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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

¿Asesinaron a Pablo Neruda?

16 de junio de 2017 - 00:00

El 5 de diciembre de 1972 se realizó la última aparición en público del poeta y fue cuando el pueblo chileno le rindió multitudinario homenaje en el Estadio Nacional de Santiago. Luego del sangriento golpe militar del 11 de septiembre de 1973 su salud se deteriora; es internado el 19 en la clínica Santa María, en donde fallece el 23. En 2011 aparece un trabajo periodístico que recoge declaraciones de Manuel Araya Osorio –militante del Partido Comunista Chileno que cumplió funciones de asistente del vate durante muchos años–, quien manifiesta que Pablo Neruda habría sido asesinado en la citada casa de salud, tras aplicársele una inyección letal.

En el funeral participaron miembros del Partido Comunista –quienes eran perseguidos por el régimen–  y gentes sencillas del pueblo, que amaban al poeta. Soldados armados vigilaban a los asistentes que rindieron el último homenaje a su ilustre camarada. Luego del funeral, muchos fueron detenidos y engrosaron las listas de los desaparecidos por la dictadura fascista de Pinochet.

El 11 de diciembre de 1992, los restos de Pablo Neruda y Matilde Urrutia fueron exhumados y trasladados para un velatorio ceremonial en el Salón de Honor del ex Congreso Nacional. Al día siguiente, se dio cumplimiento al deseo del poeta: que sus restos fuesen enterrados en Isla Negra.

Es pertinente recordar que a inicios de septiembre de 1973, Pablo y Matilde tenían listo el viaje hacia México; en el aeropuerto esperaba un avión que había enviado el presidente Luis Echeverría para recogerlos en Santiago. No cabe la menor duda de que Neruda se habría convertido en un poderoso adversario –desde el exilio– para la dictadura neoliberal pinochetista. Ahora se conoce que el dictador ordenó el asesinato de varias personalidades que desde el exterior podían ejercer oposición y denunciar las atrocidades de su régimen, como el general Carlos Prats, quien fue asesinado en Buenos Aires en 1974 junto a su esposa; milagrosamente se salvó de la muerte el democristiano Bernardo Leighton, quien quedó herido gravemente en Roma en 1975 tras ser ametrallado; el caso del socialista Orlando Letelier, asesinado en Washington, junto con su secretaria. El expresidente de Chile Eduardo Frei fue asesinado en la clínica Santa María (¡qué coincidencia!) en 1981 por agentes de Pinochet, tal como lo probó el juez Alejandro Madrid tras exhumar el cadáver.

El 31 de mayo de 2011, el Partido Comunista presentó una querella criminal que fue aceptada a trámite por el magistrado Mario Carroza. En abril de 2013, el mencionado juez –que se encontraba investigando las causas de la muerte de Neruda– ordenó la exhumación del cuerpo; diligencia que se realizó el 8 de abril de 2013. Posteriormente, en marzo de 2016, el Gobierno chileno entregó un informe en el que consideraba probable la intervención de terceros en su muerte; en mayo de ese mismo año, fue presentado un análisis de laboratorio que habría detectado presencia de ‘estafilococo dorado’ que podría demostrar que Neruda fue asesinado. Para el presente año, se espera el resultado definitivo. A la justicia chilena le corresponde establecer responsabilidades sobre la muerte del poeta, cuyo extraordinario legado literario le pertenece a todo el planeta. (O)

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