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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

¿Y dónde quedó la política?

16 de octubre de 2017 - 00:00

Abarrotados de comentarios, de análisis, de analistas, de un exceso de vocabulario de lo político, de un exceso de exposición casi de asuntos particulares que han colonizado ese escurridizo objeto social llamado opinión pública.

Cada cual recrea su guerra y su paz. Cada cual se arma para la confrontación sin saber qué es lo que se confronta. Se dice que hay que confrontar, pero no se sabe qué es lo que está en juego, ni el campo donde se juega el juego. En momentos se desvanecen los jugadores y vuelve el silencio.  

Un eterno retorno no necesariamente de lo mismo, sino de un gran vacío. Un gran duelo. Chispazos de iluminación que pretenden comprenderlo todo. Lo que era un mero recurso moral, ahora se ha convertido en la gran ética de la política desarrollada en una hipervisualización en los medios, cualquiera que estos sean, y en las redes sociales, cualquiera que estas sean.

Además, como si hubiese una carencia de héroes y heroínas, pasando un día, vemos cómo se inmolan a favor o en contra de posturas, las cuales no son claras para nadie. Parece, solo eso, parece, que como nunca antes todo es político y tiene que ver con la política, pero los síntomas son más claros que lo que presenciamos, y lo que consumimos es, precisamente, menos política y más moralización.

Buenos contra malos. Malos contra buenos. Ya no es amigos versus enemigos. Sino quién es más santo o quién es más diablo. A veces es como el retorno del moralismo del siglo XIX, de las sociedades “curuchupas”. Nada de moderno, por cierto. Bien lo dijo, alguien por ahí, es como el regreso a la adolescencia. Ahora adolecemos de política. Y la respuesta no es gritar al cielo que todo esto es la “posverdad”.

Cuánto se combatió a todo tipo de dogmatismo, pero hoy, cuánto ha brotado, ya no el purismo, sino el puritanismo a la hora de arrogarse la génesis de todo lo que ocurre. Para que haya política, su razón misma, se requiere la existencia del litigio político, sin el mismo no hay nada y todo se torna vacuo.

¿Hay “litigio político” en el Ecuador de hoy? Las posiciones de los actores cambiaron, pero parece que el público lo sabe, menos los actores. Parece que la política ha perdido, temporalmente, su propio espacio. Parece que está invisible. Y se requiere su visibilidad para actuar. Este es un grave problema de posiciones. La consigna, pareciera ser, la obligatoriedad de posicionarse. Pero ¿frente a qué? ¿Cuándo? ¿A dónde se fue el Sujeto Político y el Poder Popular? ¿A la TV, la radio, al Twitter, al Facebook?

Tan efímero no es ni lo político, ni la política. Mientras a las derechas nacionales, les importa poco todo el enredo, las izquierdas se devanan en sus moralismos más particulares. Las derechas son colonizadoras por definición. Mientras a las izquierdas les encantan el sacrificio y la crucifixión. Hoy requerimos más pragmatismo que antes. Y que la moralina de los moralizadores, mejor salga a la calle a confrontar a la decadencia humana de aquellos que dizque hablan a nombre de la familia ecuatoriana, dizque defendiendo sus valores naturales, y contra todo derecho racional por la igualdad y la equidad de género.

¡Ahí sí está la política! Necesitamos más política, más políticos y menos mojigatería. Más pasión para dialogar y confrontar que tuitazos y selfis. El 2019 nos espera, y la campaña ya arrancó. A ganar votos se ha dicho. (O)

 

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