Son escasas las posibilidades de ahorro en la agricultura familiar campesina, de ahí que el crédito sea clave entre los temas específicos para el fomento de su agricultura. En muchos casos los trabajadores agrícolas campesinos e indígenas, que trabajan para su subsistencia, se ven obligados a recurrir al crédito para invertir en sus parcelas, y a menudo quedan atrapados en el sistema financiero capitalista, cuando no en el chulco.
Deberían tener mayor protección en el Estado y encontrar subsidios para su desarrollo, pero el Banco Nacional de Fomento, como es sabido, privilegia los préstamos al sector agroindustrial y ganadero, porque pueden garantizar el crédito con escrituras o prendas.
La falta de crédito obliga a muchos pequeños productores a arrendar su tierra, generalmente a empresas del sector agroindustrial, entregándole toda su producción a precio fijo, a cambio de productos agroquímicos, semillas, asistencia técnica, medios de transporte. Esto reduce la libertad del propietario de elegir los productos que quiere cosechar y facilita a las empresas del sector agroindustrial el abastecimiento de materias primas y mantenerse competitivos.
Alertamos sobre el recurso al chulco, que implica usura, en manos de personas inescrupulosas que se enriquecen a costa de la necesidad y urgencia económica de miles de incautos.
Solo los funcionarios del sistema financiero nacional, que tengan el certificado de la Superintendencia de Bancos pueden captar y prestar dinero. Sin embargo, pululan a través del país los “prestamistas” que facilitan dinero rápido, sin tanto trámite, fuera de la firma de letras en blanco y con elevados intereses (10 al 15% mensual) superiores al máximo permitido por la ley.
Hay que fortalecer programas de crédito solidario y comunitario, y aprovechar oportunidades como el programa SOS Mujeres, que incluye cursos para que mujeres sean emprendedoras, incluso en la agricultura. (O)
