Durante 25 años la ONU ha convocado a los representantes de los países que forman parte de la organización, a fin de discutir una  resolución dirigida a poner fin al bloqueo  económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba. Cada año se ha incrementado el número de Estados que han impugnado esa medida impuesta al país caribeño en 1960, hasta llegar a  la reunión  efectuada el 26 de octubre, en la cual 191 países votaron en contra, ninguno a favor, y hubo solo 2 abstenciones: las de EE.UU. e Israel, lo que constituye un triunfo histórico de la nación cubana.

Las administraciones norteamericanas que sucedieron a la de Eisenhower que lo implantó en 1960, han modificado -para endurecer- esas medidas, en su afán de destruir el proceso revolucionario que triunfó en 1959. La promulgación de la Ley de Reforma Agraria que expropió grandes latifundios de transnacionales norteamericanas fue el pretexto para iniciar un cerco al gobierno dirigido por Fidel Castro.

Administraciones republicanas y demócratas han coincidido en el afán de rendir por hambre a un pueblo que realizó profundas transformaciones que repercutieron en América Latina, Asia y África. Lo dijo el eminente lingüista y politólogo estadounidense Noam Chomsky: el objetivo de esa política fue evitar que tenga éxito el modelo cubano y sirva con ello de ejemplo al resto del mundo.

La crónica del bloqueo a Cuba forma parte de la ‘historia universal de la infamia’. Sin una declaración formal de guerra, continúa hasta la fecha un hostigamiento brutal que se inició con el congelamiento de activos cubanos en los bancos norteamericanos. Se prohibió no solo el tráfico comercial entre la isla y EE.UU., sino que, en actitud imperial, el bloqueo adquirió carácter transnacional al extender la prohibición de comerciar con Cuba a terceros países.

Las llamadas leyes Torricelli y Helms-Burton por los nombres de sus autores, incrementaron las restricciones. Todo ello es conocido por la comunidad mundial, que ha rechazado estas medidas violatorias del  derecho internacional, atentatorias a la soberanía de los Estados y los principios de no intervención y no injerencia en asuntos internos de los países.

Lo que resulta incomprensible es que, pese a la apertura de relaciones diplomáticas a partir de diciembre de 2014, el Congreso norteamericano mantenga medidas que la propia administración de Obama ha declarado como fracasadas. Incluso se da el contrasentido de que, al tiempo que EE.UU. se abstiene en la ONU, su presidente ratificó en 2010 y, hace poco, la relación con Cuba amparado en la ley de comercio con el enemigo, expedida en 1917 en un litigio con Francia. La actitud norteamericana es contradictoria, pues comercia normalmente con China y Vietnam, que tienen regímenes políticos similares al cubano.

El presidente Correa comentó que Ecuador no habría soportado un bloqueo similar ni un mes. Cuba lo ha hecho durante casi 58 años. Pese al dolor y sufrimiento por tan injusto trato, sigue firme en sus principios, constituyendo ejemplo de reciedumbre y entereza. (O)