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El Telégrafo
Rodolfo Bueno

Absurdo sobre absurdo

15 de agosto de 2017 - 00:00

El presidente Trump ha firmado una insensata ley de sanciones, con la que no está de acuerdo por ser “nociva e inconstitucional”. ¿Por qué comete entonces este absurdo sin precedentes en la historia de EE.UU.? Pues para darle tiempo al tiempo y alejar, por lo pronto, la amenaza que desde el Capitolio le hacen, de que ni él ni su vicepresidente se salvarán de un impeachment, tal como afirma la demócrata Maxine Waters: “Cuando terminemos con Trump iremos por Putin”, en realidad quiso decir “por Mike Pence”. Sus palabras revuelven las aguas servidas que corroen la cloaca en que se ha convertido Washington, según el primer mandatario, y señalan la hoja de ruta para cualquier gobierno del futuro que sustituya a Trump.

Ese absurdo decreto no soporta el análisis más superficial. Si Trump es responsable de la política exterior de EE.UU., ¿por qué el Congreso aprueba sanciones que afectan los intereses de los aliados más cercanos de Washington? Si el Congreso se arroga funciones de competencia exclusiva de la administración de Trump, ¿no se convierte EE.UU. en una república parlamentaria sin haber reformado su Constitución? Si la razón que expone el Congreso es que una potencia extranjera, Rusia, intervino en la elección del primer mandatario, ¿no convierte esta acusación a Trump en un gobernante ilegítimo? Si la presidencia de Trump es ilegítima, ¿la ley firmada por él también es ilegítima? Si Trump está acusado de que una potencia extranjera lo puso en el solio presidencial, ¿no da él mismo visos de veracidad a esta acusación al estampar su firma? Uno también se pregunta, ¿cómo aplicar una ley decretada por un órgano que no tiene potestad para ello y que fue aprobada por alguien que, según esa misma ley, no tiene autoridad por haber sido electo con el apoyo de una potencia extranjera? Por último, ¿cómo aplicar esta ley a nivel mundial sin romper con el derecho internacional?

El absurdo es evidente: Si Rusia no intervino en la elección de Trump, entonces la ley es ilegal por basarse en una acusación falsa, y si Rusia intervino en la elección de Trump, entonces la ley también es ilegal por ser aprobada por una autoridad falsa. Pero hay más, ¿no destruye esta ley las bases de la democracia, puesto que Trump fue electo para que respete y haga respetar la Constitución de su país y, sin embargo, él, la cabeza legal del Estado, acepta que el Congreso la haga chichirimico? ¿Cómo así un gobierno que cuenta con la aprobación de la mitad de la población es desaprobado por el 99% del Capitolio? ¿A quién representan estos representantes? ¿Qué futuro le depara al mundo si su país más poderoso está manejado por una caterva de políticos que se mueven guiados únicamente por sus mezquinos intereses? ¿Es que solo el 1% del Congreso tiene algo de cacumen en la mollera?

Por otra parte, se debería entender que en esta guerra híbrida que llevan contra el resto del mundo, ¿la tónica con que piensan amedrentar a amigos y enemigos va a ser la política de sanciones? ¿Piensan terminar con la libertad de comercio para imponer mediante presiones ilegales la adquisición de sus mercaderías? ¿No caen en cuenta de que esta política agresiva, por decir lo menos, obliga a los agredidos a aglutinarse para defender sus intereses mancillados? ¿Por qué no comprenden, de una vez y para siempre, que los vientos de cambio soplan en la dirección contraria a la que bogan ellos? En fin, ¿no está convirtiendo el Congreso de EE.UU. el “Dios salve a América” en algo parecido a “Esta cloaca huele a azufre”? (O)

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