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El Telégrafo
Carol Murillo Ruiz

El descaro mediático y político

29 de enero de 2018 - 00:00

El mundo entero atraviesa una crisis de los medios de comunicación pero nadie la toma en serio. La irrupción de las tecnologías y el delirio del tiempo real de la información esparcida por los –en apariencia- espontáneos caños de las redes sociales han creado un infierno de mentiras que la gente no está habilitada para manejar y descifrar. Sí, es una incapacidad programada, urdida por un poder ubicuo, es decir, una manipulación plena del raciocinio individual que deviene en automatización colectiva.

Puede parecer catastrófico lo que digo en una época en que a la comunicación social se la ha oscurecido, conceptualmente, con la libertad de expresión, no obstante, cuando más se hace latente la crisis de los medios tradicionales (y su dominio) es cuando a la comunicación (de masas) se la concierta con lo peor de la política. Un pacto ruin que permite al poder (de comunicar) ejercer un grado de manipulación extremo para aturdir a la ciudadanía.

En el Ecuador actual el arreglo de los medios es pasmoso. Frente a un hecho político real y determinante como la Consulta popular no han hallado mejor forma de incidir en las personas que asimilar un interés del gobierno y sus aliados de derecha y ultra izquierda como un objetivo democrático general.

Sin embargo, la gran mayoría de ecuatorian@s sabe que la Consulta y el Referéndum –un combo muy bien blindado- contienen un fin político concreto: desterrar la reforma del Estado instituida en Montecristi y, que, con astucia, llaman ‘correísmo’ para cebar el odio y la venganza a través de una comunicación cínica y psicológicamente forjada desde subrepticios poderes internos y externos.

Así, casi todos los medios han plegado a la manipulación. No hay contrapeso ni contraste ni divergencia. La alternativa comunicacional habita en el universo virtual, lugar preciso, también, para la distorsión.

Pero quizá lo que más inquieta es que no solo menoscaban su ya dudosa credibilidad sino lo que supuestamente defienden: la viabilidad de nuestra democracia.

Después del 4F veremos si el país resiste tanto descaro. (O)

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