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El Telégrafo
Eduardo Jurado

País rico y país pobre

26 de enero de 2018 - 00:00

En las escuelas de negocios se ha dicho que para alcanzar altos niveles de crecimiento económico es necesario tener baja inflación, menor gasto del Estado, apertura comercial, sistema flexible del tipo de cambio, flotación de las tasas de interés y baja presión fiscal. Así mismo, contar con instituciones que garanticen la libre competencia, estabilidad política, seguridad jurídica, transparencia y combate a la corrupción. El buen funcionamiento de las instituciones y una política económica saludable crean el ambiente propicio para el crecimiento. Sin embargo, cuando observamos el mapa del desarrollo, resulta evidente que los países más ricos son aquellos en los que, además, sus habitantes son creativos, utilizan las buenas ideas e innovan.

A lo largo de la historia ha habido países que, por motivos religiosos, políticos o ideológicos, han impedido a sus ciudadanos sacar provecho de las nuevas ideas. En la Europa del siglo XIX el movimiento ludista estaba en contra de la mecanización que rentabilizaba los medios de producción, porque reducía la mano de obra. Obreros y campesinos se manifestaron en contra del advenimiento de la modernidad. El ludismo usó la presión política y la violencia para evitar el progreso tecnológico. Más recientemente, grupos económicos han intentado evitar la entrada de ideas que amenazan sus intereses. Y si han logrado entrar, asediarlas, cercarlas, y hasta combatirlas. Para sobrevivir ante el tsunami tecnológico, luchan por mantener el statu quo.

El ludismo existe en todo el mundo. El problema es que hay países donde los ludistas ganan sistemáticamente. Y cuando los ludistas ganan, el progreso tecnológico se detiene. Desde la Revolución Industrial, la tecnología ha destruido puestos laborales y creado nuevas ocupaciones transformando el panorama socioeconómico. Es “la destrucción creativa” a la que se refirió Joseph Schumpeter (1942), el proceso de innovación en el que los nuevos productos acaban con viejas empresas y destruyen modelos de negocio.

Un ejemplo son las plataformas multilaterales como Amazon, Alibaba, Netflix, Uber, Airbnb, iTunes, entre otras, que reúnen agentes distintos, pero interdependientes. En otras palabras, conectan la oferta y la demanda sin intermediarios. Estas plataformas no solo amenazan con hacer desaparecer actividades comerciales, también han creado modelos de negocio que transforman economías completas.

El valor de mercado de Amazon es casi cinco veces el PIB de Ecuador. La tecnología ha sido determinante para el crecimiento de muchas economías y es la principal razón que explica por qué unos países son ricos y otros no. Los países que no utilizan las buenas ideas e innovan son los que más atrasados se quedan. (O)

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