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El Telégrafo
Xavier Lasso

Racista ignorantón

16 de enero de 2018 - 00:00

“Recuerde, el Sr. Trump no es solo racista, ignorante, incompetente e indigno. Él también es un mentiroso”. Cita textual sacada de la opinión del Consejo Editorial de The New York Times, 12 de enero de este 2018, que todavía luce fresco.

En pocos días más, ese señor, calificado ignorantón, cumplirá un año al frente de los destinos del país que irrumpió como el más próspero y poderoso después de la Segunda Guerra Mundial; que juega con su poder nuclear; que alardea con su potente botón y que funciona. Trump “con su frágil ego y su particular preocupación obsesiva con la reputación de su hombría”, al decir de Carol Cohn, otra vez de The New York Times, ha descendido a los niveles más bajos no visto en inquilino alguno de la Casa Blanca.

Ese es el que ahora nos ha calificado de “agujeros de mierda”, antros, porque seguramente en su visión daltónica todos nosotros somos Haití, El Salvador y África. Y bueno que lo seamos, que conservemos una identidad que siempre abre la esperanza de respuestas regionales, solidarias, categóricas. Al cambio climático, al terrorismo, a la amenaza nuclear se ha sumado este mentiroso, ahora ha pretendido negar que dijo lo que dijo, a pesar de la enorme presencia de senadores que han confirmado la torpeza del lenguaje de este acosador profesional. No es para tomárselo a la ligera la amenaza global que Donald Trump representa, y son todavía 3 años más en los que, día a día, tendremos que soportar ese lenguaje repleto de vulgaridades.

Trump malgasta su tiempo viendo mucha televisión, usando redes, tomando coca cola a borbotones. Pero lo que resulta todavía más increíble, signo de lo malsano de nuestro tiempo, es que sus tuits reciben enorme cantidad de likes, es decir, tiene gran eco en su miseria, tiene seguidores y, seguramente, no solo allá. Acá habría gente que celebra sus “ocurrencias”, que también levantaría el dedo pulgar como signo inequívoco de su subordinación a los designios del imperio, de lo que va quedando de él.

Es inevitable verlo así, a través de un pequeño ejercicio de correlaciones, por las posturas retrógradas que se han manifestado desde el primer día, frente al tema de Julian Assange, y que hacen el juego a las rabietas del decadente poder que va cediendo su hegemonía. Assange, tipo blanco, de los que Trump quiere ver en su país, es un error político y de la naturaleza; él es una amenaza por todo lo que ha desvelado en sus filtraciones. Todo lo que sospechábamos ha dejado de ser pura especulación y 2018 pronto perderá su frescura por las miserias del poder real, y por todas las torpezas que aún nos esperan del señor Trump. (O)

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