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El Telégrafo
Padre Pedro Pierre

Votar con conciencia quiere decir...

29 de marzo de 2017 - 00:00

Quiere decir que nos damos cuenta de la importancia de lo que estamos haciendo. Con el sufragio se nos consulta para que decidamos sobre la organización que queremos para nosotros y nosotras individualmente y para todo el país. Ese día todos y todas somos iguales al nivel de todo Ecuador. Todos estamos inscritos por igual, todos hacemos filas, todos ponemos una sola papeleta en la urna de votación, nadie es más ‘ilustre’ o ‘reverendo’ que otro, nuestro voto tiene el mismo valor de un punto como todos los demás, todos recibimos el mismo comprobante de votación… La nación está hecha de ciudadanos como el mar está hecho de gotas de agua: una sola gota de agua cambia el nivel del mar.

Nuestro voto decide de la orientación económica, política, ideológica, cultural y ética que queremos para nuestro país. Así nos damos cuenta de que no votar es una forma de irresponsabilidad: me desintereso del camino a seguir. Igual votar blanco o nulo, porque al final dejo que otros decidan por mí.

Votar con conciencia quiere decir que me intereso más por el programa del candidato que por su cara, su forma de hablar, sus gritos, sus regalos, sus grandes promesas, su terno, su camisa o su corbata… Si nos interesamos más por el programa que por el candidato, eso quiere decir que leemos dicho programa, lo conversamos en familia, entre vecinos, en grupos de reflexión… Y si notamos que cierto candidato esconde su verdadero rostro y sus reales metas, ¿no será que se nos quiere utilizar para intereses que no son los nuestros? En esta segunda vuelta los objetivos son claros: o continuamos purificando y mejorando un proyecto humanista que toma en cuenta los ciudadanos o volvemos a las desgracias conocidas de un proyecto capitalista que culminó con la debacle nacional del feriado bancario.

Votar con conciencia significa comprometerse a ser ciudadanos activos y participativos después de las elecciones. Votar no es entregar firmada una carta en blanco al candidato que hemos elegido. Es colaborar para exigir el cumplimiento del programa diseñado. Esto significa que seguiremos conversando en familia, entre vecinos, entre cristianos, en grupos ciudadanos y políticos para continuar aportando a la construcción del país. Un gobierno hace lo que le dejamos hacer o lo que le exigimos realizar… sobre todo cuando lo ha solemnemente prometido. Un país próspero y una revolución ciudadana se construyen desde abajo.

Esto es el gran desafío que tenemos por delante: participar en la elaboración tanto de los proyectos nacionales como de las decisiones de su realización: así Ecuador será de los ecuatorianos y no de un puño de embusteros vendepatria. Si nos lamentamos porque las cosas andan mal será en gran parte porque no nos hemos involucrado lo suficiente para obligar a que se encaminen como debería ser… porque sabemos que “se cosecha lo que se ha sembrado”… No seamos este “servidor inútil, malo y perezoso que termina echado en las tinieblas donde están el llanto y el rechinar de dientes”. (O)

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