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El Telégrafo
Carolina Lanas

Columnista invitada

Ya pasó la marcha...

17 de octubre de 2017 - 00:00

Curiosamente, esta polémica de #ConMisHijosNoTeMetas ha desatado sentimientos intensos, discusiones ardidas, decepciones dolorosas... más que el tema político (en mi caso personal y desde mi perspectiva).

Crecí en un hogar católico; mis creencias y valores tienen raíz en las miles de experiencias y aprendizajes positivos que he recibido de la religión (aunque, seguramente muchas veces, habré ‘fallado’). Mucho de lo bueno que soy viene de ahí.

Hoy comprendí que las personas que marcharon están en todo su derecho, pero, en mi opinión, sería más respetable y motivaría más tolerancia si lo hicieran desde la sinceridad: “Nos da miedo que nuestros hijos sean homosexuales y/o promiscuos porque nuestra religión nos enseña que eso no es normal”. (Aprovecho para preguntar: ¿qué es lo normal?, ¿lo común, tal vez?, ¿lo aceptable?).

Pero, en fin… ¿dónde empezó tanta confusión?

El proyecto de ley habla (o hablaba) de ‘identidad de género’. Poco después, figuras de la iglesia Católica empezaron a hablar de la ‘ideología de género’ como una amenaza a la familia y la vida. El término ‘ideología de género’ se refiere a una teoría creada en los años 90 por los ultraconservadores, adoptada casi exclusivamente por el catolicismo, que sostiene que los estudios de género ocultan un proyecto premeditado, con una estrategia política aliada a los LGBT, enfocado en la destrucción de la familia ‘natural’. Algunas cabezas de la Iglesia católica han afirmado que la ideología de género es una ‘fuerza diabólica’ actual.

Esta teoría no ha sido adoptada por ninguna de las áreas del comportamiento humano y la salud mental porque no la consideran ni cercana a ser científica o comprobable.
Por otro lado, la identidad de género solamente se refiere a la identificación propia de la persona como hombre o mujer, es construida con base en los roles de género que están, mayormente, formados por las normas sociales del núcleo cercano y las experiencias del individuo.

¿Por qué se mezclaron tantas cosas? No sé... Pero lo que sí sé es que esta discusión me ha demostrado (opinión personal) la incoherencia de valores predicados y practicados, de lado y lado; la escasa tolerancia que tenemos a las diferentes realidades; el terror que hay a lo ‘no tradicional’; y la prepotencia que existe para imponer una creencia/estilo de vida/ideología/doctrina/filosofía.

Quiero terminar recordándoles que todos venimos años aterrados sin saber qué está pasando con los valores. Valores son respeto, amabilidad, tolerancia, empatía y todo lo que promueva una vida plena y en paz (propia y en comunidad). La familia no es un valor, es un conjunto de personas que conviven. Un hogar con amor, amabilidad, respeto y aceptación (sea cual fuere su composición) eso sería el valor y eso sí es vida. (O)

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