La adopción de un acertado modelo productivo es uno de los temas clave para el fomento de la agricultura familiar campesina.
Téngase en cuenta que un auténtico modelo sostenible de agricultura campesina familiar solidaria podrá llegar a ser paradigma en el poscapitalismo, tal como lo anticipaba François Houtart, en el sentido de que este modelo puede llegar a ser la alternativa de lo que es una actividad solidaria, que asegure la soberanía nacional alimentaria y el bien común de la humanidad.
En la actualidad, la agricultura campesina alimenta al 70% de la población, en oposición al modelo capitalista, cuyo eje es el mercado en función de la ganancia y el monocultivo para la exportación.
No hay coexistencia pacífica entre los dos modelos, en competencia por recursos finitos, pero hay esperanzas en el tercer modelo basado en la agroecología, que surgió en Ecuador en los años 80 con grandes ventajas, que destaca Olivier De Schutter, exrelator del programa de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, entre otras, el aumento de la producción por el policultivo, el mejoramiento de la nutrición por diversidad y rotación de cultivos. Observa él que el rendimiento por unidad de tierra y de capital es mayor por las UPA agroecológicas que las convencionales.
A pesar de contar en Ecuador con un marco legal favorable con la Constitución de 2008, la Ley orgánica de Soberanía Alimentaria de 2010 y el Plan Nacional para el Buen Vivir 2013-2017, la producción agrológica no cuenta con mayor respaldo de las autoridades públicas. Es marginal, con 0,93% de la producción agropecuaria del país.
Habría que institucionalizar el fomento a la agroecología, a la vez que aplicar un plan de reforestación y de control de reforestación. (O)
