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Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

Un presidente en silla de ruedas

12 de enero de 2017 - 00:00

Dentro de las ruindades de la actual campaña electoral no han faltado las alusiones al hecho de que el candidato de Alianza PAIS, licenciado Lenín Moreno, sea un hombre que se transporta en silla de ruedas. Lo que no dicen esos ruines es que Lenín quedó en esa situación a consecuencia del balazo que recibió en un asalto en la calle. Ahora, acusar a este respetable ciudadano de ser un ‘inválido’ es cebarse en la víctima de un crimen, que con gran esfuerzo ha buscado salir adelante y trabajar en beneficio de los minusválidos, los pobres y los marginados de nuestro país. Y es que hay invalideces mentales y morales, como las de esos inicuos acusadores, que son peores que la limitación física de este personaje de gran temple humano.

A quienes les preocupa la idea de tener un presidente en silla de ruedas, les recuerdo el caso verdaderamente ejemplar del estadounidense Franklin D. Roosevelt, quien, pese a ser afectado por la poliomielitis, que lo redujo a una silla de ruedas, fue senador por el Partido Demócrata, Secretario de Marina y finalmente Presidente de su país en 1932, tras lo cual fue reelecto tres veces, en 1936, 1940 y 1944. Así, Roosevelt gobernó su país por un período seguido de más de 12 años. Y pudo haber gobernado 16 años en total, si no hubiera sido por su repentino fallecimiento. Tras ello, la clase política se apresuró a fijar como límite una sola reelección presidencial, asustada ante la idea de que surgiera otro líder de parecidos alcances.

¿En dónde radicaba la gigantesca popularidad de Roosevelt? Sin duda en su preocupación por los desempleados, los trabajadores y las gentes del común, política a la que llamó ‘New Deal’ (Nuevo Reparto). En un país gravemente afectado por la crisis mundial capitalista, él utilizó la inversión pública para estimular la economía, construyendo carreteras, hidroeléctricas, escuelas y otras obras públicas, para dar trabajo a los desempleados.

Igualmente promovió el desarrollo de zonas atrasadas, como el valle del río Tennessee, así como una reforma agraria y un plan de reconstrucción industrial. Más tarde dictó leyes favorables a los trabajadores, estableció un salario mínimo, creó pensiones para los inválidos, desocupados y jubilados y un sistema de seguridad social.

También fue importante su política internacional. Frente a la América Latina, renunció a la política intervencionista e instauró una política de ‘buena vecindad’, retirando sus fuerzas militares de Cuba y Haití. Y para enfrentar al eje nazi-fascista, promovió una alianza militar con Inglaterra y la Unión Soviética, junto con las cuales derrotó a la Alemania nazi. Luego apoyó la creación de la ONU, para promover la convivencia pacífica entre las naciones.

Cuando le dijeron que estaba promoviendo una revolución, respondió: “Si es una revolución, es pacífica, llevada a cabo sin violencia, sin el derrumbe del imperio de la ley y sin la negación del derecho equitativo de todo individuo o clase social”. Curiosa revolución aquella impulsada por Roosevelt, de grandes similitudes con la Revolución Ciudadana.

Por todo lo visto, yerran gravemente quienes se asustan ante la idea de un presidente en silla de ruedas. Lenín Moreno fue, como vicepresidente, autor de grandes proyectos sociales en beneficio de los más débiles y pobres del país. Y estamos seguros de que será un formidable Presidente de la República, de estilo propio y siempre atento a las necesidades y anhelos del pueblo ecuatoriano. (O)

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