La agricultura campesina e indígena, de vital importancia en la economía de Ecuador, merece ser tema prioritario en 2018, asumido tanto por el Gobierno, como por productores y consumidores, como componente fundamental de soberanía alimentaria y fuente de empleo digno.
Un informe de la FAO y el BID señala que al menos 100 millones de personas en Latinoamérica dependen de este sector, y más de 800.000 en Ecuador, lo que representa 70% de la producción agrícola del país y el 60% de los alimentos que conforman la canasta básica.
Sin embargo, la AC está amenazada por la rápida expansión de la agroindustria con sus monocultivos de exportación. El sector agroalimentario de exportación representó 56% de las ventas totales del país (Banco Central, 2016).
Para el fomento de la agricultura familiar campesina, se reconocen 7 temas clave: acceso a la tierra, al agua, al crédito, a la comercialización de la producción, el modelo productivo, la calidad de vida, el rol del Estado. Ver Manifiesto para la Agricultura Familiar Campesina e Indígena en Ecuador, uno de los legados fundamentales del pensamiento de François Houtart, en asocio con Michel Laforge y Francisco Hidalgo, en particular.
El Gobierno tiene varios desafíos para aprovechar las potencialidades de la AC: implementar una política agraria equilibrada, que no privilegie la exportación y la concepción meramente mercantil y macroeconómica del cambio de matriz productiva, generando graves problemas ambientales y sociales; promover apoyo técnico y económico al pequeño agricultor con una eficiente coordinación interinstitucional, acceso al riego, una adecuada conservación de la biodiversidad, cuidado de los suelos y control de los circuitos de comercialización para evitar abusos de intermediarios que encarecen el consumo urbano.
En los siguientes artículos iré destacando uno a uno los temas clave reconocidos para el fomento de la agricultura campesina e indígena. (O)
