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El Telégrafo
Gabriel Hidalgo

Hasta luego, pequeña Emilia

24 de diciembre de 2017 - 00:00

Emilia tenía 9 años. Ella esperaba con alegría el día de la Navidad y tal vez ya tenía lista su carta al Niño Dios. Estaba en la edad para estrechar sus amistades, para entender las reglas de sus padres y para dialogar con el mundo entero. En este momento luminoso, su vida se apagó. Su luz fue extinguida por un criminal confeso y por un crimen en contra de toda la niñez.

El dolor por la ausencia de una niña llena de amor nos paraliza y nos empuja. Nos anima a criticarnos como sociedad y a preguntarnos por qué nuestros hijos no pueden caminar libremente, tranquilos y seguros en su propio barrio, en su propia ciudad. Si una sola niña, un solo niño, no pueden caminar plácidamente por las calles que son tan suyas como de todos, la sociedad entera habrá fracasado. Todos hemos fracasado con Emilia. Todos le hemos fallado.

El machismo es un producto de sociedades que naturalizan la violencia. ¿Somos una sociedad violenta? ¿Enseñamos el respeto por la dignidad del otro?

Este fue un femicidio con todas sus letras. El asesino aprovechó una relación desigual de poder para perpetrar el monstruoso crimen. Ni una niña o niño menos que su infancia sea destruida o que su vida sea apagada.

Un minuto de silencio por la muerte de Emilia y una vida entera de escándalo multitudinario hasta que las instituciones, las sociedades, las familias y los individuos nos demos las ciudades que nos merecemos. Somos gente decente que nos merecemos sociedades decentes.

Mi deseo es que su ausencia pronto se convierta en presencia constante y que su recuerdo entrañable sane, poco a poco, el dolor de sus papitos, hermanas y familiares que lloran por ella. Mi alma también llora por ella. Pero Emilia pronto dejará de ser una pequeña oruguita y se convertirá en una hermosa mariposa en el infinito, y desplegará libremente sus bellas alas allí donde no existe el dolor, donde no hay violencia ni odio; allí donde solo hay amor, del mismo que sus padres le profesarán por siempre. Hasta luego, pequeña Emilia. (O) et

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