Hay ciertos elementos que nos acercan al pesimismo colectivo, sobre todo cuando los dispositivos de difusión de ideas e información están recargados de “malas noticias” o una visión apocalíptica del porvenir -por ejemplo- económico del país. La obsesión por mostrar que Ecuador tuvo en la última década la peor gestión política y económica de su historia republicana (¡sic!) ha creado en determinados ambientes la sensación de que estamos al filo del abismo.
No es dable que empecemos el año 2018 así, es decir, con pesimismo. En la historia del mundo y en los períodos más difíciles -que han incluido guerras fratricidas y pestes que mataron a millones de personas- los seres humanos han hallado modos para seguir creyendo que la vida en sociedad vale la pena y que no hay mejor lucha que aquella signada por los desafíos.
En el Ecuador de hoy los retos son de diversos aspectos. El más notable es el político. Si hace una década vivíamos la despolitización como la cara más mezquina del neoliberalismo, hoy vivimos algo similar porque desde las esferas del dominio político actual, una anómala mezcla de liberalismo social e izquierdismo de la persuasión (apenas discursivos), se pretende despojar al pueblo de su capacidad de diseñar el futuro. ¿Cómo? A través de una consulta popular que lo amarra, sin libertad, al pasado.
No está en discusión, para mí, el derecho de la ciudadanía a ser inquirida. Lo precario fue la forma y el fondo con que se montó esta consulta. El camino escabroso que el Ejecutivo de turno usó para darle viabilidad a unas preguntas elaboradas con astucia y ánimo de venganza por los grupos de poder que hoy lo apuntalan, es, por decir lo menos, una trampa con queso envenenado. ¡Se trata al pueblo como a un ratón con hambre!
Ergo, primero inventan el pesimismo y luego la fábula de una consulta salvadora. ¡Qué sabidos!
En realidad todo esto es un desafío para la lucha política. Verlo de otra manera en ahogar la energía enterita de 2018. El pueblo no es pesimista; pero las élites sí son funestas.
Que 2018 nos conceda valor y esperanza. ¡Felicidades a tod@s! (O)
