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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

La desaparición del Subcomandante Marcos (II)

09 de junio de 2014 - 00:00

La mañana del 1 de enero de 1994 sobre México cayó un verdadero balde de agua fría, como para despertarse de la resaca de fin de año  –al decir de los mexicanos- debido a que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional EZLN, conformado algunos años atrás, anunciara una declaración de guerra al gobierno.

Paralelamente los zapatistas se tomaron el municipio de San Cristóbal de las Casas, en el estado sureño de Chiapas. En ese mismo minuto México se aprestaba a firmar el TLC con Estados Unidos y Canadá, la promesa neoliberal de su supuesto ascenso al primer mundo.

Durante 2 semanas el zapatismo se enfrentó con el Ejército mexicano, con un saldo incierto de muertos. El EZLN se replegó a la selva lacandona y desde ahí lanzó su proclama de democracia, libertad y justicia, condiciones ineludibles, según el zapatismo, para negociar tierra, trabajo, vivienda, salud, educación. Este remezón provocó que México volviera a verse a sí mismo, a sus olvidados y excluidos indígenas y campesinos.

No obstante el vocero del zapatismo, el Subcomandante Marcos declaraba, para sorpresa de todos, que no perseguía el poder. Indagado acerca de si aspiraban a asaltar el poder, respondió “Lo que hay que hacer es subvertir la relación de poder, entre otras cosas porque el centro del poder ya no está en los Estados nacionales… de lo que se trata es de construir otra relación política, ir a una ciudadanización de la política”.

Desde la izquierda más ortodoxa Marcos y el zapatismo cometían una herejía, se olvidaban de la lucha de clases y de la toma del poder, apenas dos “detalles” cuya incorporación tuvo consecuencias catastróficas en vidas humanas para otros movimientos insurgentes de América Latina.

No obstante, el zapatismo fue la inspiración para un movimiento internacional de resistencia al capitalismo. En sus encuentros denominados ‘intergalácticos’, se dieron cita miles de activistas de todo el mundo para debatir acerca de la decadencia de la civilización capitalista.

Marcos, en sus propias palabras, fue fruto de “una compleja maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravilloso, una maliciosa jugada del corazón indígena que somos… Si ser consecuente es un fracaso, entonces la incongruencia es el camino del éxito, la ruta del poder. Pero nosotros no queremos ir para allá, no nos interesa. En estos parámetros, preferimos fracasar que triunfar… En lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo… El personaje fue creado y ahora sus creadores, los zapatistas y las zapatistas, lo destruimos.

Vimos que el personaje, el holograma pues, ya no era necesario… Siendo el 25 de mayo del 2014 en el frente de combate suroriental del EZLN, declaro que deja de existir el conocido como Subcomandante Insurgente Marcos. Eso es. Por mi voz ya no hablará la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Vale. Salud y hasta nunca o hasta siempre, quien entendió sabrá que eso ya no importa, que nunca ha importado”, fueron sus últimas palabras.

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