perentorio” el finiquito de un bloqueo que dura ya 53 años y que corre el riesgo de convertirse en endémico, con las perniciosos efectos colaterales que ello podría conllevar. De otro lado, Petrocaribe fue creado en 2005 por iniciativa de Venezuela con el objetivo de suministrar combustibles a los países miembros en condiciones ventajosas de pago, como créditos blandos y bajas tasas de interés y estaría integrado por 18 países (incluidos Honduras, Guatemala, Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Haití, Belice y una decena de islas del Caribe).

La nueva estrategia de EE.UU. sería estrechar lazos comerciales y militares con los países de Petrocaribe ante el peligro de contagio mimético de los ideales revolucionarios chavistas al depender en exclusiva de la venezolana Petrocaribe para su abastecimiento energético, empezando por el presidente dominicano Danilo Medina, no siendo descartable un intento de Magnicidio contra Maduro que tendría como efectos colaterales el finiquito del Petrocaribe y la subsiguiente asfixia energética de Cuba.

Donald Trump habría adoptado como leit motiv de su Presidencia eliminar todo vestigio del legado obamaniano. (O)

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